La costa gallega esconde un pequeño municipio edificado sobre uno de los acantilados más altos de la Europa continental. Se trata de Cedeira, reconocido como destino de interés turístico desde 1953, y que se extiende sobre un tramo del litoral gallego donde la geografía marca cada paisaje. En su límite norte se alza el monte de Herbeira, un acantilado que supera los 600 metros de altura y que domina el Atlántico norte. Desde allí, la línea del horizonte se funde con el océano, ofreciendo un escenario en el que el mar y la tierra parecen encontrarse sin transición, un rasgo que ha definido históricamente la relación de la villa con su entorno natural.
La historia de Cedeira está estrechamente ligada al mar. Su nombre, derivado del latín ‘cetárea’, refleja la importancia que tuvo como puerto ballenero en la Edad Media. La pesca ha sido durante siglos la base de su economía, marcando el desarrollo social y urbano del municipio y dejando una huella tangible en su arquitectura, en su organización portuaria y en las tradiciones que aún se conservan entre sus habitantes.
Patrimonio, litoral y paisaje: lo esencial de Cedeira
El acceso a la sierra de la Capelada introduce uno de los espacios más reconocibles del municipio: los acantilados de Vixía de Herbeira. Este tramo del litoral alcanza los 613 metros sobre el nivel del mar, una cota que lo sitúa entre los más elevados de la Europa continental. La antigua garita de vigilancia, situada en la parte alta, permite comprender la magnitud de esta formación geológica, marcada por un desnivel que cae de manera casi vertical hacia el Atlántico y que define uno de los perfiles naturales más característicos de la zona.
En este mismo cordal se encuentra el santuario de San Andrés de Teixido, que conserva la huella de un templo anterior del siglo XII. Su configuración actual procede de intervenciones realizadas entre los siglos XVI y XVII, en las que se consolidó un estilo vinculado al gótico-barroco de tradición marinera. El lugar mantiene una fuerte componente simbólica ligada a la creencia popular que sostiene que “a San Andrés de Teixido va de muerto quien no fue de vivo”, un dicho que ha alimentado durante generaciones las rutas de peregrinación que convergen en el entorno del santuario.
Desde la sierra, el relieve desciende hacia la ría de Cedeira. A lo largo de este espacio aparecen arenales con características distintas: la playa de A Magdalena, próxima al núcleo urbano y situada en una zona abrigada, y la playa de Vilarrube, más extensa, delimitada por dunas y expuesta a la influencia del noroeste. Ambos arenales ilustran la diversidad de un litoral que alterna áreas resguardadas con frentes más abiertos al oleaje.
En la punta que protege la entrada de la ría se levanta el castillo de la Concepción, construido en el siglo XVIII como parte de la defensa marítima del territorio. La ubicación de la fortaleza respondía a la necesidad de controlar la navegación en un punto estratégico de la costa. Ese pasado vinculado a actividades militares y pesqueras también queda representado en el Museo Mares de Cedeira, donde se conservan objetos relacionados con la navegación y con los oficios tradicionales del litoral, elemento que permite contextualizar la evolución económica y social de la villa.
El recorrido por el casco histórico conduce a algunos de los edificios más representativos del núcleo urbano. La iglesia parroquial de Santa María del Mar, documentada desde el siglo XV y edificada siguiendo pautas góticas, constituye uno de los principales referentes patrimoniales. En su entorno se mantienen viviendas con piedra labrada y galerías acristaladas, rasgos habituales en las localidades costeras gallegas.