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El banco malo se convierte en el nuevo vecino moroso de muchas comunidades

El tsunami inmobiliario tiene un efecto secundario en las comunidades de vecinos que en raras ocasiones escapan de la posibilidad de tener, al menos, un vecino moroso. Con el embargo de los pisos, y su posterior adjudicación a los bancos, el problema de la morosidad en la escalera de vecinos se ha complicado. Así, las entidades financieras han pasado estos pisos al banco malo –creado con dinero público y con el Estado como principal accionista– y ahora la comunidad de propietarios se encuentra con que el vecino que no paga... somos todos.

El II Informe del Observatorio de la Morosidad en Comunidades de Propietarios del Colegio Profesional de Administradores de Fincas, que refleja datos de 2012, desvela que el monto adeudado a las comunidades de vecinos asciende a 1.606 millones de euros, el 19% más que en el año anterior. De esa cifra, 250 millones de deuda pertenecen a las entidades financieras que se han quedado con las viviendas a través de los embargos, esto es, un 16% del total, en tanto que 600 millones corresponden a las promotoras inmobiliarias y constructoras, cantidad que representa el 37% del total.

Aunque aún no está presente en esta fotografía del panorama inmobiliario español, el banco malo empieza a erigirse como parte afectada por los problemas de liquidez. Facua reconoce haber recibido denuncias de propietarios respecto a impagos de cuotas correspondientes a la Sareb, pero prefiere no dar más detalles a la espera de “contrastar y confirmar” cada caso.

El secretario técnico del Colegio Profesional de Administradores de Madrid, Adolfo Calvo-Parra, también ha notado que el banco malo incumple en ocasiones sus obligaciones con las comunidades de vecinos, y que sólo se pone al día cuando se produce la venta de la vivienda. Precisamente, la transacción de compra-venta de una vivienda no se lleva a cabo si no está al corriente de los pagos, un requisito que comprueba el notario en el acto de compra-venta. Incluso, Calvo-Parra desvela el farragoso camino que deben seguir las comunidades de vecinos en las que la Sareb no paga. Tienden a agotar la vía amistosa, debido al alto coste que conlleva la vía judicial, según Calvo-Parra.

En la Sareb responden que los pagos de las cuotas son responsabilidad de las entidades cedentes, es decir, de las cajas que traspasaron activos al banco malo y con las que se firmó un contrato de gestión. En este contrato, los bancos rescatados asumen realizar las gestiones que la propia Sareb no puede asimilar por falta de infraestructura, como la venta del inmueble y los pagos obligatorios, entre otros. Con todo, admiten que en el caso de que estas entidades cedentes no cumplan, hacen un seguimiento del caso y les obligan a estar al día con los pagos pendientes. No en vano, el propio banco malo admite que obligó a las entidades a estar al corriente de los pagos antes de ceder los inmuebles.

Se da el caso de que algunos de los bancos rescatados han vendido después sus departamentos inmobiliarios a fondos buitre. Estos fondos buitre son ahora dueños de las gestoras de estos activos basura, que, a su vez, son propiedad del banco malo. Este embrollo hace que, por unos o por otros, la cuota o la derrama de la comunidad de vecinos se quede sin pagar.

La Sareb podría incluso tener que asumir inmuebles, y sus correspondientes cargas, que no tenía previsto tener a su cargo en un principio. Una administradora de fincas que prefiere permanecer en el anonimato cuenta su caso: en una de las comunidades que administra, la Sareb es la titular de los créditos promotores debido a que la entidad financiadora los cedió en su día. A causa de que la promotora –aún propietaria de los pisos– está en quiebra y posiblemente no pague las cuotas del crédito, cabe la posibilidad de que el banco malo ejecute una orden de embargo. En definitiva, más carga de trabajo para un ente financiado con el dinero de todos.

Ventas a paso de tortuga

La Sareb va a tener que forzar un poco más la máquina si quiere alcanzar su misión: liquidar los activos, pagar la deuda emitida y desaparecer en un plazo de 15 años con unas ganancias del 15%. A punto de cumplir su primer año de funcionamiento –el 1 de diciembre de 2012 quedó formalmente constituida como una sociedad anónima–, las cifras de ventas aún son flojas. Hasta el pasado mes de septiembre, el banco malo vendió 3.000 de los casi 85.000 inmuebles que tiene traspasados. Para cumplir el objetivo de vender el parque inmobiliario en 15 años, tendría que desprenderse anualmente de unas 5.700 propiedades, por lo que en tres meses debería vender casi lo mismo que en los nueve meses precedentes. Por esta razón, no resulta extraño que la entidad haya redoblado esfuerzos en octubre, mes en el que ha estado presente en varias ferias: la Barcelona Meeting Point, con 600 inmuebles, y la Feria Inmobiliaria del Mediterráneo –“Urbe”–, con 1.500 propiedades. Además, presentó su “Proyecto Paramount”, que incluye la venta de una cartera de 35 viviendas de lujo a precios entre el medio millón y los tres millones de euros.