El Gobierno de Petro en Colombia abre el camino para una nueva relación con Venezuela

Ayelén Oliva

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En el puente internacional Simón Bolívar, paso que conecta a Colombia con Venezuela entre las ciudades de Cúcuta y San Antonio del Táchira, decenas de venezolanos se reunieron el domingo para acompañar en la distancia la toma de posesión de Gustavo Petro. La expectativa del Gobierno de Nicolás Maduro sobre lo que pueda llegar a pasar en Bogotá es grande. Petro prometió reactivar las relaciones diplomáticas con Caracas, suspendidas en 2019, después de que Maduro decidiera romper con Colombia en respuesta a la decisión de Iván Duque de respaldar a Juan Guaidó. Pero ya en 2015, los roces habían llegado al punto de que Maduro ordenara cerrar el puente, después del ataque a unos soldados venezolanos en la zona.

Esta frontera, de más de 2.200 kilómetros de extensión, ha sido en los últimos años la más delicada y tensa de toda América Latina. Desde 2015, más de seis millones de personas dejaron Venezuela y más de tres millones de ellas eligieron quedarse en América, según la Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas (Acnur). Muchos de ellos lo han hecho a pie, de manera ilegal, gracias a la porosidad de sus pasos fronterizos, las llamadas trochas, donde además de personas pasan medicamentos, combustibles, alimentos y todo tipo de bienes.

Desde Caracas, Maduro felicitó este domingo a Petro y llamó a “reconstruir la hermandad”. Desde Bogotá, la posición es más comedida. El nuevo canciller colombiano, Álvaro Leyva, dejó en claro que avanzarían con la normalización de las relaciones pero que no será de inmediato. La reanudación de vínculos formales puede llevar más tiempo del esperado. “Seguramente será gradual, estará focalizada en algunos temas específicos al inicio y con el propósito de generar una confianza mutuamente creíble y sostenible”, dice a elDiario.es Juan Gabriel Tokatlian, doctor en Relaciones Internacionales, vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella e investigador en la Cátedra Colombia. “Si se avanza positivamente, eso será de enorme importancia para América del Sur”.

Una oportunidad para la paz

En el mundo existe casi un millón de venezolanos reconocidos como refugiados y otro millón que cuentan con solicitudes de asilo pendientes, según el último informe de las Naciones Unidas, y Colombia es el principal destino con casi dos millones de venezolanos. Pese al cierre de los pasos, “la gente sigue cruzando”, dijo la representante de Acnur, Marie-Helene Verney, en la presentación del informe. El organismo calcula que unos 2.000 venezolanos siguen cruzando a diario, sobre todo muchas mujeres con niños solos que ingresan de manera irregular a Colombia.

Por eso, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas es para los analistas consultados un hecho prometedor. Para María Paula Saffon, abogada por la Universidad de los Andes de Colombia y doctora en Ciencia Política de la Universidad de Columbia en Nueva York, Petro intentará recuperar el vínculo bilateral, con el objetivo de restablecer la integración de fronteras y dar respuesta al problema migratorio, pero sin caer en la trampa de la ingenuidad del incondicionalismo político que pueda terminar por vincular al nuevo Gobierno de Colombia con “Venezuela en su proyecto autoritario”.

“Solo tenemos tres opciones: cooperar, agredir o aislarnos. Nuestro Gobierno no será uno de aislamiento ni de agresiones. Colombia será conocida como potencia mundial para la vida. Nuestro Gobierno mantendrá canales de comunicación abierta con el Gobierno democráticamente elegido de Venezuela”, dijo Petro después de la segunda vuelta.

Petro quiere, según Tokatlian, que un escenario de paz en su frontera le garantice un margen de maniobra suficiente para que su proyecto de ampliación democrática sea viable. “Ha existido un notable dilema de seguridad entre Bogotá y Caracas. Ese dilema remite a una situación en la que las preocupaciones en torno a la seguridad pueden llevar a dos países a un conflicto bilateral, incluso sin que ninguno lo busque ex profeso”, dice el vicerrector de Di Tella.

La dinámica a la que hace referencia el especialista es un patrón conocido. Si un Estado intenta garantizar su seguridad mediante un conjunto de políticas que involucran el aumento relativo de su presupuesto de defensa, la modernización de su armamento convencional y el reforzamiento de alianzas externas, el país vecino percibe que las políticas desarrolladas le producen inseguridad, por lo tanto también acrecienta sus gastos militares, compra más pertrechos y afianza alianzas internacionales. “Se extiende entonces la sensación de vulnerabilidad recíproca y se eleva la desconfianza bilateral”, dice Tokatlian. “Este ha sido el rasgo principal de la relación bilateral desde hace años”.

Reactivar el comercio

En octubre del año pasado, el Gobierno de Maduro anunció la apertura comercial del mismo puente que el domingo pasado fue punto de encuentro para celebrar el desembarco de Petro. Pero una semanas después del anuncio, el 22 de diciembre pasado, el operativo debió ser suspendido. El fracaso en el intento dejó en evidencia la complejidad que implica para cualquiera de estos dos países normalizar la relación en medio de tanta desconfianza.

Pero el cierre de los accesos no ha hecho más que golpear al comercio bilateral y alimentar el contrabando ilegal por medio de las llamadas trochas, como se conoce a los pasos fronterizos ilegales. En 2008, el comercio entre estos países superó los 7.200 millones de dólares, un récord que se fue licuando hasta llegar al suelo de 222 millones en 2020, según la Cámara de Integración Económica Venezolana Colombiana (Cavecol). El mes pasado se reunieron empresarios con dirigentes políticos y sindicales con el objetivo de reactivar el comercio una vez que el nuevo Gobierno asuma las funciones.

Isabel Castillo, presidenta de la Cámara de Comercio de Táchira, dijo a esa institución que “todo el andamiaje está listo” para que se reinicien las actividades comerciales la zona. Pese a las dificultades, los empresarios de Táchira son optimista sobre el medio plazo: el 79% cree que las ventas van a aumentar cuando se normalicen las relaciones bilaterales, según la última encuesta de Cavecol.