La histórica librería de Madrid que compró una sucursal bancaria para renovarse y seguir creciendo

La Librería Antonio Machado abrió sus puertas en 1971, en un local dedicado hasta entonces a la venta de sombreros. Medio siglo después, se ha despedido de esta sede situada en el 17 de la Calle Fernando VI. Pero no para marcharse de Madrid, ni del barrio, ni siquiera de la manzana. La nueva ubicación se encuentra a dos minutos a pie, en el número 11 de la Plaza de las Salesas. Esta vez sustituye a un negocio menos carismático: una sucursal bancaria. La que usaban para gestionar las cuentas de la empresa. Con un movimiento de escasos metros, desde esta casa de papel literal y figurada buscan adaptarse a un tiempo acelerado, también en el sector del libro.

El nuevo espacio es amplio, diáfano y armonioso. Conserva elementos característicos de la Antonio Machado, con los carteles originales de Alberto Corazón como referencia. Las columnas y los arcos refuerzan la sensación de estar moviéndose entre los habitáculos de un templo. La principal novedad es la incorporación de una planta más. Una estancia a la que se accede bajando unas escaleras y en la que el manga, el cómic, las propuestas juveniles o los libros sobre artes tienen el protagonismo. Hace unos meses, la estampa habría sido mucho más gris: un enorme aparato de aire acondicionado y una infinita colección de archivadores (quizá en alguno de ellos se conservasen, como una premonición, algunos datos económicos de la librería) ocupaban la planta baja.

Es aquí donde el director de la Antonio Machado, Aldo García, desgrana una mudanza tan particular. Este librero, que lleva la profesión en los genes y en la crianza (su padre, José Miguel García, adquirió la librería en 1975), sabía que era una decisión compleja. También que era el momento de tomarla. Los motivos fueron dos: en primer lugar, en el anterior local estaban de alquiler, mientras que este lo han adquirido en propiedad. Con ello ganan en “estabilidad económica a largo plazo”, explica, algo que no viene nada mal en estos años convulsos.

Por otro lado, buscaban “un emplazamiento que tuviese más metros y nos ofreciese más posibilidades, tener una sala donde poder organizar presentaciones y actividades”. La sede anterior disponía de varias estancias, pero ninguna lo suficientemente amplia como para albergar este tipo de encuentros con total comodidad, especialmente cuando llegó la pandemia y hubo que mantener distancias de seguridad.

Esto no quiere decir que no se celebrasen este tipo de eventos. Ya desde 1971 fue un núcleo de reunión cultural que llegó a acoger conciertos o exposiciones. La incorporación de un segundo local en 2001, el del Círculo de Bellas Artes, que mantiene su actividad a pleno rendimiento, impulsó esta faceta. Sin embargo, la modificación de hábitos de comportamiento que ha traído consigo la crisis sanitaria encaja con las características del recinto que acaban de inaugurar. La agenda ya está repleta de citas.

Dos formas de entender un objeto perfecto

Paradójicamente, otro tipo de cambios, los de consumo, se ajustan a un modelo distinto al que representa la Antonio Machado. “Lo que dicen las estadísticas es que vamos hacia un mayor número de librerías, pero cada vez más pequeñas y especializadas. No es tanto una cuestión de filosofía como de economía. Sobre todo en el centro de las grandes ciudades, tienden a tener una concentración de libros más del gusto del librero”, expone García. Considera que, en su caso, están en una posición intermedia entre estas librerías de autor y las de mayor tamaño.

Vamos hacia un mayor número de librerías, pero cada vez más pequeñas y especializadas. No es tanto una cuestión de filosofía como de economía

La nueva ubicación se enfrentaba al reto de mantener esa parcela autoral o íntima pese a suponer un ambicioso salto cualitativo. “Hemos pasado años mirando locales y haciendo estudios con un arquitecto, hasta que vimos que este era el sitio que mejor cumplía con nuestros requisitos. Algo indispensable era la proximidad con el anterior, no perder el barrio en el que siempre hemos estado”, cuenta el responsable de la librería. García asegura que no hay nada específico de la sede anterior que eche en falta: “Me quedo con mis recuerdos, pero no soy una persona muy dada a la nostalgia. En la vida hay que ir pasando páginas”.

Sobre esas páginas que vendrán, este librero que lleva casi 30 años trabajando en el sector recuerda como ya en sus comienzos oía “los vientos del apocalipsis soplando por todas partes”. “No son cuatro, son 400 los jinetes que han pasado por este mundillo anunciando su final”, bromea. Aunque admite haber pasado por momentos más bajos, confía plenamente en el futuro del libro. Recuerda a Umberto Eco, quien auguraba a este material una existencia eterna por tratarse de un objeto perfecto, como la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras.

La auténtica casa de papel

Si aceptamos este postulado del pensador italiano, el lugar no ha hecho más que aumentar su valor al dejar de ser una sucursal para convertirse en la nueva Antonio Machado. Ahora bien, ¿cómo se desvalija un banco para transformarlo en librería? Lo cierto es que no fue un asalto, ni siquiera una compra contra la voluntad de la entidad (la absorción de Bankia por parte de CaixaBank contemplaba el cierre de esta sucursal), ya que fueron los responsables de la misma quienes se lo propusieron a García y su equipo.

De entrada, en la librería no acababan de verlo. Desde su perspectiva como clientes del banco, no les parecía un espacio suficientemente amplio: “hay que tener en cuenta que ellos utilizaban solo una pequeña parte de la planta superior”. Todo cambió, como si de una película de atracos se tratase, cuando recibieron los planos. “Me di cuenta de que era mucho más grande de lo que creíamos, pensé que se habían confundido o estaban escondiendo algo”.

Cuando los anteriores propietarios les enseñaron el local, dieron con un lugar tan inhóspito como aprovechable. A lo que hallaron en la planta de abajo hay que sumar la estampa que encontraron en la estancia superior. “Estaba todo oscuro, la caja fuerte ocupaba una sala entera que permanecía cerrada, vimos los baños y todas las oficinas que tenían por dentro y desconocíamos. Descubrimos que, efectivamente, era como indicaban los planos”. La visita les convenció y lanzaron una oferta que la entidad bancaria aceptó.

Llegó entonces el momento del trabajo manual. Las paredes de la caja fuerte (de la cual les entregaron las llaves, desgraciadamente una vez ya vaciada), por ejemplo, estaban blindadas. Hubo que echar mano de la sierra eléctrica para eliminar los hierros antes de comenzar a acondicionar el espacio. En este caso, destruir fue igual o más complicado que construir.

Aldo García es consciente de la fuerza que tiene el titular “una librería busca un local y acaba comprando un banco”. Parece sacado de otro tiempo, es difícil decir si pasado o futuro. De momento, ya ha servido para contentar a muchos vecinos. Ayuda que haya varias sucursales de esa misma empresa por la zona, de forma que el cierre de esta apenas ha causado perjuicio. “La gente del barrio está encantada, se acercan a decirnos que lo que había antes era una cosa más sosa y esto les da un poco de alegría”, señala. A fin de cuentas, ni los billetes, ni las tarjetas de crédito, ni mucho menos los recibos están en la lista de objetos perfectos que Umberto Eco enumeró.

Información práctica

  • Qué: Librería Antonio Machado
  • Dónde: Plaza de las Salesas, 11. Metro: Chueca / Colón / Alonso Martínez (disponen de otra sede en Calle del Marqués de Casa Riera, 2. Metro: Banco de España)
  • Cuándo: Lunes a sábados de 10:30 a 21:00 horas
  • Más información y programación cultural en su página web

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