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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Los “picaos” llenan de solemnidad y fervor la procesión del Jueves Santo

EFE

San Vicente de la Sonsierra (La Rioja) —

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San Vicente de la Sonsierra ha revivido hoy el fervor penitente de los “picaos” en la procesión del Jueves Santo, que ha reunido a miles de visitantes que han abarrotado las angostas calles de esta villa riojana para presencial este rito ancestral.

Penitencia, solemnidad y sentimiento religioso han quedado patentes en los dos kilómetros de recorrido de procesión, cuyo silencio únicamente se ha visto interrumpido por los azotes de los nueve disciplinantes a sus espaldas, momentos que han llegado a poner la “piel de gallina” a los muchos fieles y visitantes, entre ellos el presidente del Gobierno riojano, José Ignacio Ceniceros.

Así lo ha explicado en declaraciones a Efe José Ramón Eguíluz, portavoz de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y los Disciplinantes -una de las más antiguas de España-, que conserva esta forma de penitencia desde el siglo XVI, aunque se estima que es anterior.

Los disciplinantes, que han salido en la procesión descalzos, con la cara cubierta y vestidos con túnica blanca y la espalda desnuda, se han flagelado con una madeja de algodón, de entre 750 y 850 gramos, ante La Dolorosa y otras de las cuatro imágenes -elegidas por ofrenda o penitencia- que se han procesionado.

Cada disciplinante, con la madeja cogida con las dos manos y balanceándola entre las piernas, se ha azotado unos 800 golpes en la espalda durante aproximadamente unos 20 minutos, hasta que el acompañante y el práctico que le han seguido en la procesión han decidido el momento óptimo para ser pinchado.

Llegado este momento, el penitente se ha inclinado y ha colocado la cabeza entre las piernas del práctico, que le ha golpeado levemente tres veces cada lado de la espalda, en la zona lumbar, para que brotase un poco de sangre y evitar molestias posteriores, pero nunca para mortificar más o aumentar el sufrimiento.

Los cristales que contiene la “esponja” que se utiliza para el picado permiten que cada disciplinante reciba 12 pinchazos, que simbolizan los 12 apóstoles.

La procesión también ha contado con la presencia de tres Marías, vestidas con el manto de la Virgen de los Dolores, descalzas, con el rostro cubierto y acompañadas por miembros de esta Cofradía.

Al término de la procesión, en la que la ausencia de viento ha favorecido el recorrido, cada “picao” y el acompañante se han trasladado hasta la Casa de la Penitencia, junto a la iglesia de Santa María la Mayor, de donde ha partido la procesión y donde el practicante les ha dispensado un lavado higiénico y sanitario de los efectos de la punción y hematomas producidos, ha indicado Eguíluz.

Este lavado se hace con agua de romero hervida, que se tiene al sereno durante 24 horas, y cuya fórmula es secreta y se transmite de generación a generación.

La identidad de los “picaos” se conserva en el anonimato, así como el motivo por el que se someten a esta penitencia, aunque suele ser por cumplir una promesa o por conservar la tradición y evitar que se pierda, ha precisado Eguíluz.

Esta procesión, que es una de las más peculiares y populares de la Semana Santa española, fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2005 y Bien de Interés Cultural Inmaterial en 2016.

Tras la procesión de esta tarde, los disciplinantes volverán a autoflagelarse, en un contexto mucho más íntimo, durante la Hora Santa, que se oficia en el templo a las 23:00 horas y mañana, Viernes Santo, lo harán en el recorrido del Vía Crucis, por el Calvario, y en la procesión del Santo Entierro.