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OPINIÓN | 'A paladas', por Antón Losada

La tímida resurrección del Mar de Aral

Cuando se visita la página de la Wikipedia dedicada al Mar de Aral en inglés llama la atención que la descripción está en tiempo verbal pasado: ‘El Mar de Aral ERA...’. En tiempos uno de los mayores lagos de la Tierra con 67.000 km2 este cuerpo de agua situado entre Kazajstán y Uzbekistán, en el Asia Central, ha estado reduciéndose desde mediados del siglo XIX al menos, aunque su retirada se aceleró desde los años 60 del siglo pasado cuando la URSS desvió masivamente los ríos que lo alimentan para irrigar cosechas de algodón en las zonas circundantes.

Lo que siguió fue un desastre ecológico, económico, social y político de proporciones bíblicas que ahora, décadas después, está empezando a remitir tras heroicos esfuerzos de ingeniería.

El desvío de las aguas provocó la práctica desaparición del lago al descender el nivel del agua dejando únicamente un par de cuencas inundadas al norte y al oeste, mientras que en la cuenca oriental hoy solo se conserva un gigantesco desierto polvoriento donde antaño hubo agua.

El Mar de Aral se ha convertido en uno de los ejemplos paradigmáticos del daño que los humanos podemos llegar a hacer a nuestro planeta, daño que al final nos acaba perjudicando a nosotros: el colapso causó innumerables problemas a los habitantes de las regiones que lo circundan, destruyendo su economía y forma de vida.

Hoy las noticias son menos malas para algunos de los fragmentos supervivientes: la cuenca norte del Mar de Aral, en Kazajstán, está recuperando poco a poco el agua y los peces de agua dulce que eran habituales en el lago, con lo que los pobladores de la zona están empezando a recuperar la esperanza.

En parte gracias a un nuevo dique de contención que ha permitido embalsar el agua el lago recuperó a partir de 2005 casi 3 metros de profundidad en muy poco tiempo, lo que ha hecho posible que vuelvan los peces al reducir la salinidad del agua. Con un poco de suerte la intervención humana ayudará a reparar, al menos en parte, lo que la ceguera humana causó en un principio.

Imagen de la NASA. Dominio Público.

Cuando se visita la página de la Wikipedia dedicada al Mar de Aral en inglés llama la atención que la descripción está en tiempo verbal pasado: ‘El Mar de Aral ERA...’. En tiempos uno de los mayores lagos de la Tierra con 67.000 km2 este cuerpo de agua situado entre Kazajstán y Uzbekistán, en el Asia Central, ha estado reduciéndose desde mediados del siglo XIX al menos, aunque su retirada se aceleró desde los años 60 del siglo pasado cuando la URSS desvió masivamente los ríos que lo alimentan para irrigar cosechas de algodón en las zonas circundantes.

Lo que siguió fue un desastre ecológico, económico, social y político de proporciones bíblicas que ahora, décadas después, está empezando a remitir tras heroicos esfuerzos de ingeniería.