¿Cómo afecta el calor del verano a nuestro sistema inmune?

Al pensar en las distintas estaciones del año, es evidente que enfermedades como la gripe y los resfriados -e incluso ahora la COVID-19- se relacionan mucho más con el otoño e invierno que con el verano.

De hecho, sigue vigente la creencia de que lo que nos enferma es el frío, cuando en realidad los principales responsables son los virus, las bacterias y otros gérmenes que circulan en el aire. Eso sí: muchos de esos microorganismos encuentran en las bajas temperaturas las condiciones que propician su acción.

Es sabido que el sistema inmunológico -la compleja red de órganos, tejidos, células y sustancias que protege al organismo de agentes nocivos externos- resulta afectado por el frío. Esa es una de las razones por las cuales en invierno abundan estas enfermedades.

Sin embargo, se habla mucho menos de los efectos que sobre el sistema inmune tienen los del calores intensos del verano. Unos efectos que todavía no están del todo claros, pero acerca de los cuales investigaciones de los últimos años han echado algo de luz.

Un sistema inmune menos eficaz a causa del calor

Uno de los estudios más importantes al respecto fue realizado por científicos de la Universidad de Tokio. El experimento se hizo con ratones, pero sus resultados también podrían revelar información acerca de lo que sucede con los seres humanos.

Los investigadores dividieron a los ratones en tres grupos y los hicieron vivir en ambientes a distintas temperaturas, para representar distintos climas: uno frío (4 ºC), uno templado (22 ºC) y uno caluroso (36 ºC). Después de unos días, les inocularon el virus de la gripe (influenzavirus A).

El resultado fue que los animales sometidos a un estrés térmico por temperaturas elevadas (similares a las que se registran en muchas regiones de España durante julio y agosto) mostraron un sistema inmune menos eficaz.

No obstante, los científicos japoneses destacaron otra cuestión: aquellos que fueron trasladados al ambiente más caluroso perdieron el 10% de su peso corporal en las primeras 24 horas. Y la respuesta inmunitaria era normal si, a la vez que les inoculaban el virus, los investigadores les proporcionaban también un complemento nutricional.

Por eso, son necesarios más estudios para determinar si la pérdida de eficacia del sistema inmunológico se relacionaba con una carencia de nutrientes o con una alteración orgánica generada de manera directa por la acción del calor.

Dormir mal y poco sol, sistema inmune más débil

El efecto del calor sobre el sistema inmune puede producirse también de otras maneras. Por ejemplo, debido a la falta de sueño, dadas las dificultades que muchas personas experimentan para poder dormir en las tórridas noches de verano.

La carencia de sueño ocasiona una reducción de citocinas, una proteína que el sistema inmunitario libera cuando detecta una infección, una inflamación o altos niveles de estrés. Es por eso que el cuerpo necesita dormir el número de horas recomendado (entre 7 y 8 para una persona adulta) para combatir enfermedades infecciosas.

Los especialistas de la Clínica Mayo, con sede en Estados Unidos, explican que un sueño reducido -o de mala calidad- aumenta las probabilidades de enfermar tras estar expuesto a un virus. Y también puede afectar la velocidad de recuperación después de haberse enfermado.

Por otro lado, la vitamina D también es importante para la función inmunitaria. La principal fuente para producirla es la luz del sol, y pese a la gran cantidad de horas de sol que recibe España -sobre todo en verano- el 37% de la población presenta un déficit de esa vitamina.

El calor del verano y el miedo a los riesgos para la piel de la exposición directa a los rayos del sol son algunos de los factores que terminan generando esa carencia vitamínica. ES aconsejable es exponerse al sol al menos unos minutos cada día, también para fortalecer las propias defensas del organismo.

El aire acondicionado y sus riesgos

Otra forma indirecta en que el calor puede afectar de manera negativa al sistema inmune se relaciona con el uso del aire acondicionado. Este dispositivo, tan útil para aliviarse de las temperaturas agobiantes de estos meses, puede tener el mismo efecto que el frío del invierno si no se utiliza de manera correcta.

¿Qué usos incorrectos se hacen del aire acondicionado? Uno de los más comunes es ponerlo a máxima potencia, algo riesgoso sobre todo para dormir. Pero además hay que procurar no recibir la incidencia directa del chorro de aire frío del aparato, y también tratar de evitar los cambios bruscos de temperatura.

El frío tiene un impacto sobre las defensas del organismo y su capacidad para combatir las enfermedades. En concreto, virus como los del resfriado común se propagan con mayor facilidad por el cuerpo cuando la temperatura en la cavidad nasal es inferior a la de los pulmones (es decir, unos 36,5 ºC, la temperatura corporal normal).

Otros factores que aparecen durante el verano

Como consecuencia de ello, el sistema inmune tarda más en responder, y eso hace posible un mayor avance de las enfermedades. Así lo comprobó un estudio -también realizado con ratones- de científicos de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.

Por lo demás, también hay que tener en cuenta otros factores que, en esta época del año, no debilitan de forma directa el sistema inmune, pero sí lo ponen “en aprietos”, debido a que lo enfrentan a circunstancias de mayor riesgo.

Uno de los ejemplos más evidentes es el de las infecciones gastrointestinales, cuyo número aumenta en verano hasta en un 80%. Esto se debe, entre otros motivos, a que el calor favorece la proliferación de muchas bacterias y otros parásitos como la salmonella, la E. coli y las amibas.

En esta época del año, por otra parte, es cuando más viajes y desplazamientos se producen, lo que hace que muchas personas se expongan y entren en contacto con muchos microorganismos (a través de la comida, el agua, etc.) a los cuales sus cuerpos no están acostumbrados.

Por todo esto, es conveniente mantener algunos hábitos y cuidados saludables también en verano, sobre todo en lo relacionado con la higiene y la alimentación. De esa manera, se podrán evitar muchos problemas y contratiempos.

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