Tu jefe te escribe un correo electrónico pidiéndote una tarea para hoy. Llega el momento de responderle y te entran las dudas: ¿Respondes “¡Claro, ahora mismo!” o simplemente “Sí, me pongo a ello”? Aunque pueda parecer una diferencia mínima, esas exclamaciones pueden cambiar la forma en que tu respuesta será recibida. Estos signos dicen mucho más de nosotros de lo que creemos, según ha confirmado un estudio recientemente publicado.
La investigación, realizada por investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania, la Universidad George Washington y la Universidad del Sur de California, señala que el uso de signos de exclamación refleja normas sociales sobre cómo se espera que los hombres y las mujeres se comuniquen en un entorno digital.
Para llegar a esta conclusión, la investigación realizó cinco estudios diferentes en los que exploraron cómo hombres y mujeres usan los signos de exclamación a la hora de escribir mensajes digitales y qué consecuencias tiene esa decisión. Una vez analizadas las respuestas de cientos de participantes, los resultados han sido publicados en la revista Journal of Experimental Social Psychology.
Los resultados de los cinco estudios
En el primer experimento, encontraron que las personas suelen asumir que los mensajes con exclamaciones habían sido escritos por una mujer. En el segundo, observaron que las mujeres eran más propensas a incluir exclamaciones y que percibían una especie de presión social que las animaba a incorporarlas en sus comunicaciones digitales.
El tercer estudio mostró que las mujeres solían usar exclamaciones con mayor frecuencia y reflexionaban más sobre su uso. Por ejemplo, algunas de las participantes dijeron que las usaban “demasiado” y estaban preocupadas por cómo estas podían afectar a la impresión que se llevaran los receptores de sus mensajes.
En los últimos experimentos, los investigadores comprobaron que las exclamaciones mejoraban la percepción de simpatía y entusiasmo pero que, al mismo tiempo, podían reducir la percepción de poder y pensamiento analítico de la persona que escribía el mensaje. En este caso, los efectos no dependían del género del emisor: tanto si eran hombres como mujeres, las reacciones similares eran similares.
“Nuestros hallazgos ofrecen información valiosa sobre cómo hombres y mujeres se comunican a diario frente a las expectativas normativas relacionadas con el género y ponen de manifiesto las dificultades inesperadas que esto puede generar”, señalan los investigadores en el estudio.