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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Círculos de Familia: un proyecto de Educo para la primera infancia

Educo

Llegamos a un pueblo rural en El Salvador, aquí se vive mayoritariamente de la caña de azúcar. Hay pequeños huertos para autoconsumo. Como todo pueblo que se precie, tiene su plaza con hermosos árboles, rodeada de la alcaldía, la iglesia, la escuela…

Hoy la plaza alberga la Feria de Logros donde el Círculo de Familia muestra todo lo que ha trabajado en el año: actividades de juego con los niños y niñas pequeños para estimular su motricidad y el vínculo con los demás. “Así crecerán mejor”, dice una mamá a otras. Aprovechan para explicar sus trucos de crianza. Disciplina positiva, ya no vale el golpe, “no sirve”. En unas mesas muestran dibujos hechos en familia, juegos didácticos, temas de salud, higiene, educación.

Parece que el año fue intenso en aprendizajes, pero también en tejer lazos de comunidad. Al mediodía habrá bailes, disfraces, música y fiesta.

Hablando con unas madres del Círculo de Familia, les pregunté: “¿Cuál es el mayor cambio en vuestros hijos e hijas?”. Se miraron entre ellas y una me respondió: “No, el mayor cambio es en nosotras. Yo, antes bajaba la cabeza y callaba… ahora sé que mis hijos tienen derechos, que yo tengo derechos… En mi casa se habla, si pasa algo en el pueblo, yo doy mi opinión, participo, todas participamos”.

Me cuentan más: “Yo tuve mi primera hija muy jovencita, era adolescente, no sabía… Ahora con el pequeño me doy cuenta de que hay que criar de otra manera, sin golpes, sin gritos”.

El círculo de la crianza se abre, se rompe, se modifica para crear.

Otra mujer cuenta: “Mi madre no entiende, me dice ‘yo te crié así y saliste buena’. Yo le contesto que es verdad, pero con mis hijos quiero hacer de otra manera. Estamos cansadas de violencia”.

El círculo se rompe, se abre, y no solo entre generaciones sino también entre pares, con la pareja: “Nosotras nos conocíamos del pueblo, pero cada una estaba en su casa; ahora nos juntamos a charlar, compartimos cosas”.

“Mi compañero al principio no quería que viniera. Ahora no le pido permiso, cuando vuelvo de la reunión nos sentamos y le cuento”.

Tal vez ese sea el secreto del círculo: se puede romper y recrear.

Esta es la cooperación que queremos impulsar en Educo, la que cambia la vida de las personas y las impulsa a ser protagonistas del desarrollo de su comunidad.

Una cooperación que restaura derechos: derecho a la educación, a la salud, a la participación… Derechos individuales y colectivos, especialmente de las niñas y niños, con la consigna de ¡no dejar a nadie atrás!

Clarisa Giamello.

Llegamos a un pueblo rural en El Salvador, aquí se vive mayoritariamente de la caña de azúcar. Hay pequeños huertos para autoconsumo. Como todo pueblo que se precie, tiene su plaza con hermosos árboles, rodeada de la alcaldía, la iglesia, la escuela…

Hoy la plaza alberga la Feria de Logros donde el Círculo de Familia muestra todo lo que ha trabajado en el año: actividades de juego con los niños y niñas pequeños para estimular su motricidad y el vínculo con los demás. “Así crecerán mejor”, dice una mamá a otras. Aprovechan para explicar sus trucos de crianza. Disciplina positiva, ya no vale el golpe, “no sirve”. En unas mesas muestran dibujos hechos en familia, juegos didácticos, temas de salud, higiene, educación.