Luis Simón, director en Bruselas del Real Instituto Elcano, cree que España debería influir sin complejos en la Unión Europea (UE). Y su receta pasa por alejarse del “europeísmo beato”, definir intereses estratégicos de Estado y “pelearlos” día a día y en equipo, como hacen otros países.
“Esto es algo que otros países europeos tienen clarísimo y que nosotros, por razones históricas, porque hemos mirado a Europa como 'palabra de Europa, palabra de dios', porque nuestra propia consolidación democrática estaba vinculada de alguna forma a la integración en Europa, hemos tenido un cierto complejo a la hora de afirmar nuestros intereses”, explica Simón.
Hijo de profesores de secundaria de Alicante, con un currículum atiborrado de títulos, masters, doctorados y posdoctorados en España, Estados Unidos, Francia o Reino Unido, Simón (Murcia, 1981) comparte con Efe una reflexión que respalda pero que no es genuinamente suya.
Son conclusiones extraídas de varias sesiones de debate informal en Bruselas con diplomáticos españoles, altos funcionarios europeos, eurodiputados, empresas, comunicadores o altos cargos gubernamentales celebradas garantizando su anonimato y plasmadas en el documento del Real Instituto Elcano: “Hacia un ecosistema de influencia en Bruselas” (https://bit.ly/2WOyEP0).
“Apreciamos cierta falta de claridad sobre los objetivos generales de España en relación con el proyecto europeo, más allá de un etéreo 'más Europa' y 'somos europeos'. ¿Qué tipo de Europa quiere España? ¿Cuáles son las prioridades temáticas y dentro de cada tema? ¿Para qué quieres la influencia?”, dice.
Con “espíritu crítico, aunque siempre constructivo”, estos debates tratan de identificar déficits que se hayan podido cometer hasta ahora. Simón, que lleva once años en Bruselas, sostiene que “es importante afirmar la influencia de España en la UE, no por un concepto nacionalista o arcaico”.
“Garantizar el máximo nivel de influencia de España en Bruselas es el mejor seguro para defender las prioridades de los ciudadanos españoles”, comenta en las oficinas del único centro de pensamiento (think tank) español en Bruselas, ciudad donde es profesor titular de Relaciones Internacionales de la neerlandesa Vrije Universiteit Brussel.
“Es un poco frustrante ver comités en Bruselas donde tienes un francés que hace de francés, un italiano que hace de italiano y un español que va de técnico”, resume Simón, quien agrega que los funcionarios europeos del Consejo y de la Comisión han recibido con agrado la estrategia de fomentar más contacto: “Había hambre”, dice.
ELECCIONES EUROPEAS DEL 26 DE MAYO
Estos euroburócratas son una de las teclas que España puede intentar pulsar para mejorar su capacidad de influencia en la UE, pero “la figura del europarlamentario es incluso más relevante pues, además de representar una ideología, ha sido elegido en un distrito concreto (en este caso, España) y, por tanto, es bueno que defienda una determinada forma nacional de entender la integración”.
“De ese modo, complementa la dinámica de influencia de España”, comenta Simón, que detecta dos líneas de actuación.
Por un lado, reforzar la conectividad entre los eurodiputados españoles “independientemente de su signo político, y el Gobierno y el resto de actores públicos y privados en Bruselas”, explica, como hacen los alemanes en finanzas o los franceses en defensa.
Y, por otro, que “la selección de los candidatos al Parlamento Europeo por parte de los partidos responda a criterios de profesionalidad, en concreto, su conocimiento de la realidad política europea, su experiencia y contactos en Bruselas y conocimiento de la UE y el conocimiento de idiomas. Es fundamental”.
EL ELEFANTE EN LA HABITACIÓN
“El tema del secesionismo catalán ha sido central en el grupo de reflexión. De hecho, cuando hicimos el diseño de las sesiones llegamos a la conclusión de que este es un tema que si no estaba relativamente bien gestionado, podría hipotecar la influencia de España en todos los otros ámbitos”, indica.
Y como la “crisis de imagen” que se ha producido con el independentismo catalán“ es ”seguramente el principal desafío estructural para España“ en la Unión Europea, el Real Instituto Elcano publicará próximamente un análisis específico sobre el tema.
“Se ha gestionado relativamente bien a nivel diplomático y gubernamental, pero no tan bien de cara a la opinión pública europea. No tan bien por ser un poco benevolente”, dice como avance.
RESUMEN
“Tenemos ahora una ventana de oportunidad para avanzar hacia una visión más expansiva de influencia precisamente porque nuestra diplomacia ha venido recientemente jugando un importante papel dinamizador de lo que llamamos el ecosistema de influencia española en Bruselas, a través de la promoción y el estímulo de redes formales e informales. Aprovechémosla”, concluye.