“Contacto cero y apúntate al gimnasio” ha sido, durante años, una de las recetas más comunes a las que se aferraban en foros y redes sociales muchas personas, especialmente hombres, para afrontar la dura realidad de haberlo dejado con sus parejas. Una sugerencia que, en ocasiones y con matices, también han apoyado e investigado algunos especialistas del ámbito de la psicología. “El contacto cero es una buena forma de afrontar una ruptura pero no es la única”, dice a elDiario.es la psicóloga Patricia Maguet, especializada en terapia de parejas. “Por ejemplo, si te acabas de separar y tienes hijos en común con tu expareja, el contacto cero es directamente imposible. En otros casos, no comunicarte ni ver a tu antigua pareja implica también separarte de tu grupo de amigos, ya que muchas parejas lo comparten. En esa situación, separarse de ellos puede llegar a ser tanto o más doloroso que la propia ruptura de pareja, por lo que tampoco tendría sentido”.
“El contacto cero es tu mejor opción cuando acabas de romper con alguien y la ruptura se te está haciendo muy dolorosa”, continúa la especialista. “Si cada vez que esta persona se pone en contacto contigo para saber cómo estás, tú vuelves a tener esperanzas de volver, o si te pasas horas viendo su cuenta de Instagram o su estado en WhatsApp para saber si sale, si entra, si duerme o si está con alguien... Es probable que tu mejor opción sea desconectarte totalmente de esta persona”. Según Patricia, cortar toda comunicación en este caso nos permitirá adaptarnos con más facilidad a esa nueva situación pero no tiene por qué ser la mejor opción para todo el mundo. La terapeuta también recomienda darse permiso para vivir el duelo, estar solo, llorar si es lo que necesitamos, dejarse cuidar y distraerse todo lo posible como otras vías para superar el bache.
De cualquier modo, la realidad, como todos sabemos, tiene infinitos matices y el debate no puede estar más abierto. Hace unas semanas, por ejemplo, una publicación en la cuenta de X de la usuaria @todofoba volvió a activar la discusión al respecto de qué hacer cuando se vive una ruptura.
Una conversación a menudo visceral y en la que dejar de lado las experiencias personales y, en especial, las heridas mal curadas de amores pasados, resulta casi imposible. “No me gusta el contacto cero, para mí es un no rotundo”, opina Ana, de Barcelona. “Eso no quiere decir que no sea necesario en algunos casos, incluso como táctica para sobreponerse a momentos duros, baches o cuando hace falta un momento de introspección que exige distancia. Pero para una ruptura me parece una tortura autoimpuesta innecesaria”.
No todas las opiniones consultadas al respecto van en esa dirección, ni mucho menos. “La verdad es que estoy escandalizada con este tuit”, confiesa Adriana, periodista, también de Barcelona. “Ahora resulta que a esa persona traidora, mentirosa, que te ha dejado en la estacada, resulta que todavía hay que felicitarle las navidades. Lo que me faltaba... Es broma. Adelante con saber llevarte con tu ex, pero si haces eso ten por seguro que a la siguiente persona que pase a ocupar tu lugar, a dormir en tu lado de la cama y a leer los libros que le regalaste con dedicatoria por Sant Jordi, no le hará ninguna gracia. No hay nada peor que tener una nueva pareja y que resulte que es de esos hippieflautas que se lleva bien con su ex, y quedan, y meriendan juntos en casa. Perfecto, si quieres que te odie, vas por muy buen camino”.
En la misma línea está Mario, publicista italiano. “Para mí el contacto cero es superimportante porque sé que es lo mejor tras dejar una relación, por lo menos para mí y para muchas personas con las que he estado, al menos durante unos días o unas semanas”, afirma. “El duelo tiene que ser privado. No puedes compartir el dolor con una persona con la que acabas de dejarlo. Ni siquiera si ha sido una decisión compartida. Siendo sincero, a mí lo que me pasa es que, en esos momentos, la felicidad de la otra persona me pone celoso, me fastidia. Tengo que llegar a un punto en el que la otra persona me dé igual para de verdad estar feliz y poder romper esa incomunicación”.
Para mí el contacto cero es superimportante porque sé que es lo mejor tras dejar una relación, por lo menos para mí y para muchas personas con las que he estado, al menos durante unos días o unas semanas
“En mi caso, con ningún ex, salvo con uno, he tenido contacto cero una vez terminada la relación”, explica Ivana, malagueña, que se coloca en el otro extremo de nuevo. “Pero creo que depende muchísimo de las circunstancias. Si ha habido algo muy gordo de por medio, hablo de dramas reales, entiendo que al final para sanar o para poder volver a ser persona necesites el contacto cero. Pero así como así me parece totalmente innecesario. Un ex es una persona que ha formado parte de tu vida y va a seguir formando parte de ella, de tu historia, y a nivel emocional obvio que no se pueden borrar los sentimientos de un día para otro”.
Para Marcos, periodista, “el amor romántico monógamo y heterosexual crea una norma que dicta que 'después de la ruptura, hay que acabar con la relación' y la experiencia de quien vive fuera de esta norma queda invalidada en la mayor parte de casos. Lo sabemos, por ejemplo, las personas queer que para responder a ese paradigma tan asfixiante nos hemos inventado poliamores, anarquías relacionales, etc., que también acaban funcionando como paradigma (contrahegemónico, en este caso). Y este paradigma también resulta agobiante”. Para Marcos, las personas queer en lugar de consumir autoayuda como las heteronormativas, viven de acuerdo con el “evangelio según Brigitte Vasallo”. “En este sentido”, continúa, “llevarse bien con los ex es un mandamiento del paradigma contrahegemónico, del catecismo poliamoroso. Si no te llevas bien con tu ex eres básicamente une tóxique de manual, estás canceladísime. Pero —como apuntaba @todofoba en el tuit— la casuística es inmensa. Y no hay una policía del poliamor así que, ¡haz lo que tengas que hacer!”.
“Creo que, a menos que haya una razón de peso, el contacto cero pasa por la fantasía individualista de creer que tenemos que pasar por los traumas de la vida 'solxs”, abunda Ana. “Pues no, me niego, a veces tienes que volver a hablar para alguna cosa que se quedó pendiente, para perdonar, para apoyar en algún momento difícil. No sé, será porque mis rupturas han sido en su mayoría lesbianas y algunas desde las no monogamias. Algunas de mis ex son buenas amigas y desde la no monogamia pues ya te acostumbras a hablar de cosas difíciles”.
Creo que, a menos que haya una razón de peso, el contacto cero pasa por la fantasía individualista de creer que tenemos que pasar por los traumas de la vida 'solxs
“Yo es que me llevo muy bien con todos mis ex”
En línea con lo anterior, la afirmación que titula este párrafo también tiene propiedades polarizadoras. Para unos es una red flag automática mientras que para otros es una garantía de que la persona que la pronuncia está en sus cabales.
“Yo creo que esa frase se utiliza fundamentalmente para ligar. Al menos eso es lo que hago yo”, confiesa Mario entre risas. “No, en serio, creo que ser amigo de tu ex es como una manera de hacer paz con tu pasado y de convencerte de que no has tirado varios meses o años de tu vida por la borda. Sinceramente, creo que la mayoría de la gente miente cuando dice que se lleva muy bien con todos sus ex”.
“En el mundo bollero/lesbiano es algo habitual que te lleves bien con tus ex”, señala Ana. “Al final son comunidades, círculos sociales y de amigxs en los que es habitual que se formen y desmonten parejas, pero no por eso vas a dejar al grupo. Pero no sé por qué tiene buena fama, supongo que desde ciertas perspectivas es… ¿práctico?”.
El amor romántico monógamo y heterosexual crea una norma que dicta que 'después de la ruptura, hay que acabar con la relación' y la experiencia de quien vive fuera de esta norma queda invalidada en la mayor parte de casos
“A todos nos gusta que los demás nos vean como buenas personas y cuando somos capaces de perdonar a un ex que nos ha dejado o cuando seguimos pendientes de un ex a pesar de haber roto la relación, nos sentimos bien”, explica la psicóloga Patricia Maguet. “Las rupturas tienen mala prensa, solemos buscar culpables, víctimas y verdugos. Entonces una forma de preservarte, de sentirte mejor sea cual sea el papel que has jugado en la ruptura, puede ser el ser capaz de mantener una relación cordial o de amistad, haya pasado lo que haya pasado”.
No obstante, Adriana tiene sus dudas. “Cualquier persona que dedique más de 10 minutos a la semana a hablar de su ex, desconfía”, sentencia rotunda. “Era el amor de tu vida y lo dejaste porque se estaba tirando incluso a tu hermana. Entonces si todavía te quedan ganas de darle los buenos días es que eres imbécil. Además, ¿qué significa terminar con alguien por un motivo heavy? ¿Hay roturas que no sean por un motivo heavy? No entiendo lo que puede hacer heavy un motivo, pero si a una persona que has presentado a tu abuela, le has enseñado una peca que tienes en la ingle y le has confesado que te da miedo ser menos que tus amigas, y de un día para otro, ya no quiere seguir a su lado, siempre habrá un motivo de peso de por medio. Incluso dejar de querer a alguien de un día para otro ya es motivo suficiente”.
“Yo soy de esas que se enorgullece de llevarse muy bien con sus ex”, reconoce Ivana. “La verdad es que mucha gente flipa con que quede con ellos a tomar algo, me dicen que en realidad todavía estamos liados. Pero yo creo que también aprendemos con las relaciones, con nuestra inteligencia emocional, y que es posible gestionar estas cosas de la forma en la que lo hago yo. Creo que sobre todo es importante estar muy bien a nivel emocional para poder llevar ese tipo de relaciones”.
Las rupturas tienen mala prensa, solemos buscar culpables, víctimas y verdugos. Una forma de preservarte, de sentirte mejor sea cual sea el papel que has jugado en la ruptura, puede ser el ser capaz de mantener una relación cordial o de amistad
El lenguaje que crea realidades
Para Alba Correa, periodista especializada en moda y cultura digital, todo este debate generado a raíz de un tuit le despierta una reflexión que trasciende el tema del que hablamos. “Me hace pensar en cómo nos enunciamos y nos narramos también en el ámbito de los afectos, en este caso en las redes sociales”, explica. “La red X tiene unos códigos muy concretos. Hay pocos caracteres y sabemos que tenemos que utilizarlos en afirmaciones contundentes y un poco intolerantes a los matices porque nos dirigimos a una audiencia que pide eso: o estoy a muerte contigo o te contradigo de una forma igualmente drástica a la que tú te has enunciado”.
“Me hace pensar en cuando en la Facultad de Comunicación me decían que el lenguaje crea realidad”, continúa. “Es muy importante la forma que tenemos de nombrar las cosas porque el lenguaje es generador de realidad, por eso no tenemos recuerdos de antes de aprender a hablar. Es a través del lenguaje, cuando aprendemos a nombrar las cosas, cuando podemos fijarlas en la memoria y cuando, de alguna forma, toman cuerpo o toman carta de realidad. Pues el hecho de que crecientemente nos estemos narrando y nos estemos nombrando cada vez más a través de las redes sociales está creando realidad. Estamos en un momento muy interesante de las redes sociales, porque ya no estamos todos en las mismas y se empieza a notar mucho el tipo de discursos en los que vive cada uno. El diseño del algoritmo está determinando las claves en las que se comunica la gente y en las que se narra, generando un discurso sobre nuestros propios sentimientos, nuestras propias redes de afecto y nuestra propia memoria de cómo gestionamos nuestras relaciones”.