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Miles de profesores interinos temen volver a la precariedad por la previsible subida de ratios en las aulas

Acaba el curso escolar y mientras los profesores tratan de sobrellevar “la peor semana del año”, peleando con la burocracia interminable que les impone la administración y que se acumula especialmente a final de año, empiezan a mirar de reojo a septiembre. Un colectivo en concreto observa el futuro con recelo tras un curso en el que a muchos docentes se les ha abierto de par en par la puerta del empleo por la pandemia; el desdoblamiento de clases por la COVID y la contratación de algo menos de 40.000 profesores extra que lo ha hecho posible ha permitido a los interinos, el grupo más precario entre el profesorado, que suele ir alternando suplencias más o menos largas con periodos de paro, trabajar este 2020-2021 más y mejor que nunca.

Ha sido el caso por ejemplo de Beatriz López, maestra en la Comunitat Valenciana y que este curso, por primera vez, ha conseguido trabajar desde septiembre hasta junio por primera vez en los cuatro años que lleva ejerciendo. Pero todo lo bueno que ha tenido este año para López –laboralmente hablando– lo tiene de incierto el que viene. El nuevo acuerdo entre las comunidades autónomas y los ministerios de Sanidad y Educación para el curso 2021-2022 –que permite disminuir la distancia entre el alumnado en clase– deja entrever que las autonomías volverán a las ratios prepandemia de alumno por clase. Eso permite prescindir de profesores, por lo que pone en cuestión la contratación de docentes y, por extensión el futuro laboral y la poca estabilidad que han tenido este año. Pero la incertidumbre es total porque las comunidades no han hecho públicos sus planes todavía, aunque fueron ellas las que solicitaron aumentar el alumnado por clase.

“No sé si pedir el paro, buscar un trabajo en verano o qué hacer”, explica la maestra López, que empezó en octubre una sustitución indeterminada por una baja por enfermedad (sustituyendo a una persona de riesgo antes la COVID-19) que acabó prologándose todo el año. Su contrato concluye el 30 de junio, explica, y a partir de ahí todo es incertidumbre. Si se repitieran el próximo curso las condiciones de este (en su centro cada curso pasó de tener dos clases a tres, de 26 alumnos por aula a 18) podría contar casi con certeza con una plaza para todo el año. Pero nadie sabe qué va a pasar. “No nos dicen nada. Se supone que vamos a volver a lo de antes, pero confirmado no está y cada semana sale una cosa distinta”, comenta. De momento está pensando en buscar un trabajo para el verano por lo que pueda pasar.

Nunca había trabajado un año entero. Siempre había hecho sustituciones más o menos cortas, casi tenía que poner dinero para trabajar. Esto me ha dado mucha estabilidad económica, pero también emocional

La incertidumbre recorre el país de arriba abajo. Sucede en la Comunitat Valenciana y ocurre en Andalucía, cuenta Carmen Vique. Esta maestra de francés, como su compañera valenciana, ha ejercido durante un curso entero por primera vez desde que es docente gracias a los refuerzos COVID. “Siempre había hecho sustituciones cortas, casi tenía que poner dinero para trabajar”, explica aludiendo a los desplazamientos y alquileres para dar clase por un tiempo que rara vez se conoce. Y, por fin, este curso lo hace entero en el mismo centro. Al lado de casa, además. “Fue una alegría enorme, llevo muchos años luchando por una plaza, y esto me ha dado mucha estabilidad a nivel económico, claro, pero también emocional”, y cita al hijo que no ha tenido que dejar con su padre (están divorciados) o sus abuelos cuando se tiene que mudar por trabajo.

Para que esta docente –e idealmente las otras casi 40.000 personas que han ejercido este año– pueda volver a trabajar el siguiente y para que se mantengan las buenas condiciones educativas de este curso (aunque haya sido por razones no tan positivas), los sindicatos se están empezando a mover en los centros y en la calle. CSIF ha convocado una manifestación para este mismo jueves 10 ante el Ministerio de Educación para exigir la vuelta de estos docentes en aras de aumentar las plantillas y, con ellas, la calidad educativa, según explican desde el sindicato. CSIF lamenta que Educación no ha convocado a los representantes de los profesores para consultarles o contarles nada y pide una reunión con el ministerio.

CCOO también está realizando estos días “acciones de distinto signo: concentraciones, resoluciones de claustros y consejos escolares, reuniones con los distintos sectores de la comunidad educativa, con partidos políticos, etc.” porque “las razones que motivaron el aumento de la contratación se siguen manteniendo”. En España hay actualmente unos 170.000 profesores interinos.

A la pública por primera vez

La situación excepcional de este curso también ha permitido a muchos docentes ejercer en la escuela pública por primera vez o directamente ejercer. El pasado septiembre, cuando se decidió que este curso tendría que darse en grupos reducidos y se concluyó que para ello harían faltas decenas de miles de profesores extra, el Ministerio de Educación aprobó un Real Decreto por el que permitía a las comunidades contratar primero a profesores habilitados para ello (en el caso de Secundaria, que tuvieran el máster específico aprobado) aunque no estuvieran en las bolsas de trabajo (esto es, que nunca se habían presentado a una oposición) e incluso, si estos se acababan, tirar de licenciados en determinadas carreras como última opción aunque no tuvieran la habilitación habitualmente exigida.

Entre los primeros se encuentra María, profesora de Secundaria que vio con esta relajación la oportunidad de ejercer. María (nombre ficticio) tiene el máster habilitante para dar clase en Secundaria, pero sin haberse presentado nunca a una oposición no puede, en circunstancias normales, dar clase en la escuela pública. Se apuntó a las listas de la Comunidad de Madrid y unas semanas después consiguió una sustitución. El año empezó duro, recuerda, con mucha incertidumbre y temporalidad. “Estuve una semana en el primer destino. Se acabó la sustitución, diez días esperando, me dieron otro. En este segundo centro pasé diez días. Vuelta a empezar. Finalmente, en el tercer instituto la sustitución ya fue para lo que quedaba de curso”, relata, y pudo disfrutar de unos meses de tranquilidad.

Pero María sabe que el año próximo, si no cambia la cosa mucho, no podrá repetir. La rebaja de requisitos excepcional que aprobó Educación solo duraba este curso, por lo que esta profesora ha decidido que se va a presentar a las oposiciones al cuerpo de profesores de Secundaria, que en Madrid se celebran el próximo día 19, para entrar en la bolsa de trabajo y así poder ejercer. Tampoco tiene claro cuál va a ser su situación porque, confiesa, no ha estudiado demasiado y quedará en una posición baja. Pero confía en que la acabarán llamando antes o después.

La incertidumbre afecta a todos

El problema de la incertidumbre que rodea todo lo que tiene que ver con los interinos les afecta a ellos en primer lugar, explican los profesores, pero también al resto. Luis Tovar, presidente de la Plataforma de Interinos Docentes de Ceuta (Pidoce) está a medio camino entre unos y otros. Él es interino, pero con nueve años de experiencia y un puesto alto en las listas que le garantiza una cierta estabilidad año tras año. Este curso, cuenta, ha cubierto una vacante el año entero, pero se lo ha pasado viendo a compañeros ir y venir. “Una semana en un centro, otra en otro”, explica, con una gran volatilidad en las plantillas. “En la segunda ola a partir de octubre y de noviembre íbamos casi día a día, no se podían hacer planes a corto plazo, a largo menos. Ya en general estás acostumbrado a no planificar demasiado, ahora menos. Nunca sabías cuándo te iban a llamar”, cuenta.

Pero el aumento de las contrataciones no ha acabado con la precariedad y la inestabilidad, aunque haya contribuido a mitigarla. Pedro, maestro leonés, aprovechó la oportunidad de ejercer sin haber opositado para buscar trabajo en Madrid. Como le sucedió a María, empezó juntando sustituciones cortas seguidas de periodos de paro. Una semana en Leganés, otra en Alcalá, cinco días en San Sebastián de los Reyes. En su caso, relata, como no reside en Madrid y como es habitual que uno sepa cuándo empieza la sustitución pero no cuándo la acaba, se buscaba soluciones habitacionales que pudiera cortar en cualquier momento. Así, se ha pasado el curso entre ejercer una semana en un municipio colindante a Madrid viviendo en un hotel, vuelta a León, bajar de nuevo a Madrid para otra semana. Hasta que le adjudicaron una plaza para el resto del curso y se ha podido asentar en la ciudad madrileña de Alcorcón.

El futuro de Pedro es incierto, como el de otras tantas decenas de miles de docentes. “Las cosas no están claras, pero parece que sí va a volver la normalidad anterior”, se resigna. “Porque lo contrario significa dinero y política”. Si no hay contratación extra y además no se permite otra vez ejercer sin estar en las bolsas, tendrá que buscar un plan b. En su caso, además, tiene la desventaja de que este verano no tocan oposiciones al cuerpo de maestros (en Educación lo habitual es que se alternen las oposiciones, un año para Primaria, otro para Secundaria), por lo que no puede presentarse solo para entrar en las bolsas.

Pero él, como otros, también valora la parte positiva, la experiencia regalada. “Haber trabajado este año va a venir muy bien, tanto para puntos en la baremación del profesorado [de cara a las futuras oposiciones del verano de 2022] como para coger experiencia laboral”, valora. Aunque no todo ha sido positivo. “El año ha estado muy bien, pero también hemos asumido un cierto riesgo. Yo he tenido que aislarme un par de veces por positivos de alumnos”, sostiene.

Y de fondo sobrevuela el acuerdo que los sindicatos firmaron en 2017 con el entonces ministro Cristóbal Montoro por el que, achuchada España por la UE por su alta temporalidad en la administración, se comprometían a rebajar la tasa de interinidad al 8% desde el 25%. Poco ha mejorado la situación desde entonces, aunque en los últimos meses algo se está moviendo. Los interinos –todos, no solo profesores– están convocado a un paro indefinido el próximo 18 de junio para “exigir el fin del problema de temporalidad a las relaciones laborales y administrativas en las administraciones públicas”.