Descargas de adrenalina con conciencia verde

Iván Suárez / Iván Suárez

Del maridaje entre la adrenalina de las actividades de aventura y la vocación ambientalista que anhelaban transmitir sus dos fundadores surgió en 1996 Limoniun Canarias, una empresa de turismo activo radicada en Gran Canaria que ha abrazado la propuesta de la Economía del Bien Común proyectada por el austriaco Christian Felber, un guante que se adapta a la filosofía que esta pequeña empresa había implantado desde su nacimiento de una manera intuitiva, sin un marco conceptual que la guiara.

Su director, José Luis Echevarría, explica que el valor añadido que ofrece Limonium es que imprime a actividades como la escalada, el rappel, el senderismo, la orientación, los circuitos multiaventura, los descensos de barrancos, los kayaks o el parapente un fuerte componente de sensibilización con la protección del medio ambiente. “Somos conscientes de que el espacio natural es nuestro campo de juego, de que tenemos que cuidarlo. Es un sentimiento interno e intentamos transmitirlo en las actividades con una metodología lúdica, comunicando las cosas de forma sensitiva, participativa, divertida”, apunta.

El proyecto comenzó a germinar cuando José Luis aún no había finalizado sus estudios de Ingeniería de Telecomunicaciones. Fue en 1996 cuando se lanzó, junto a una socia licenciada en Ciencias del Mar, a dinamizar las actividades de la naturaleza que organizaba la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). A partir de ese momento, tras un análisis de las necesidades que imponía el mercado, completaron un periodo de aproximadamente tres años con poca actividad y mucha formación específica vinculada a la gestión empresarial y a la difusión del patrimonio natural.

Actualmente, cuenta con una plantilla estable de unos 10 trabajadores, aunque por proyectos ha llegado a sumar hasta 30, y sus principales clientes son las administraciones públicas. Limonium, que el pasado año facturó unos 400.000 euros, sólo ha repartido beneficios en cuatro ejercicios. Otros años ha reinvertido las ganancias en la propia actividad de la empresa o los ha utilizado para engordar un fondo de previsión con el que afrontar los pagos a proveedores y trabajadores ante las habituales demoras de la administración, que a veces tarda hasta doce meses en pagar.

El descubrimiento de la Economía del Bien Común se produjo a raíz de la emisión de un programa de televisión (Salvados, de La Sexta) y constituyó una especie de revelación para el gerente. ''Ver que lo que estábamos haciendo cuadraba con lo que decían y que había unas herramientas muy claras donde poder reflejarlas, nos pareció muy interesante y reafirmó nuestro compromiso para seguir mejorando en esos parámetros“, explica José Luis. Al igual que Oceanográfica, Limoniun será pionera en Canarias en la realización de una auditoría siguiendo la matriz de la Economía del Bien Común.

Planta de energía fotovoltaica

Desde hace cuatro años, esta empresa de turismo activo trabaja por hacer desaparecer totalmente su huella ecológica. Por ello, ha invertido en una planta de energía fotovoltaica que produce 10.809 kilovatios-hora al año y que compensa las emisiones de dióxido de carbono que genera la propia actividad de la empresa.

En el ámbito laboral, Limonium cuenta con dos perfiles profesionales muy diferenciados. Por un lado, los monitores de actividades tienen una formación específica (geógrafos, animadores deportivos?) y son trabajadores “jóvenes, con don de gentes y amor por el medio ambiente”.

Por otro lado, se encuentra el equipo de operarios, que se encarga de la gestión de huertos urbanos o de servicios de mantenimiento. Es en este segundo perfil donde la empresa dirigida por Echevarría intenta incluir a empleados que pertenecen a grupos de difícil inserción laboral. Así, hasta hace aproximadamente un año, la empresa tenía a un trabajador con discapacidad que decidió trasladarse a Fuerteventura. Las dos últimas contrataciones han sido para dos personas que tienen entorno a 50 años y un bajo nivel formativo.

En materia salarial, Limonium se ajusta a los parámetros establecidos en la Economía del Bien Común y la diferencia entre el salario máximo y el mínimo no supera la relación 1:3 (el máximo permitido en el proyecto liderado por el filósofo austriaco Christian Felber es de 1:6).

Además, las retribuciones de todos los trabajadores se encuentran por encima de lo que estipulan sus convenios y, según han reflejado en su informe para la auditoría, “se cumple el criterio que cubre las necesidades básicas (1.000 euros en España) si se tienen en cuenta las horas efectivas trabajadas en cada categoría”.

Y es que la mayoría de los empleados de Limonium cubren una jornada laboral de 35 horas semanales. José Luis Echevarría afirma que “muchas veces no llegan ni a cumplirlas, porque tienen unas horas para autogestión o programación en casa”. El horario más riguroso es el de la oficina (de 08.30 a 14.30 horas).

''No funcionaríamos sin buen rollo''

Por otra parte, Limonium organiza de forma periódica acciones conjuntas no sólo con el personal de la empresa, sino también con el de Oceanográfica, para motivar y cohesionar a los trabajadores, que participan en el 76% de las decisiones adoptadas. “Una empresa como ésta no funcionaría si no hubiese buen rollo”, asevera.

Echevarría reconoce que la Economía del Bien Común les ha hecho “repensar” varios de sus procesos. Entre sus objetivos, el gerente de Limonium se marca la realización de una ficha de cada proveedor para cuantificar su contribución al bien común y favorecer a aquellos que tengan una filosofía similar, dejando de priorizar el precio. “Intentaremos involucrarlos en el proyecto, nos abre un abanico de colaboración con esas empresas”.

La situación económica, sin embargo, ha resentido de manera importante a la empresa. “Se ha notado mucho la crisis. Cuando aprieta el bolsillo, dejas de usar el tiempo de ocio. Los últimos dos años hemos tenido que tirar de imaginación, ser más exigentes en los trabajos más selectivos. Haremos trinchera a ver si resistimos”, concluye el gerente.

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