Maltrato, intoxicaciones y otros accidentes: así fue cómo el rodaje de 'El mago de Oz' se convirtió en horror

Wicked: For Good, dirigida por Jon M. Chu, es el tema de conversación del momento. La película protagonizada por Cynthia Erivo (Elphaba) y Ariana Grande (Glinda) llegó a cines el fin de semana pasado y consiguió un nuevo récord: recaudó 151,5 millones de dólares en Estados Unidos, convirtiéndose en el mejor debut para una adaptación cinematográfica de un musical de Broadway.

Hablamos de la segunda parte de la película que se estrenó hace un año y que abordó, de la misma manera que el mítico musical, el pasado de Elphaba. Ambos largometrajes explican cómo este personaje se convierte en la Bruja Mala del Oeste que vimos por primera vez en El mago de Oz (1939). Aunque ambas historias están interconectadas, Wicked y la película protagonizada por Judy Garland tienen pocas cosas en común desde un punto de vista técnico. 

El largometraje que se estrenó hace 86 años fue toda una revolución en la industria, principalmente por el uso que hizo del Technicolor. Hoy, el filme dirigido por Jon M. Chu es un ejemplo más de cómo el cine ha evolucionado con toda una serie de efectos especiales refinados. Pero más allá de lo que se aprecia en pantalla, Wicked y El mago de Oz se diferencian por un hecho fundamental: el desarrollo de su rodaje. 

Seis meses de terror

La grabación de la película de 1939 fue tan desastrosa que algunos llegaron a creer que el rodaje estaba maldito. La lista de cosas que pasaron en el set es enorme, pero empecemos por el principio. El Hombre de Hojalata original (Buddy Ebsen) casi muere por la toxicidad del polvo de aluminio que se utilizó en su maquillaje, por lo que tuvo que ser reemplazado por otro actor (Jack Haley). 

La Bruja Mala del Oeste, interpretada por Margaret Hamilton, tampoco se libró de accidentes y sufrió quemaduras de segundo grado durante la grabación de una escena en la que desaparecía envuelta en llamas. Por su parte, el León Cobarde (Bert Lahr) tuvo que actuar con un traje hecho con piel real de león que pesaba unos 40 kilos, lo que le hacía pasar un calor extremo bajo las luces del set. Ya de por sí, el calor que hacía en la nave donde rodaban era asfixiante: el espacio podía alcanzar los 40 grados.

Una de las grandes víctimas del rodaje fue Judy Garland, que en el momento de interpretar a Dorothy apenas tenía 16 años. La actriz fue sometida a dietas estrictas para que pareciera mucho más joven (su personaje tenía originalmente unos 12 años) y la obligaron a llevar un corsé durante toda la grabación que disimulara sus pechos. 

Garland también tuvo que tomar pastillas para mantenerse despierta y sedantes para dormir. Años después, se supo que la joven también sufrió acoso sexual durante la grabación. Además, tuvo que sufrir las humillaciones de Luis B. Mayer, magnate de la Metro Goldwyn Mayer, que se refería a ella como “mi pequeña jorobada”. Todo esto se alargó durante aproximadamente seis meses, en los que el reparto trabajó durante largas jornadas diarias.