Cómo trasplantar o cambiar de maceta una planta: todo lo que necesitas saber

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Muchas plantas son supervivientes natas, duras, resistentes. Y, aceptémoslo, muy tolerantes con nuestros descuidos; incluidos los despistes con la regadera. Aun así, la mayoría de las plantas agradecen algunos cuidados básicos; y que les demos, de vez en cuando, un poco de espacio adicional para que sus raíces puedan crecer.

Lo que se traduce en una planta vigorosa, feliz, que crece más rápido; y más resistente a plagas y enfermedades. Pero este no es el único motivo para cambiar nuestras plantas de maceta.  Cuando vivimos con una planta tristona, o que empieza a languidecer, debemos activar las alertas: porque nuestro poto o nuestra montera está pidiendo, a gritos, un cambio de tierra. 

No nos queda otra: si queremos tener plantas bonitas, tenemos que proporcionarles una tierra rica en nutrientes. Y la tierra, como todo, se agota con el tiempo. Además, con la falta de nutrientes, también comienza a compactarse, a ponerse dura; y deja menos poros con aire alrededor de las raíces.

Pero a las raíces les gusta respirar tanto como a las hojas. Resumiendo: un suelo compacto frena el crecimiento de nuestras plantas preferidas. Si, además, se encharca, también pudre y mata las raíces. Lo podemos considerar un crimen vegetal en toda regla.

¿Cada cuánto hay que cambiar la tierra de las plantas?

La respuesta es depende, y varia en función de la planta. Nuestro poto o nuestra monstera, plantas que crecen rápido, agradecen que las trasplantemos o, al menos, que les cambiemos la tierra, una vez al año.

Mientras que, a otras especies de crecimiento más lento, como la ubicua sansevieria o lengua de serpiente, tan frecuente hoy en nuestras casas, les bastará con un trasplante cada dos años. Si podemos esperar, la primavera es el mejor momento para cambiarlas de tiesto.

En esta época del año, aumenta el número de horas de luz, y también la temperatura, por lo que el crecimiento de nuestras compañeras vegetales de piso se acelera. Y agradecerán tener espacio adicional para crecer. [Si tienes dudas, aquí te contamos cuál es el tamaño de maceta adecuado para nuestras plantas.]

Aun así, también es importante trasplantar nuestro poto cuando su aspecto decae, parece secarse o languidecer; o cuando, físicamente, ha desbordado la maceta. Otra señal para saber que ha llegado el momento de cambiar una planta de sitio: si cuando la regamos, el agua cae muy rápido.

Es síntoma de que ya no queda materia orgánica suficiente en el sustrato para retener la humedad. Además, hay que practicar un cambio de maceta urgente cuando una planta deja de crecer o sus hojas han comenzado a amarillear

No siempre es necesario cambiar la maceta: si queremos mantener el tamaño de nuestra planta tal cual está ahora, podemos reutilizar su mismo recipiente; y cambiar solo la tierra. Pero si pretendemos que crezca, hay que moverla a un recipiente algo más grande: no demasiado, entre tres y cinco centímetros de diámetro mayor.

No cometamos el error de colocar una planta pequeña en una maceta enorme: le costará tomar el aire que necesita y, sin aire suficiente, no durará. [Aquí hay cinco trucos básicos para alargar la vida de las plantas de interior.]

Cómo trasplantar o cambiar una planta de maceta

Además de tierra nueva, y nos sirve un sustrato universal básico, que encontremos en cualquier vivero o tienda de plantas, nos vendrá bien tener a mano una pala de jardinería; o un cuchillo. Un truco: unos días antes, podemos darle un buen riego a la planta. Esto ayudará a que las raíces se separen más fácilmente de la tierra; y nos facilitará el proceso.

Por lo demás, solo necesitamos agarrar el tallo principal con una mano, y colocar la planta boca abajo, con la otra. Si la cosa se complica, podemos utilizar la pala o el cuchillo para sacar, con cuidado, la bola de raíces del recipiente.

También es un buen momento para inspeccionar las raíces; si están muy apelmazadas, intentemos liberarlas y aflojarlas con las manos. Si están muertas, cortémoslas sin miedo. Después, necesitamos echar un poco de sustrato en la nueva maceta, colocar la planta, y añadir más tierra nueva, de modo que quede bien erguida y centrada en su nuevo hogar.

En este momento, yo riego de forma generosa, tres veces, para asegurarme de que no quedan huecos, ya que a las raíces les gusta sentir la tierra. Dejemos que drene bien, y ya estaría.

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