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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Juan Mayorga: Estoy en el extremo opuesto de la industria del entretenimiento

EFE

Las Palmas de Gran Canaria —

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El dramaturgo y director Juan Mayorga ha cuestionado hoy el papel que suele asignar actualmente la “industria del entretenimiento” al espectador, al que trata, por lo general, como un consumidor a quien vender lo que pide, un planteamiento que está “en el extremo opuesto” de sus espectáculos.

“Creo que nosotros estamos, modestamente y como otra gente en el teatro español y de otras partes, trabajando con otra vocación”, ha declarado Mayorga, que ha expuesto que sus proyectos, a diferencia de lo habitual, se hacen desde la “confianza en el espectador”, al que se encara como un sujeto activo y al que se pide “complicidad”.

Algo que “está en el extremo opuesto de lo que domina hoy en la industria del entretenimiento, en la que se trata al espectador como un consumidor cuyo deseo de sentimentalismo simple, de, por qué no decirlo, pornografía y demagogia, sea satisfecho”, ha sentenciado el autor.

Quien, en todo caso, ha querido matizar que ni él ni los artistas que trabajan en sus espectáculos pretenden “erigirse en profetas ni portavoces de nada”.

Juan Mayorga ha hecho estas declaraciones al presentar dos funciones de su último trabajo, “Reikiavik”, que se pondrán en escena mañana y el sábado en el teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria, en una rueda de prensa en la que ha estado acompañado por uno de los actores que lo protagonizan, Daniel Albadalejo.

El actor ha compartido el parecer del director, al subrayar que ha encontrado entre el público gente que le ha agradecido que la hayan tratado con respeto y la hayan hecho “volver a sentirse espectadores del teatro activos, que piensan”.

Puesto que, a diferencia de otros espectáculos actuales, “Reikiavik”, que busca incitar a reflexionar sobre asuntos universales como el amor y el odio y el deseo de vivir las vidas de otros partiendo de una historia que rememora una histórica partida de ajedrez entre un jugador estadounidense y uno soviético en tiempos de la Guerra Fría, “genera debate”, ha sostenido.

Y ha considerado que uno de los signos de identidad de la obra es ese afán de “llenarle la cabeza de cosas que le hagan pensar” al espectador.