La portada de mañana
Acceder
Sánchez impulsa una regeneración que incluye una reforma del Poder Judicial
La fumata blanca de Sánchez: cinco días de aislamiento, pánico y disculpas al PSOE
Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Stefanie Kremser recorre toda su biografía en “Si esta calle fuera mía”

EFE

Barcelona —

0

La escritora Stefanie Kremser llega este miércoles a las librerías con “Si esta calle fuera mía”, su primer título de no ficción, después de tres novelas, una historia sobre sus “movimientos biográficos”, que le han llevado a vivir en dos continentes, cinco países y 22 direcciones diferentes.

Acompañada por la editora Laura Baena, de los sellos Entre Ambos y Edicions 1984, Kremser, nacida en Düsseldorf hace 52 años, hija de padre boliviano y madre alemana y criada en Brasil, piensa que el ciclo que inició con “Postal de Copacabana” y “El día en que aprendí a volar”, donde trataba sobre migraciones y construcción de la identidad, solo lo podía terminar con esta suerte de memorias, más que con otra ficción.

Siguiendo la estela de los libros de la neoyorquina Vivian Gornick, “Si esta calle fuera mía”, publicada en castellano y catalán, arranca en 2011 con la llegada a su casa de Barcelona, ciudad en la que vive desde 2003, de una postal de un amigo alemán, del año 1991.

A partir de esa postal “perdida” durante veinte años, Kremser explica el “puzle” que ha sido su vida desde que, con apenas un año de edad, empezó una vida de mudanzas que han ido conformando su identidad, “en un mundo que ha ido creciendo y en el que me he ido ajustando a los diferentes lugares en los que he residido”.

“Cuando como yo eres un poliemigrante y desde pequeña te encuentras cada vez en un lugar nuevo, tienes que conocerlo, adaptarte, saber de su cultura, lo que en algunos países es más fácil, mientras que en otros es más complicado”, ha reflexionado.

El libro no es cronológico y va de la Barcelona de 2011, con una “misteriosa” postal de 1991, al Düsseldorf de los abuelos de 1967, o la Cochabamba de 1975, sin obviar sus estudios de cine documental en Múnich en 1989, coincidiendo con la caída del muro de Berlín.

La escritora señala que ha querido “llevar al lector de un lugar a otro, haciendo saltos temporales, porque creo que nuestra memoria funciona así, no es lineal, es asociativa”.

También ha querido dejar claro que no ha construido un libro de viajes ni una autobiografía, porque “en un libro autobiográfico el autor lo cuenta todo y esto es más una 'memoir', en la que ahondo sobre lo que supusieron el descubrimiento de lugares, qué significa la identidad, la nacionalidad o el sentido de pertenencia”.

Tampoco rehuye que cada uno de los lugares que aparecen en el libro “están marcados por su historia geopolítica y socia, y es que las personas nunca estamos separadas de los hechos que nos rodean”.

A la vez, ha defendido que el ser humano “es un ser nómada en un mundo lleno de migrantes y yo soy una privilegiada en este mundo”.

Asimismo, avanza que en este contar la formación de su identidad aparece el descubrimiento de “una verdad que lo explica todo”.

En la obra hay algún que otro misterio como una gran caja de caudales en su actual domicilio, que no se puede abrir y que era de una antigua inquilina, y que ve como “una metáfora de las sorpresas que vendrán en el futuro y de los misterios del pasado que no se pueden resolver”.

Stefanie Kremser, que tuvo durante muchos años el portugués de Brasil como su lengua, escribe, sin embargo, en alemán, y reconoce que no se atreve a hacerlo directamente en catalán, idioma que domina a la perfección, porque estar casada con Jordi Puntí, considerado uno de los grandes de la literatura catalana actual, le frena.