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A propósito de los médicos intensivistas y de las UCIs

Javier Ruiz Moreno

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A raíz de la pandemia por la COVID-19, los médicos intensivistas, hasta ahora poco conocidos, han salido a la luz pública y, también, ha surgido la conciencia social de la importancia de las UCIs. Conviene, sin embargo, precisar una serie de conceptos. Un médico 'intensivista' es un especialista en 'medicina intensiva' (MI), una de las 49 especialidades médicas en España. La MI no solo se ejerce en las UCIs (espacio cerrado), sino allá en dónde se encontrara un enfermo crítico (EC). De hecho, el cuerpo de doctrina de la MI comprende la atención del EC dentro y fuera de la UCI (UCI extendida). De menor a mayor ámbito, ese cuerpo de doctrina se define por sociedades científicas a nivel español (Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias), europeo (European Society of Intensive Care Medicine) y de otros países, como los EUA (American Society of Critical Care Medicine).

El 'boom' social por el que ahora atraviesa la MI -que culmina con la reciente designación del médico intensivista José Eugenio Guerrero para recibir el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2020-, no es sorpresa; la historia y el desarrollo de la MI se ha asociado siempre a acontecimientos tan extraordinarios como dramáticos.

En efecto, el inicio de la atención del EC se sitúa en la Guerra de Crimea (1854-1856), gracias a la enfermera Florence Nightingale, que, con la finalidad de atender mejor a los EC por causa bélica, los agrupó en salas y estratificó a las víctimas de guerra por nivel de gravedad y por necesidad de recursos. En escenarios de la 2ª Guerra Mundial, se crearon salas de shock para atender a EC, en las que también se concentraban recursos. En 1942, un suceso civil impulsó también la organización de la atención del EC: el incendio en la sala de fiestas Coconut Grove, en Massachusetts, EUA. En Copenague, otra epidemia, la de poliomielitis de 1952, impulsó al Dr. Björn Ibsen al desarrollo de la ventilación mecánica invasiva (o los ahora famosos 'respiradores'. Y ya en 2020, otra catástrofe, la pandemia por COVID 19, sitúa a la MI en su justo lugar social.

De forma tan clara como hasta ahora desconocida, la MI es socialmente necesaria, en situaciones dramáticas sin duda, pero también en contextos sanitariamente más estables. Gracias por su labor a todos los profesionales del enfermo crítico, que trabajan en las UCI o fuera de ellas las 24 horas del día.

A raíz de la pandemia por la COVID-19, los médicos intensivistas, hasta ahora poco conocidos, han salido a la luz pública y, también, ha surgido la conciencia social de la importancia de las UCIs. Conviene, sin embargo, precisar una serie de conceptos. Un médico 'intensivista' es un especialista en 'medicina intensiva' (MI), una de las 49 especialidades médicas en España. La MI no solo se ejerce en las UCIs (espacio cerrado), sino allá en dónde se encontrara un enfermo crítico (EC). De hecho, el cuerpo de doctrina de la MI comprende la atención del EC dentro y fuera de la UCI (UCI extendida). De menor a mayor ámbito, ese cuerpo de doctrina se define por sociedades científicas a nivel español (Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias), europeo (European Society of Intensive Care Medicine) y de otros países, como los EUA (American Society of Critical Care Medicine).

El 'boom' social por el que ahora atraviesa la MI -que culmina con la reciente designación del médico intensivista José Eugenio Guerrero para recibir el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2020-, no es sorpresa; la historia y el desarrollo de la MI se ha asociado siempre a acontecimientos tan extraordinarios como dramáticos.