Vídeo: un paseo por las nuevas Palma y San Vicente Ferrer sin coches ni bordillos

Si hace tres años alguien dice a cualquier vecino o comerciante de las calles Palma o San Vicente Ferrer que iba a poder caminar de un lado a otro de la calle sin tener que esquivar ni un solo coche aparcado ni tropezarse con ningún bordillo, probablemente hubiera sido tratado de iluso o loco. Sin embargo, hubiera estado acertado porque hoy, en octubre de 2019, ambas calles se han convertido en un ejemplo de cómo transformar una ciudad para hacerla más amable a la hora de transitar por ella.

El cambio empezó hace dos años y medio, cuando el Ayuntamiento, con una intervención táctica de bajo coste, eliminó todos los aparcamientos de Palma y San Vicente Ferrer, en el tramo donde ya existía la plataforma única (de Fuencarral a San Bernardo). La colocación de bolardos y de una línea blanca que prohibía el aparcamiento fue suficiente para que los peatones recuperaran unas calles por las que el tránsito era complicado, debido a las aceras estrechas y al escaso espacio que dejaban los vehículos estacionados.

La transformación completa fue liderada por la Junta de Centro, con un fuerte impulso de Jorge García Castaño, entonces concejal presidente del distrito por Ahora Madrid y ahora en la oposición con Más Madrid. Las obras se desarrollaron durante esta primavera y verano, cuando se acometieron los trabajos para rebajar los bordillos en el tramo de ambas calles que no había experimentado ninguna mejora desde hacía décadas, el que va de San Bernardo hasta Amaniel. Llegaban después de años de demandas vecinales y, aunque el proyecto inicial ha sido mutilado de la mitad de los árboles previstos, el cambio general es impactante.

Ahora, peatones, ciclistas y coches pueden circular por el entorno sin dificultad y sin barreras arquitectónicas que corten el paso. Incluso los vehículos de emergencia pueden utilizar estas vías con mayor agilidad, como puede apreciarse en esta grabación que recorre los tramos reformados:

El número de bolardos se ha reducido considerablemente y en su lugar se ha hecho hueco para cubos de piedra que funcionan como asientos, algún banco de madera y decenas de alcorques para árboles (lilas de las índias, escobillones rojos y cerezos de Japón), que serán plantados en las próximas semanas.

El plan municipal de reducir coches en estos tramos se completó con el traslado de decenas de plazas de aparcamiento a la calle Santa Cruz de Marcenado y al principio de la calle Conde Duque, donde se crearon 108 plazas al colocar los coches en batería en lugar de los estacionamientos en línea que existían anteriormente. Además, numerosas plazas azules fueron convertidas en estacionamientos para residentes durante el pasado verano, preparando la llegada de Madrid Central. Mientras, en la calle Amaniel se diseñó otra intervención para mejorar aceras y reducir plazas de aparcamiento que también está a punto de terminar.

Otros 3 millones de euros para el resto de calles

Aunque toda la remodelación fue puesta en marcha por el equipo de Manuela Carmena, el nuevo Ayuntamiento parece que ve con buenos ojos esta política de movilidad y durante los últimos días ha vuelto a pintar la línea blanca que recuerda la prohibición de aparcar a coches y motos en San Vicente Ferrer y Palma, además de eliminar algunos obstáculos como el quiosco de la plaza del Rastrillo. También ha colocado más bolardos en el Dos de Mayo para impedir los aparcamientos de coches y furgonetas en las zonas peatonales.

Ahora, a Almeida y al nuevo concejal de Centro, Jorge Fernández, les queda ejecutar la reforma del resto de calles del entorno de Conde Duque, para las que el anterior equipo aprobó un presupuesto de 3 millones de euros a través de dos Inversiones Financieramente Sostenibles. Para poder llevarlo a cabo, las obras deberían licitarse antes de que acabe el año.