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CRÓNICA

Robles y Podemos ya no ocultan que su pelea llegará hasta el final

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Una comparecencia de Margarita Robles en el Parlamento permite observar un fenómeno único en la política actual. Los partidos de la oposición juegan el papel de partidos integrantes del Gobierno de coalición y parecen estar muy satisfechos con las explicaciones de la ministra de Defensa. Los socios del Gobierno de Pedro Sánchez se ponen el traje de la oposición y además se muestran muy agresivos con ella. La cita del miércoles en la Comisión de Defensa en plena tormenta de Pegasus añadió un ingrediente más: Unidas Podemos ha declarado la guerra a Robles y quiere su cabeza. Otra cosa es que no tenga de momento muchas posibilidades de conseguirla, porque a la ministra se la ve muy tranquila. Sólo le falta abanicarse con el orden del día.

Pablo Echenique se presentó en la comisión de la que no es el portavoz habitual de Unidas Podemos para dejar claro que el frente abierto contra Robles se ha convertido en una prioridad para su partido en la crisis del espionaje. De entrada, estableció las dos únicas hipótesis que acepta sobre la infiltración en los móviles de Sánchez y Robles. Un ataque de un Estado extranjero o la actuación de una “célula incontrolada” de los servicios secretos. Las dos opciones dejan en pésimo lugar al CNI y a su máxima responsable política, Robles. La segunda sería obviamente la más grave. “La situación actual es insostenible”, dijo.

La ministra no necesitaba mucho para contraatacar con energía. Quiso aligerar el ambiente al principio con un gesto de distensión comentando que tiene un gran respeto por los votantes de Podemos, aunque en realidad tuvo un lapsus y dijo “los votantes de Vox” antes de corregirse. Sobre si fue intencionado o accidental, sólo Freud tiene la respuesta y seguro que no es muy clara.

Luego, se metió en faena con la intención de apuntar que Echenique no sabía muy bien de lo que estaba hablando. Le recordó que el CNI tiene como misión facilitar información al Gobierno, que este es un órgano colegiado y que incluso existe en él una comisión delegada para asuntos de inteligencia. Que pregunten allí. No consta por ningún lado que esa comisión haya tenido mucha actividad últimamente.

Cuando se supo que Sánchez había incluido a Pablo Iglesias en esa comisión gubernamental, muchos medios dijeron que su función era la de “controlar” al CNI. Quien controla al CNI es la ministra de Defensa en este Gobierno. En el anterior, era el de Presidencia, es decir, Moncloa, es decir Soraya Sáenz de Santamaría.

El siguiente asalto era para Echenique, que puso algunos tornillos en los guantes para pegar con más fuerza. “Usted ha venido aquí a esconderse detrás del Gobierno”, le dijo. No paró ahí. Dijo que también se había escondido detrás de los agentes del CNI y de “un concepto muy limitado de la democracia”. No es habitual que un partido que forma parte de un Gobierno de coalición llame cobarde a una ministra.

Por tanto, no puede sorprender que Echenique la despidiera enseñándole la puerta de salida. “Señora Robles, yo creo que usted sabe lo que tiene que hacer”. Cierre la puerta del Ministerio por fuera.

Aún hubo tiempo para que Robles respondiera con otro ataque, aparte de ignorar la petición nada velada de dimisión. Comentó que Echenique no se había molestado en leer el orden del día de la comisión y señaló, así como de pasada, que hubiera preferido que estuviera el portavoz habitual de UP.

La portavoz socialista, Zaida Cantera, salió en defensa de la ministra. Para estar a tono con el ambiente, tomó impulso para propinar el golpe. Rechazó que se pueda anunciar el apoyo a los agentes del CNI, como hizo Echenique, “mientras se les está echando basura”. La verdad es que el Gobierno de coalición sí fue este miércoles un poco Gobierno Frankenstein, como le gusta decir a la derecha.

El fuego cruzado alcanza a la parte socialista del Gobierno. Defensa y el CNI han difundido la idea de que el responsable último de la seguridad de los teléfonos de los altos cargos de Moncloa es el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, porque en el momento de los hechos era secretario general de la Presidencia, según ha podido saber eldiario.es. Fuentes del Gobierno acusan a Robles de estar enmarañando la situación para salvar a la directora del CNI, Paz Esteban. “Lo único que pretenden es desviar la atención sobre la gravedad del asunto”, afirman.

En la Comisión de Defensa, no se habla del CNI, pero en esta sesión todos hablaron del CNI. En la primera intervención de la diputada Mireia Vehí, de la CUP, el presidente de la comisión la interrumpió dos veces por no ceñirse al tema de la comparecencia. Luego, tiró la toalla y no detuvo a nadie más. Era imposible impedir que se hablara de lo que todos tenían en la cabeza.

Robles no contó nada que no se supiera e insistió en que la ley se lo prohíbe. El PP intentó que cayera en la trampa y que criticara a Bolaños por anunciar en una rueda de prensa el lunes el espionaje al teléfono de Sánchez. Robles no fue tan lejos y dejó dicho que cualquier espionaje hecho sin autorización judicial es un delito y debe ser denunciado en los tribunales, que es lo que ha hecho el Gobierno.

La ministra repitió en más de una ocasión que los agentes del CNI “no se pueden defender”. Extendió esa defensa a la directora del centro, que comparece este jueves a puerta cerrada en la Comisión de Secretos Oficiales y que podría pagar con el cese la noticia del espionaje a Sánchez. Su retirada sería también una forma de intentar calmar a los socios del Gobierno. Poco probable después de lo que dijo la portavoz de ERC, Montserrat Bassa. Tras escucharla, afirmar que Esquerra continúa siendo un partido aliado del Gobierno es prácticamente una excentricidad.

Es difícil tachar de víctimas a los servicios de inteligencia en cualquier país de Europa occidental cuando se produce un presunto abuso de poder. Los servicios secretos sólo responden en España ante el Gobierno y un magistrado elegido por el CGPJ, que resulta que es el mismo desde hace trece años. Ninguna institución del Estado, excepto la monarquía, goza de tal libertad de acción.

Jon Iñarritu, uno de los políticos cuyo nombre ha aparecido en la lista de posibles espiados, dio la vuelta a la frase de Robles: “¿Sabe quiénes no se pueden defender? Todas aquellas personas que han sido espiadas con ese software”. Los que vieron vulnerada su intimidad de una forma que era imposible hasta hace unos pocos años y sin que hayan sido acusados de cometer ningún delito.

Todo eso no supone un problema para la ministra de Defensa. Ella va a su bola. “Ya me conocen. Soy bastante clara. Me ha ido bien en la vida”. Ahora le está yendo de miedo. Es la única integrante del Gobierno que cuenta con el apoyo de Sánchez y de la derecha. No le va a ser fácil mantener ese combo triunfador.