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España se sitúa a la cabeza de la UE en la vacunación de los mayores frente a la COVID-19

Belén Remacha

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España se ha colocado a la cabeza de vacunación contra la COVID-19 a los mayores. De entre los de más de 80 años, alrededor del 100% tiene una dosis desde hace más de medio mes, y el 98,2% las dos (a la mayoría de esta edad se les ha puesto Pfizer, dos dosis separadas por 21 días). La media de la Unión Europea, según el Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC), es del 77,2% y del 57,4% para esos dos indicadores, varios puntos por debajo. Solo nos iguala Irlanda, también con el 100% con una dosis; con más del 99% están Dinamarca, Islandia y Malta. En el tramo de 70 a 79 somos los séptimos (93,4% con una dosis), y en el de 60 a 69 los terceros (80%). En EEUU, que comenzó antes que la UE, el 84,5% de los mayores de 65 tienen al menos una dosis y el 72,6% la pauta completa, según sus Centros de Control y Prevención; en España, el cómputo global da que el 90% de los mayores de 60 una, el 44% pauta completa.

Los expertos y participantes en la estrategia nacional creen que la priorización de más edad a menos en España ha sido un acierto, superado el momento en el que se vacunó a profesionales esenciales menores de 60 con AstraZeneca porque no había datos suficientes acerca de su seguridad en mayores (y sobre los que el Ministerio de Sanidad debería esta semana decidir si les da la segunda dosis también de AstraZeneca, o les da una de Pfizer). Y también que la velocidad adquirida se debe a la estructura fuerte de nuestro Sistema Nacional de Salud, y al trabajo del personal de enfermería, en muchas ocasiones y territorios doblando turnos. Los datos apenas reportan rechazo a la administración en edades avanzadas, sino que ha sido casi testimonial, indican los profesionale.

Gráfico: Ana Ordaz

El presidente del Comité de Bioética de España, Federico de Montalvo, es uno de los firmantes de la estrategia nacional y por tanto una de las personas que decidió que ésta fuera por edades. La campaña, que comenzó a finales de diciembre, “ha salvado miles de hospitalizaciones. El sistema está más preparado, pero lo que se ha notado ha sido la vacuna. Por tanto, se ha acertado”. De Montalvo piensa que incluso dirigir AstraZeneca en febrero solo a menores de 60 años no fue un error porque “era mejor, a los mayores, darles una vacuna con acreditado porcentaje de eliminación de la enfermedad grave y mortalidad del 95%. La de AstraZeneca también es muy buena, pero no tiene ese porcentaje acreditado [es de alrededor de 70%], y el riesgo para ellos es para su vida”.

Un estudio del Ministerio de Sanidad calcula que durante la tercera ola las dosis de Pfizer y Moderna evitaron 3.500 fallecimientos en las residencias, el primer escalón de la vacunación, donde se empezó a finales de diciembre. Inmaculada Cuesta, representante del Consejo General de Enfermería, vocal en la Asociación Enfermería y Vacunas (ANENVAC), y también firmante de la estrategia nacional, cita esa investigación, que por ser en residencias no se puede extrapolar a la población general, para declarar que “hemos tenido un buen resultado”. “La palabra clave es la edad, es el condicionante principal para que esta enfermedad tenga un pronóstico malo. Por eso lo decidimos así”, añade. Con datos del Instituto de Salud Carlos III, desde el 22 de junio de 2020, los mayores de 80 suponen el 60% de las muertes que se han producido en España (unas 31.500 de más de 49.000); sumando a los mayores de 70, han sido el 80% (unas 42.000).

Perdimos tiempo, pero lo recuperamos

Otros países, como Francia o Italia, también han priorizado a los mayores, con la salvedad de los meses que AstraZeneca fue ahí para menores. Y Francia tiene actualmente al 71% de su población mayor de 80 con una dosis e Italia al 88%. Sus curvas de letalidad en abril (una y otra), por este motivo, entre otras circunstancias, no han caído tanto como la nuestra, o se han mantenido más estables. ¿Qué ha hecho que España tenga mejores tasas con los de más de 80, 70 y 60? “En España, ahora mismo, es prácticamente dosis recibida, dosis suministrada a las comunidades, dosis administrada. Esto va rapidísimo, rapidísimo”, contesta Cuesta. Los números no son tan precisos pero son buenos: de Pfizer, que es la compañía de la que más viales recibimos (en junio serán para 13 millones de pinchazos), se han puesto el 98%; de AstraZeneca (la segunda que más) el 83%; de Moderna el 65%; y de Janssen el 50%. La semana pasada se pusieron en un solo día más de 600.000 inyecciones.

Son más los factores que contribuyen a esta velocidad adquirida, según Cuesta: “Entre países no son iguales los recursos de enfermeras y de centros de salud, ni la dispersión geográfica”. José Antonio Forcada, presidente de ANENVAC, recuerda que “ha costado, pero finalmente ha habido una buena organización, en residencias, con dependientes, con enfermos con patologías y con mayores”, que “todo es mérito de las enfermeras”, y los récords diarios que se están alcanzando. Forcada sí piensa que fue un “error evidente” y que “perdimos tiempo” con las vacunaciones a policías, bomberos o profesores menores de 60 años. “Se equivocaron al identificar a quién teníamos que vacunar y probablemente ha sido una de las peores cosas de la campaña”, pero ya “se ha remontado” y también va muy rápido, con Janssen, la vacunación de los de 70.

“Nosotros tenemos un sistema sanitario que tiene bastantes diferencias con muchos países de Europa: mucho sistema público y cobertura universal que ha facilitado que a la mayoría de profesionales se les haya podido captar fácilmente para la campaña”, continúa Forcada sobre esos motivos que nos llevan a estar en la cabeza de Europa de la campaña con ancianos. Tenemos una red de centros de salud, que no son equiparables en otros países, “y hemos habilitado los famosos vacunódromos, que hay a quien le ha podido resultar complicado el acceso, pero para la mayoría ha sido más ágil”. Aunque “aún podríamos tener más recursos”, porque las enfermeras, en muchos casos, están haciendo este trabajo doblando turnos y con compensaciones escasas. Los sindicatos calculan que hay unas 3.000 enfermeras en paro en España, pero aparte de ellas, “tenemos a mucha gente jubilada que se ha ofrecido a colaborar. Es probable que el mes que viene, si como se ha anunciado la campaña se hace masiva, sí haya que recurrir a ellas”.