La Rioja es mucho más que tierra de vinos. Es el destino perfecto para los amantes de la naturaleza. Con paisajes que combinan viñedos, bosques, ríos y montañas, esta región ofrece una escapada ideal para desconectar y disfrutar del aire libre. Y el camping es una alternativa para descubrir los contrastes que ofrece esta región para convertir la estancia en una experiencia inolvidable.
Desde el Camero Viejo hasta el Alto Najerilla, pasando por las orillas del Ebro o las faldas de la Sierra de la Demanda, los campings riojanos permiten dormir bajo las estrellas, despertarse con el canto de los pájaros y vivir de cerca la tranquilidad del entorno rural. Y es que muchos de ellos ofrecen rutas de senderismo, alquiler de bicicletas, zonas de baño naturales o actividades en familia. Y también cuentan con comodidades modernas sin perder el contacto con el entorno: bungalows, parcelas para caravanas, zonas de barbacoa y espacios comunes.
Porque en La Rioja el turismo rural es mucho más que descanso, ya que permite al turista formar parte de la vida del lugar: compartir conversación junto al fuego en estas noches de invierno: aprender a hacer pan como lo hacían los antepasados o mirar las estrellas en uno de los cielos más limpios de Europa. Y es que esta forma de viajar, permite descubrir y recorrer La Rioja de una forma especial: Ezcaray, Cervera del Río Alhama, Haro o Arnedillo. Acampar en La Rioja es una forma única de redescubrir el ritmo lento, saborear el paisaje y respirar naturaleza. Una naturaleza capaz de trasmitir emociones reales porque La Rioja también es la opción para los que buscan moverse: senderismo, cicloturismo, kayak, rutas a caballo, esquí en Valdezcaray, parapente sobre cañones, golf, parques de aventura, paseos en globo.
En pleno corazón de La Rioja Alta, el camping de Navarrete garantiza tranquilidad y descanso. Rodeado de naturaleza, puede ser el punto de partida para disfrutar del Parque Natural Sierra Cebollera, adentrarse en las Cuevas de Ortigosa o practicar deportes acuáticos en el Club Náutico del Rasillo.
A orillas del río Ebro, y con las montañas de la Sierra de Cantabria al fondo, otra opción. El Camping Fuenmayor ubicado entre campos de cereales, huertas y viñedos. Y también en el valle, concretamente en el valle de San Millán y en plena Sierra de la Demanda. El Camping Berceo cuenta como reclamo los monasterios de San Millán de la Cogolla (Suso y Yuso) situados a unos diez minutos andando. Una oportunidad de conocer este Patrimonio de la Humanidad y Cuna del Castellano y de combinar cultura y pasado con rutas de senderismo y paisajes de hayedos y tejos.
Y la alternativa para los que visitan La Rioja con ganas de empaparse de su riqueza histórico-monumental está en Bañares. Unas instalaciones situadas a los pies de la Sierra de la Demanda y a tan solo 28 kilómetros de la estación de invierno de Valdezcaray. En pleno Camino de Santiago, este camping permite recorrer San Millán de la Cogolla, descubrir el milagro de Santo Domingo de la Calzada, pasear por el que fue reino medieval (Nájera) o conocer la historia del pueblo de Cañas.
En el límite de La Rioja con Burgos y Álava, y en la ribera del río Tirón, se asienta el Camping de Haro, la capital del vino de La Rioja Alta y un rincón en el que la historia y la cultura se entrelazan y que ofrece al visitante rutas y senderos para conectar con la naturaleza, patrimonio, enoturismo, gastronomía y experiencias únicas como viajes en globo y deportes de aventura.
Son algunas de las opciones para los turistas que buscan naturaleza y tranquilidad, desconectar y disfrutar del paisaje riojano en los distintos campings distribuidos por La Rioja. Visitantes amantes del turismo activo: senderismo, ciclismo, baños termales como los de Arnedillo o rutas en la sierra o por el río Ebro. Viajeros en busca de cultura y gastronomía que pueden visitar los pueblos riojanos con encanto, sus bodegas y degustar su cocina local. Y es que el turista que elige acampar en La Rioja lo hace atraído por la cercanía con el entorno, el respeto por la naturaleza y la tranquilidad de disfrutar de actividades no masificadas.