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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Cómo el asesinato de un diplomático ruso puede acercar posturas entre Rusia y Turquía

Julian Borger

El asesinato del diplomático ruso en Ankara ha inspirado temibles comparaciones con el asesinato del archiduque Franz Ferdinand en 1914. El crimen llevó a algunos a pensar que el asesinato del lunes también podría ser la chispa que provocase una confrontación regional.

Sin embargo, los líderes turcos y rusos reaccionaron rápidamente para frenar los posibles daños entre las relaciones de los dos países. Algunos analistas dicen que Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin probablemente encontrarán puntos en común a la hora de atribuir la culpa a aquellos que perciben como enemigos estratégicos.

Tanto Ankara como el Kremlin anunciaron que se seguiría adelante con un encuentro, planeado en Moscú, entre los ministros de exteriores y defensa de Rusia, Turquía e Irán para discutir los siguientes pasos que llevarán a cabo los tres aliados.

Erdogan telefoneó a Putin para comentar el asesinato de Andrei Karlov. Posteriormente, declaró que ambos estaban de acuerdo en que su “cooperación y solidaridad en la lucha contra el terrorismo” debía ser “más fuerte que nunca”.

Mustafa Akyol, un analista turco, explica que Erdogan y Putin querrán señalar a quienes ellos perciben como sus antagonistas. “Ambos lados creen en una conspiración occidental para que se enfrenten entre ellos”, asegura.

Analistas diplomáticos dicen que ningún líder ha tenido intención de romper el frágil acuerdo que han alcanzado en torno a Siria, permitiendo a cada cual perseguir sus objetivos de guerra. Turquía ha asegurado que su incursión en el norte de Siria no debilitó para nada el asedio sobre Alepo por parte de las fuerzas rusas y pro Asad.

Mientras tanto, en general se cree que Moscú ha dado su consentimiento a las ambiciones turcas de tomar la ciudad siria al-Bab, ubicada en el norte, para continuar con sus objetivos de bloquear la consolidación de un miniestado kurdo, Rojava, en el sur de Turquía.

“Rusia y Turquía tienen interés en gestionar esta crisis. La evacuación forzada de Alepo ayuda en los esfuerzos de guerra rusos, mientras que Turquía ha ganado la conformidad rusa en sus movimientos en al-Bab, que tiene como objetivo frenar el expansionismo kurdo”, cuenta Aaron Stein, un miembro destacado del thinktank Atlantic Council.

Añadió que el asesinato probablemente hará que los vínculos bilaterales ya de por sí asimétricos lo sean todavía más. “Rusia siempre ha tenido la sartén por el mango. Esto solo le hace más fuerte”, comenta.

El asesinato, obra de unas “fuerzas oscuras”

Tanto Rusia como Turquía alegaron una conspiración extranjera detrás del tiroteo del lunes. El primer ministro turco, Binali Yıldırım, hizo referencia a unas “fuerzas oscuras” que operan detrás del asesino. Para Putin, el asesinato de Karlov es una “provocación” que tiene por objetivo desbaratar los lazos entre Rusia y Turquía, utilizando el mismo lenguaje para referirse a los enemigos extranjeros de Moscú.

Los especialistas gubernamentales de ambos países se lanzaron a sugerir que debía haber fuerzas occidentales invisibles detrás del asesinato, haciéndose eco de las teorías de la conspiración mundiales sobre Putin y Erdogan.

Un senador ruso, Frantz Klintsevich, aseguró que “muy probablemente representantes del servicio secreto exterior de la OTAN estaban detrás” del asesinato de Karlov. Otro senador, Alexei Pushkov, culpó a la “histeria política y mediática” sembrada por los enemigos de Rusia, y tuiteó que “la principal pregunta es quién está detrás del asesinato y, por lo tanto, de una guerra no declarada contra Rusia”.

Seguidores de Erdogan comenzaron a emitir una teoría sobre que el asesino era un seguidor de Fethullah Gülen, un enemigo político de Erdongan y clérigo turco que vive exiliado en EEUU.

El presidente turco ha culpado a los gülenistas del intento de golpe de Estado en julio contra él, utilizando tal afirmación como una justificación para arrestar a decenas de miles de supuestos seguidores de Gülen en el gobierno, el ejército, en el poder judicial y en la prensa. Las peticiones turcas de su extradición son la mayor causa de fricciones en las relaciones bilaterales con EEUU.

Sinan Ülgen, un antiguo diplomático turco ahora en el Fondo Carnegie para la Paz Internacional, cree que el asesinato en Ankara no causará la misma crisis en las relaciones desencadenada por los turcos cuando derribaron un avión de guerra ruso en la frontera con Siria en 2015.

“Esta ocasión, no hay voluntad en ninguno de los dos bandos de que la situación se complique. Al contrario, las primeras declaraciones oficiales tienden a ver este ataque como un intento de descarrilar la actual aproximación entre Ankara y Moscú”, asegura Ülgen.

“Sin embargo, en el futuro Moscú querrá una investigación minuciosa sobre la naturaleza del ataque para identificar a los culpables. Queda por comprobar si se trata de un ataque de un lobo solitario o si es producto de una célula yihadista más organizada que ha conseguido infiltrarse en las fuerzas de seguridad turcas”, apunta.

Maxim Suchkov, un experto sobre Oriente Medio en el Consejo Ruso de Asuntos Internacionales, está de acuerdo en que ni Moscú ni Ankara tienen incentivos políticos para convertir el asesinato en una crisis. Asegura también que las preocupantes comparaciones con el asesinato de Franz Ferdinand en Sarajevo hace más de un siglo están fuera de lugar.

“Hace poco, Rusia y Turquía han tenido importantes contactos a nivel político y militar”, comenta Suchkov. “La problemática paralela con el comienzo de la Primera Guerra Mundial están en el aire, pero si Erdogan consigue llevar a cabo de manera oportuna y efectiva esta crisis diplomática con Putin, puede que no haya serias consecuencias para el estado de la relación bilateral... en este momento hay demasiado en juego tanto para Moscú como para Ankara”.

Traducido por Cristina Armunia Berges