La diáspora y la violencia

Casimiro Curbelo

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No contamos nada nuevo si recordamos que miles de gomeros históricamente han salido de su Isla. Muchas veces por necesidad y otras tantas llevados por nuestro espíritu aventurero. El mar es para nosotros más que un obstáculo o un muro un puente y un camino. Durante años cruzamos el océano para buscar una vida mejor. Por un tiempo lo conseguimos y nuestros compatriotas no dudaron en ayudarnos en el progreso de las islas. Venezuela se convirtió en la tierra de promisión en la que nos podíamos labrar una vida mejor. Pero siempre a base del esfuerzo y valentía que históricamente nos ha caracterizado y sin que nadie nos regalara nada. Pero cada ciclo llega a su fin y en estos momentos la llamada octava Isla atraviesa un momento díficil y miles de gomeros de descendencia o nacimiento se encuentran sumidos en una situación complicada.

No hace falta decir que nuestro corazón está con ellos. Desde La Gomera les enviamos todo el apoyo y cariño del que somos capaces. Como ya conocemos a través de las impactantes imágenes de los informativos Venezuela está hoy sumida en una espiral de violencia y desde esta tierra, la suya, debemos intenar ser tan generosos con nuestros compatriotas como ellos lo fueron en su momento con nosotros. Recordemos cuando llegaban a nuestra Isla para ayudarnos a los que en aquel momento los pasábamos mal. Mucho de nuestro actual bienestar tiene su origen precisamente en su esfuerzo, en su espíritu aventurero. Por ello pido que seamos, aunque sólo sea mínimamente, tan generosos con nuestros compatriotas como en su día ellos lo fueron con nosotros. Durante estos días y en calidad de presidente del Cabildo me he dirigido a varias asociaciones para transmitir a los gomeros nuestra solidaridad y preocupación ante la convulsa situación que hoy vive Venezuela.

Muchas veces nuestros compatriotas sumidos en la diáspora se han quejado de que según empeoraba Venezuela menor era el cariño con el que los recibíamos. Consideraban que ya no los veíamos como aquellos familiares que llegaban los veranos con sus acentos exóticos. Que venían a invertir su dinero en nuestros pueblos con la intención de devolver una generosidad hacia su tierra natal de la que se sentían en deuda. Desde sus países adoptivos han mantenido en el corazón un cariño y devoción por su tierra de origen que estaba por encima del paso del tiempo.

Desde el Cabildo llevamos años colaborando estrechamente con nuestros emigrantes, precisamente porque somos conscientes de que estamos en deuda con ellos. Según nuestra economía mejoraba la de ellos empeoraba Muchas veces me pregunto si hemos sido igual de generosos con ellos de lo que en su día lo fueron con nosotros. Tengo ciertas dudas. Por esta razón lo mínimo que puedo hacer como presidente es mostrarles nuestro afecto y ratificar el deseo de que cese la violencia. Desde la lejanía, pero con una cercanía sincera y real, como presidente del Cabildo he transmitido nuestro apoyo a seis asociaciones en las que se agrupan nuestros hermanos. Son la civil y benéfica cultural Isla de La Gomera, Hijos y Amigos virgen del Pino de Gran Canaria, el Club Social Archipiélago canario, la fundación Garajonay, el hogar canario-venezolano y la federación de centros canarios en Venezuela.

Hablamos de una solidaridad que cuesta bien poco. Por ello queremos que el pleno de la Corporación insular se haga eco también de este deseo. Es lo mínimo que podemos hacer por nuestros compatriotas. Si las intenciones sirven de algo y causan alguna reacción allí las enviamos. Que nuestros buenos deseos crucen el océano y sirvan de ayuda a nuestros compatriotas. Que seamos capaces dentro de nuestras siempre limitadas posibilidades de hacer lo posible por los gomeros y familiares que se vieron obligados en su día a abandonar su lugar de nacimiento. Tal vez sea verdad que basta desear algo con sinceridad para que se genere una reacción en cadena. Si es así, que menos que intentarlo con todas las fuerzas de las que somos capaces.

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