Historia y tradición detrás de las sardanas, el baile tradicional de Cataluña

Cada domingo, en plazas de toda Cataluña, los círculos de personas que se toman de las manos y bailan al compás de una cobla son una estampa tan habitual como el olor a mar o el sonido de las campanas. La sardana es hoy uno de los grandes símbolos de identidad catalana, un baile que une generaciones y que, sin embargo, tiene una historia mucho más reciente y sorprendente de lo que muchos imaginan. Su forma actual no nació de la tradición ancestral, sino del genio de un hombre del sur: Pep Ventura, un músico nacido en Jaén que revolucionó la danza popular del Empordà en pleno siglo XIX.

De la jota a la sardana: la búsqueda de una danza propia

Antes de la sardana, la danza más extendida en Cataluña era la jota, igual que en buena parte de España. En las Tierras del Ebro, por ejemplo, se conserva todavía una versión local de este baile, que fue reconocida oficialmente como danza de interés nacional en 2010. Pero en el siglo XIX, con el auge de la Renaixença, aquel movimiento cultural que buscaba recuperar la lengua y el orgullo catalán, surgió la necesidad de crear también una expresión artística que simbolizara la diferencia.

Fue entonces cuando una danza menor, casi desconocida fuera del Empordà, empezó a ganar protagonismo. La sardanaexistía, sí, pero era corta, repetitiva y limitada a unas pocas localidades. Los intelectuales de la época, decididos a construir una identidad cultural sólida, vieron en ella un punto de partida perfecto. Faltaba, eso sí, quien la transformara en algo más grande. Y ese papel lo asumió Pep Ventura.

Pep Ventura, el “andaluz” que inventó la sardana moderna

José María Ventura Casas, conocido como Pep Ventura, nació en 1817 en Alcalá la Real (Jaén), aunque se crio en Roses, en el Alt Empordà. Hijo de un militar andaluz destinado en Cataluña, se formó con el músico Joan Llandrich, y pronto se convirtió en un virtuoso de la tenora, el instrumento que acabaría siendo inseparable del sonido de la sardana.

Ventura no solo amplió la instrumentación de las coblas (añadiendo dos tenoras, dos tiples, cornetines, fiscornos y contrabajo), sino que también cambió la estructura musical del baile. Nació así la sardana larga, más compleja, más rica y más apta para grandes formaciones y coreografías corales. La antigua sardana ampurdanesa tenía apenas 24 compases; Ventura multiplicó su duración, alternando tramos cortos y largos, y creando melodías que podían rivalizar con las piezas orquestales de su tiempo.

Su obra más célebre, Per tu ploro, la compuso tras la muerte de su esposa, y se ha convertido en una de las piezas más interpretadas por las coblas catalanas.

De danza popular a símbolo cultural

Con la expansión del movimiento catalanista, la sardana pasó de ser un baile rural a convertirse en un emblema nacional. Los poetas de la Renaixença, como Jacint Verdaguer o Joan Maragall, la ensalzaron en sus textos, y pronto se empezó a hablar de ella como “la danza entera de un pueblo”.

Durante el siglo XX, la sardana se popularizó en todas las clases sociales, aunque inicialmente fue un baile de la clase obrera, especialmente vinculado a las sociedades corales. Mientras la alta burguesía bailaba valses en los salones, los trabajadores llenaban las plazas con sardanas, acompañadas de letras reivindicativas y de una fuerte carga emocional.

Hoy, más de siglo y medio después, sigue siendo una danza viva, presente en fiestas mayores, concentraciones populares y festivales de todo tipo. La Generalitat de Cataluña la declaró elemento festivo patrimonial de interés nacional, reconociendo su papel central en el imaginario catalán.