El edificio más estrecho de Madrid está en Malasaña y sólo mide 2,40 metros de ancho

Antonio Pérez

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La casa más estrecha del centro de Madrid y, seguramente, de toda la ciudad, se encuentra situada en la calle San Vicente Ferrer, en un número 24 que cualquiera que pase hoy en día por esa vía será incapaz de encontrar, ya que sobre la puerta que se abre en el edificio del que hablamos figura un incomprensible 26, seguramente desde que el lugar se remodeló por completo en el año 2008; anecdóticamente, en el catastro de la propiedad, el mismo inmueble figura como doble número 22.

Metro en mano, Somos Malasaña y Carpetania Madrid hemos comprobado que el ancho del edificio es de tan sólo 2,40 metros y que, por lo tanto, desbanca claramente en el ránking capitalino de estrecheces a los otros edificios del centro de Madrid que siguen en pie y que se han venido disputando tal honor: Abades 22, Postas 6, Mayor 57 y, el más famoso de todos por ser donde habitó durante muchos años el mismísimo Calderón de la Barca, Mayor 61.

La estrecha lengua de 54 m2 de planta y tres alturas que es San Vicente Ferrer 24 sí que está registrada con ese número en Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid y es en su visualizador online donde encontramos fotografías que hablan de su pasado y de su interior, una historia que nos confirma algún vecino, como el propietario de RestaurArte-La tienda de Macario, quien dice que en su bajo a pie de calle se encontraba la parte de atrás y almacén de la tahona que tenía entrada principal por el número 23 de la calle Palma, mientras que en sus plantas superiores vivían algunos trabajadores de la misma tahona. Hoy esa parte de abajo es también un almacén y los pisos superiores -con entrada por el 23 de Palma- serían propiedad de una misma persona, según distintas fuentes consultadas por este periódico.

La vinculación del 24 de San Vicente Ferrer con el 23 de Palma es total, dado que ambas edificaciones comparten una misma parcela urbanística. Entre ambas, un insospechado patio-jardín de 354 metros cuadrados con piscina incluida.

Sobre el baile de números del edificio, al que hacíamos referencia anteriormente, desde API Monteleón, referencia inmobiliaria en la zona desde hace más de 20 años, María Matas indica: “Que haya diferencias en la numeración de los edificios en las zonas antiguas es relativamente habitual”. Sobre lo curioso de su forma, argumenta: “Muchos edificios antiguos se edificaron en parcelas que no guardan una homogeneidad ni una lógica de construcción. La construcción en el Centro Histórico de Madrid, al igual que en los de otras ciudades históricas, se fue adaptando a una trama urbana ya existente y la mayor parte de los edificios se levantaban sin un contrato de obra, o no es fácil llegar a encontrarlo. Para la obtención de la licencia tan sólo se obligaba a presentar un esquema del alzado y, generalmente, se adjuntaba también un plano de la planta baja o de la principal. Esta tradición, que se puede constatar en el Archivo Histórico de Madrid, se acompañaba de una sencilla y breve memoria constructiva que con frecuencia se repetía para todos los edificios”.