Barcelona celebra el centenario del metro devolviendo al Liceu los pináculos que lo hicieron inconfundible

Los cambios urbanos transforman la relación de una ciudad con sus símbolos más visibles y en Barcelona ese desgaste se aprecia con claridad en los elementos que definieron su personalidad histórica. La desaparición progresiva de referencias antiguas ha modificado la imagen de la capital catalana y ha hecho que la memoria material de algunos espacios se difumine.

Esa pérdida ha generado la necesidad de recuperar piezas emblemáticas que devuelvan coherencia a la trama urbana. El metro forma parte de ese patrimonio y, en el marco de su centenario, se ha convertido en un terreno privilegiado para restituir fragmentos de la Barcelona de hace un siglo.

La estación de Liceu es ahora el mejor ejemplo de esa voluntad de rescatar lo que desapareció con el paso de las décadas.

La Rambla vuelve a mostrar detalles que habían desaparecido de la vista pública

Los accesos de Liceu en la Rambla han vuelto a mostrar los pináculos originales, desaparecidos en obras pasadas, y sus carteles de hierro con la tipografía que distinguió a la estación en 1925.

Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) detalló que la restitución implicó modificar las barandillas para construir bases de obra que pudieran sostener las piezas, además de fabricar réplicas de los rótulos metálicos que identificaban las entradas.

La presidenta de TMB, Laia Bonet, valoró el alcance de la intervención y señaló que “hacer muy visible uno de los servicios más importantes de la ciudad: el metro, que registra cada día casi 1,6 millones de viajes”. La acción ha devuelto un aspecto reconocible en el corazón de la Rambla, frente al Gran Teatre del Liceu.

La cronología de las obras muestra la magnitud del proyecto. Entre el 21 y el 27 de julio se cerró el acceso en dirección a Trinitat Nova, y a partir del 27 de julio hasta el 3 de agosto quedó clausurada la entrada hacia Zona Universitària.

Esas intervenciones previas eran imprescindibles para instalar los pináculos, cuya presencia vuelve a otorgar verticalidad y relieve a las barandillas de entrada. Con esta operación, los transeúntes observan de nuevo elementos forjados que durante décadas habían quedado fuera de la vista pública.

El consistorio defiende la restauración como un paso para reforzar la memoria material

El Ayuntamiento de Barcelona subrayó que los trabajos de restauración han permitido recuperar piezas históricas de forja y fundición de hierro unidas mediante tornillos, sometidas a granallado y limpieza con láser. Además, se aplicó pintura antioxidante de gran resistencia a la intemperie para garantizar su conservación a largo plazo.

Según la nota oficial del consistorio, “la estación de metro de Liceu recupera los pináculos históricos”, un anuncio que confirma la voluntad de devolver al paisaje urbano las formas que se perdieron tras la reforma de 2007. Aquella obra elevó las barandillas para cumplir la normativa de seguridad y eliminó las pilastras y coronaciones que ahora vuelven a ocupar su lugar.

Los carteles también han sido objeto de una reconstrucción cuidadosa. Cuando se inauguró la estación el 5 de julio de 1925, uno de los accesos mostraba la palabra Liceo y el otro Gran Metro. Años después, la señalización se unificó bajo la abreviatura G. Metro, que permaneció hasta 1969.

Los rótulos originales desaparecieron, de manera que la réplica actual ha seguido los planos históricos para recuperar el aspecto de hace un siglo. Con ello, la estación vuelve a mostrar sus dos denominaciones iniciales, que marcan la diferencia entre su nacimiento como cabecera y su evolución en la red metropolitana.

La restauración de los pináculos ha incluido además la restitución de las pilastras que sostienen las barandillas, siguiendo la ubicación exacta recogida en los planos originales. De esta manera, los accesos retoman su diseño inaugural, respetando los detalles que les daban su evidente singularidad.

La Fundación TMB había conservado los ornamentos en sus almacenes tras su retirada en 2007, lo que ha permitido devolverlos ahora con un tratamiento técnico específico. Cada pieza ha sido sometida a limpieza láser y revestida con materiales preparados para soportar las condiciones del espacio público.

El centenario confirma la apuesta por integrar el patrimonio en la red metropolitana

El centenario del metro de Barcelona ha servido de marco para estas actuaciones, que buscan poner en valor el patrimonio histórico de la red. La intervención en Passeig de Gràcia ya había mostrado la misma orientación, y ahora Liceu confirma que la memoria material se ha convertido en un eje central de la celebración.

Con la recuperación de los accesos, el paisaje de la Rambla incorpora de nuevo un detalle de la Barcelona de 1925 con la evidencia física de un diseño que vuelve a ocupar su sitio. El gesto es tan evidente que da la impresión de que los transeúntes atraviesan las mismas bocas abiertas hace un siglo.