Cómo debes limpiar un ventilador antes de guardarlo

Edu Molina

8 de septiembre de 2025 10:08 h

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Cuando se acerca el final del verano, muchos hogares se preparan para guardar los dispositivos utilizados durante los meses más calurosos. Entre ellos, los ventiladores suelen permanecer olvidados hasta el siguiente año. No obstante, almacenarlos sin una limpieza previa puede acarrear consecuencias tanto para el futuro funcionamiento del aparato como para la salud de quienes lo utilizan. El polvo y la suciedad acumulados no solo afectan a su rendimiento, sino que también pueden convertirse en foco de alérgenos o malos olores si no se tratan a tiempo.

Realizar una limpieza profunda antes de guardar el ventilador permite conservarlo en buenas condiciones durante los meses de inactividad. Esta tarea no requiere herramientas especializadas, pero sí cierto cuidado para evitar dañar las piezas más sensibles o comprometer el sistema eléctrico del equipo. Además, desmontar adecuadamente las partes accesibles y seguir un orden lógico en la limpieza puede facilitar el proceso, reducir el esfuerzo y prolongar la vida útil del aparato.

Los ventiladores, al estar en constante movimiento y expuestos al ambiente, acumulan una considerable cantidad de polvo, especialmente en sus aspas y rejillas. Esta suciedad no solo disminuye la eficacia del flujo de aire, sino que puede terminar afectando el motor o incluso generar ruidos molestos al encenderse. Por ello, una limpieza completa antes del almacenamiento no es una recomendación estética, sino una práctica preventiva que incide directamente en el rendimiento y la seguridad del dispositivo.

Pasos para una limpieza correcta y segura

El proceso comienza con una medida esencial: desenchufar el ventilador antes de cualquier manipulación. A continuación, se recomienda colocarlo sobre una superficie estable y protegida para evitar daños durante la limpieza. Las partes desmontables, como las rejillas y las aspas, deben retirarse siguiendo las instrucciones del fabricante si están disponibles. Las rejillas se pueden lavar con agua templada y detergente neutro, enjuagándolas bien y dejándolas secar completamente antes de volver a colocarlas.

Las aspas, si son extraíbles, deben limpiarse una a una con agua y jabón suave, secándolas después con un paño limpio. En caso de que no se puedan desmontar, se puede utilizar un aspirador con boquilla estrecha y un paño húmedo para retirar el polvo acumulado. Para limpiar la carcasa del ventilador, basta con pasar un trapo seco o ligeramente humedecido con una solución jabonosa suave, evitando el contacto directo con el motor o cualquier componente eléctrico.

La zona del motor requiere especial precaución. No se deben aplicar líquidos ni utilizar paños mojados. En su lugar, se puede retirar el polvo con una brocha de cerdas suaves o con aire comprimido. Una vez limpias todas las partes, es fundamental asegurarse de que estén completamente secas antes del montaje, comprobando que todas las piezas encajen correctamente y que no queden elementos sueltos.

Preparación para el almacenamiento y cuidados adicionales

Una vez finalizada la limpieza, se debe verificar que el ventilador esté completamente seco. La presencia de humedad, incluso en pequeñas cantidades, puede generar corrosión en elementos metálicos o favorecer la aparición de moho durante los meses de inactividad. Este secado puede realizarse al aire o con un paño seco, evitando fuentes de calor como secadores o estufas, que podrían dañar los componentes plásticos.

Para conservar el ventilador en buenas condiciones se aconseja cubrirlo con una funda protectora. Algunas marcas la incluyen, pero también puede utilizarse una bolsa de plástico grande, una sábana o una tela transpirable. Es importante que el recubrimiento impida la acumulación de polvo sin atrapar humedad. El lugar de almacenamiento debe ser seco, alejado de fuentes de calor o condensación, como sótanos húmedos o altillos mal ventilados.

Antes de guardarlo, es recomendable probar brevemente su funcionamiento tras el montaje, para comprobar que no hay ruidos extraños ni vibraciones. Si el ventilador incluye tornillos, conviene revisarlos para garantizar que estén bien ajustados. Este paso también permite detectar posibles errores de ensamblaje y corregirlos a tiempo.

En el caso de ventiladores de torre o modelos que no permiten desmontar fácilmente sus componentes, la limpieza debe realizarse con mayor precaución. Para estos aparatos se aconseja utilizar un aspirador con accesorios finos o aire comprimido para limpiar las rejillas y un paño humedecido para el exterior. Evitar el uso de líquidos en zonas cercanas al motor es especialmente importante, dado que la estructura interna dificulta el secado y puede retener humedad.