Clases sin pizarra, matrícula de honor en humanidad

Hacer los deberes se convierte para muchos niños en una tarea tediosa que fomenta el rechazo hacia el colegio y el mismo aprendizaje. \ Cayusa

María Neupavert

Las Palmas de Gran Canaria —

Aulas llenas de cojines y colchonetas. Un uniforme que consiste en unas cómodas zapatillas de andar por casa. Muebles hechos a la medida de los más pequeños. Interacción con la naturaleza. Y como deberes, ser feliz y saber valorarse a uno mismo. No hablamos de una utopía, ni de métodos educativos sacados de una película de Hollywood. En realidad, nos referimos a una tendencia que empieza a cobrar gran protagonismo en nuestro sistema. La educación alternativa, con todas sus vertientes y variedades, es el último refugio de aquellos padres que no se conforman con lo establecido.

El pasado 11 de septiembre, la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, anunciaba que la tasa de abandono escolar temprano en España había descendido del 26,5% al 22,7%, es decir, que de cada 5 personas en nuestro país 1,14 no ha continuado con su formación una vez finalizada la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Aunque esta es una evolución positiva, es importante no lanzar campanas al vuelo. La media europea se sitúa en un 11,9 y países como Francia o Grecia tienen una tasa del 9,7 y del 10,1 respectivamente.

La situación se vuelve incluso más dramática cuando ponemos la lupa sobre el archipiélago canario. En las Islas, el ya citado abandono escolar temprano alcanzaba al 36% de la población hace tan solo 3 años y aunque hoy afecta al 25% no se puede hablar, ni mucho menos, de éxito.

La saturación en las aulas, la falta de compromiso entre instituciones educativas y núcleo familiar o los escasos recursos para adquirir materiales que fomenten y desarrollen las capacidades intelectuales de los niños son algunos de los desencadenantes de esta realidad. La historia de la educación en España es un affaire difícil de analizar, un arma política que muchos representantes públicos utilizan a su antojo como moneda de cambio. Desde 1990, profesores y estudiantes han tenido que adaptarse a 4 leyes diferentes: LOGSE, LOCE, LOE y, por último, la denostada LOMCE.

Según el experto en educación y creatividad Ken Robinson el sistema contemporáneo impide que los pequeños se desarrollen. En una entrevista ofrecida en enero de 2011 al programa Redes, de Eduardo Punset, aseguraba que “nuestros sistemas educativos están desfasados. Son anacrónicos. Se crearon en el pasado, en una época distinta, para responder a retos diferentes. Con el tiempo, se han vuelto cada vez más limitados. En todas partes del mundo hay intentos de reformar la educación, y uno de los grandes mantras es que hay que elevar los estándares. Y me hace gracia, porque por supuesto que deberíamos mejorarlos siempre. ¡Pero no sirve de nada aumentarlos si están equivocados! Por ejemplo, en la mayoría de sistemas, se insiste mucho en elevar los estándares de matemáticas y de lengua, que por supuesto son muy importantes, ¡pero no son lo único que cuenta en la educación! Las disciplinas artísticas cuentan, las humanidades cuentan, la educación física también…”

Una casita mágica en pleno casco histórico

El clima de tensión, precariedad y abandono de la educación pública está impulsando la aparición de métodos alternativos con un gran atractivo para aquellas familias que quieren potenciar otros valores en sus hijos y que creen que otra forma de aprender es posible.

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en un antiguo caserón del barrio antiguo de Vegueta, se encuentra una escuela infantil muy especial. Aquí no hay campana que marque el inicio de las clases, ni puertas que impidan a los alumnos moverse libremente por todo el recinto. Nada más llegar, los peques se quitan sus zapatos de calle y se calzan unas cómodas pantuflas. Los baños, hechos a su medida, les permiten hacer sus necesidades con total autonomía. Las maestras no recitan una lección, sino que observan, guían y orientan a los niños para que estos puedan sacar el máximo provecho de todo el entorno.

“Aquí cada uno va liderando su propio ritmo de aprendizaje, y ese liderato parte de un estímulo propio del niño, pero sobre todo de algo que lo mantiene ahí, que es la disciplina interna”, explica su director Ricardo de Armas, quien hace un tiempo decidió montar una escuela que se guiara por el conocido método Montessori, una corriente pedagógica en donde los niños son los protagonistas y en la que los educadores deben ser capaces de amar y respetar cada una de las particularidades y diferencias de sus alumnos.

A pesar de que el método Montessori fue ideado por la educadora italiana María Montessori a finales del siglo XIX y principios del XX, en la actualidad está totalmente vigente. Sin embargo, un amplio sector se muestra reticente a su filosofía. ¿Qué tipo de disciplina se sigue en el aula? ¿Cómo se consiguen los objetivos marcados por el Ministerio de Educación? ¿Qué consecuencias puede tener para los niños desarrollarse en un entorno ‘utópico’ que nada tiene que ver con la realidad?

“En internet vienen muchas críticas al método Montessori con respecto a la seriedad del niño en el aula. Pero ésta es una observación hecha desde afuera, porque en realidad el niño está en un carnaval de emociones. Sencillamente está disfrutando de lo que hace. Ellos vienen equipados para trabajar en equipo, ser asertivos, ser currantes… quien fastidia todo esto es el adulto”, dice Ricardo. “El método Montessori es muy sencillo. Por eso lo he elegido, no sólo como salvoconducto para aplicarlo en la escuela sino para implementarlo en mi casa. Cuando observamos que los niños están en un periodo sensible de movimiento, el diseño del aula tendrá una correlación. Es decir, debe haber un espacio diáfano para que se puedan mover. Si yo le digo a un niño con dos años y medio, en plena efervescencia física, ¡siéntate! estoy obligándole a hacer algo antinatural”.

El director también explica que ellos no pretenden ser un “grupo anárquico”. Más bien al contrario, busca que sus estudiantes sean “habitantes de una sociedad y estimulen a la persona con la que tengan que convivir”. Por eso cumplen con los dictámenes que les exige el Ministerio, pero siempre desde su propia metodología.

Otro de los puntos interesantes de esta escuela es el concepto de transversalidad. Las diferentes capacidades y materias se van desarrollando e implantando de forma correlacionada, de tal manera que cualquier actividad termina siendo mucho más enriquecedora. “Nosotros intentamos salvaguardar la personalidad y la creatividad de los niños. Hemos hecho ejercicios con las universidades para ver qué está pasando cuando llegan arriba, cuáles son los déficits y las carencias. El primer proyecto era con matemáticas y letras. En las carreras científicas nos decían que lo que no hay que hacer es seguir mejorando en matemáticas. Las universidades están viendo que tienen que pedir a los alumnos que apliquen leyes, porque cuando les proponen un problema no lo comprenden. Para fortalecer el área de matemáticas hay que fomentar la comprensión lectora, el análisis de textos, la disertación…”, comenta Ricardo.

Hoy en día la escuela Montessori de Vegueta acoge a niños de 0 a 6 años. A partir de ese momento, los chicos pueden dar el salto a un colegio tradicional o continuar en la Montessori School of Las Palmas, un centro ubicado en Tafira y que también se guía por esta disciplina. Aún así, el propio Ricardo de Armas tiene la intención de ampliar su oferta educativa y pretende comenzar a trabajar él mismo en la etapa de educación primaria en el curso 2015/2016.

Educación alternativa… ¿y gratuita?

Uno de los grandes hándicaps de este tipo de escuelas es que casi en su totalidad son privadas. La cuota está en torno a los 380 o 400 euros mensuales de media, un gasto que no todas las familias pueden sufragar. Por otro lado, la educación pública, con sus programas, objetivos y evaluaciones apenas deja espacio para el desarrollo de métodos como los de Montessori.

Este escenario lleva a pensar que los padres con rentas bajas están condenados a matricular a sus hijos en escuelas que no terminan de convencerles. Lo cierto es que así ocurre en la mayoría de los casos, pero no en todos. A veces surgen excepciones que se perfilan como grandes faros de esperanza, iniciativas que quieren demostrar que las cosas sí pueden ser diferentes y que tan sólo hace falta empeño.

El Colegio de Educación Infantil y Primaria de Caideros, en el municipio de Gáldar, es un claro ejemplo de ello. Con tan solo una veintena de alumnos y dos profesoras, este centro público ha hecho una clara apuesta por los sistemas de enseñanza integrales.

Ros Mari Baena García es su directora y una de las docentes. Su llegada a Caideros se produjo después de haber estado durante años en un colegio de Telde, con unas características completamente diferentes. “No ha sido fácil, es un cambio de entorno y mentalidad, nada funciona igual. Hay que organizar la vida de otra manera porque sabes que no hay tiendas por si te falta algo, que el internet no funciona igual, que si hay mal tiempo no funciona ni el teléfono. Pero por otro lado la unión entre vecinos es maravillosa, entre las familias de las alumnas y los alumnos es estrecha. La conexión con la naturaleza hace que haya momentos mágicos y otros en los que afloran los demonios internos, pero todo es parte de la vida y del aprendizaje de la misma. Al final todo es respirar”, explica.

Tanto ella como Ricardo de Armas coinciden en que a pesar de las exigencias del Ministerio de Educación, cada profesor tiene un área de trabajo que puede desarrollar según su propio criterio. “No debe haber ningún problema si el docente está dispuesto a dar el salto al cambio cuántico, porque no son opuestos, ni unos impiden el desarrollo de otros. Es cierto que la nueva ley tiene un trasfondo que pretende desarrollar la competitividad como valor primario entre el alumnado. Este contravalor no ayuda al desarrollo de una persona que vive conectada en una sociedad. Pero si uno quiere puede utilizar los elementos prescriptivos del currículo y llevarlos a término de la forma que mejor crea para sus educandos. La metodología es responsabilidad del docente y cómo desarrolla los objetivos, contenidos, criterios de evaluación, etc. dependerá de la creatividad y del grupo con el que se comparte el curso escolar”, comenta Ros Mari.

La rutina de los alumnos en Caideros comienza con un agradecimiento, que se realiza practicando una actividad que desarrolle la atención plena. Después, en una asamblea, se decide cuáles serán las actividades y contenidos de ese día. “A veces, se trabaja con los cuentos para sentir, otros días con la pintura en lienzo, el reciclaje creativo, la costura de fieltro o ganchillo, sentir y conocer la naturaleza, el teatro, las emociones, el huerto escolar, las gallinas...”, declara la directora. “Todo esto se intercala con el conocimiento de las matemáticas activas o de la inteligencia lingüística con las ciencias de la naturaleza o las ciencias sociales, pero siempre contextualizada con una tarea o producto. Actualmente estamos con el estudio del monocultivo de la platanera, tan importante tanto en el municipio donde viven como en Canarias en un momento histórico determinado”, concluye.

A la hora de valorar el progreso de sus alumnos en estos dos años, Ros Mari cree que “han ganado en democracia y participación, en expresión artística y verbal, en apreciar y respetar la naturaleza… pero, sobre todo, en ser felices”.

Los retos de la educación pública

“Se requiere joven licenciado, con alto nivel de inglés, capaz de trabajar en equipo, polivalente y que pueda adaptarse a circunstancias diversas”. Éste bien podría ser una de las muchas ofertas de trabajo que se encuentran por los portales de empleo. El mundo empresarial necesita cada vez más a personas multidisciplinares, creativas, con capacidad crítica y que sepan marcarse sus propios ritmos y metas. Lamentablemente, la realidad es bien distinta. Lo que se promueve desde los primeros años de escolarización no es sino la competitividad y el paternalismo, valores que difieren con los exigidos por los departamentos de recursos humanos de todas las compañías.

“El futuro casi pasa por la emprendiduría, las carreras universitarias serán casi todas online de aquí a cinco años, el Plan Bolonia nos propone estar en casa y valorar nuestro tiempo y trabajo, nos dicen que ya no habrá clases presenciales… Este modelo nos lo presentan en la recta final, cuando no nos han dotado de la autoestima necesaria para querernos a nosotros mismos. Cuando a un niño no se le premia ni se le castiga, cuando se le da el uso del tiempo, cuando le das rienda suelta a su personalidad… ese déficit que nos encontramos en la mayoría de edad sobre cómo saber valorarse no existiría”, reflexiona Ricardo de Armas.

Para tratar de conseguir personas que cumplan con este perfil, que sepan reconocer sus emociones y desarrollen su talento innato, el Gobierno de Canarias ha impulsado una nueva asignatura llamada Educación emocional y para la creatividad, la cual se imparte en los centros de educación infantil y primaria del Archipiélago. Esta iniciativa, pionera en el conjunto del Estado español, se sustenta en el “concepto de inteligencia emocional que hace referencia a la capacidad de gestionar de manera eficiente los sentimientos utilizando la razón, y esto implica: reconocer y expresar las emociones, regular y controlarlas y utilizarlas de forma productiva”, según se puede leer en su informe técnico. Al mismo tiempo, pretende “desarrollar la autoconfianza en las propias capacidades creativas superando los aspectos sociales y personales que la obstaculizan” y reconoce que “la creatividad ha sido bastante abandonada en las propuestas curriculares […] porque en la mayoría de las ocasiones no está bien vista como cualidad en el alumnado”.

La implantación de Educación emocional y para la creatividad en el programa educativo de Canarias ha hecho que expertos de todo el país pongan su punto de mira en las Islas. A fin de cuentas, no deja de ser una apuesta transgresora en un tiempo en el que las directrices que deben seguir las escuelas parecen completamente opuestas a lo que pregona esta asignatura.

Aún así, aunque muchos la hayan aplaudido, también hay un sector que ha mostrado su rechazo a la iniciativa, al considerarla poco prioritaria en un momento en el que los niveles de alfabetización están por los suelos.

No obstante, idoneidades aparte, parece innegable que los pequeños deben saber cómo gestionar sus emociones y encontrar aquello que les haga felices, más allá de una eventual excelencia académica.

Escuelas Waldorf, un paradigma lleno de interrogantes

Las escuelas Waldorf son posiblemente, junto a las de Montessori, una de las más reconocidas internacionalmente. El primer centro basado en esta pedagogía del que se tiene constancia estaba ubicado en Stuttgart (Alemania) y comenzó su actividad en el año 1919 de la mano de Rudolf Steiner, un austriaco doctor en Filosofía y Letras que recibió el encargo de organizar y dirigir una escuela libre para los hijos de los empleados de la fábrica de cigarrillos Waldorf. Aquella era una época convulsa, pues la Primera Guerra Mundial acababa de concluir, y Steiner no dudó un segundo para aceptar la propuesta. Durante los siguientes cinco años el austríaco trabajaría activamente en esta escuela, con la que pretendió crear un modelo educativo novedoso basado en su idea de la Triformación del Organismo Social.

Ahora, a punto de cumplir su primer siglo de vida, el enfoque de Waldorf goza de una gran popularidad. De hecho, un informe publicado en noviembre de 2014 enumeraba hasta 1.026 escuelas de este tipo alrededor del mundo, además de 2.000 jardines de infancia y hasta 646 centros de educación especial repartidos en 60 países entre los que se incluyen Kenia, Kazajistán o Moldavia.

Numerosos personajes famosos crecieron acorde a los postulados de Waldorf. En una lista publicada por la propia institución puede leerse que Jennifer Aniston, Chris Elliot o Michael Ende fueron algunos de sus alumnos más ilustres, aunque hay muchos más.

Pero, ¿en qué consiste exactamente la pedagogía Waldorf? La cantidad de reportajes, estudios e informes que se pueden encontrar en la web es abrumadora. Educar hacia la libertad, promover la creación artística, confluir en espacios de colaboración entre maestros y padres… son algunos de los postulados que saltan a la vista y que llaman la atención de quienes buscan información acerca de esta pedagogía. A pesar de ello, no es oro todo lo que reluce. Junto a tan atractivos eslóganes se sitúan críticas y opiniones negativas que relacionan a las escuelas Waldorf con lugares dedicados al culto espiritual, con un marcado toque sectario que puede influir negativamente en el desarrollo educacional de los niños.

La Asociación Internacional de Padres Afectados por Escuelas Waldorf es un claro ejemplo de la profunda crisis creada en torno a esta línea educativa. Desde hace un tiempo, este grupo de progenitores viene pidiendo que se reconozcan el carácter religioso de los colegios. De igual forma, la asociación Gente por las Escuelas Legales y No-Sectarias (PLANS, en sus siglas en inglés) manifiesta que juntos han “desarrollado una exhaustiva búsqueda de las escuelas Waldorf y la antroposofía, el esoterismo, la religión oculta que guía e inspira a los profesores de Waldorf. PLANS reconoce el derecho de los grupos religiosos a practicar y enseñar sus creencias, pero esperamos que esos grupos – incluida la antroposofía – digan la verdad sobre sus esfuerzos misionarios”.

La educación libre, la opción más complicada

En España, educar a un niño en casa es un reto lleno de obstáculos. No hay ningún tipo de legislación que prevea qué hacer en estos casos, por lo que en muchas ocasiones los padres tienen que enfrentarse, en el mejor de los casos, a acusaciones poco fundamentadas como que obligan a sus hijos a crecer en soledad. En el peor, deben lidiar con los servicios sociales para demostrar que los pequeños tienen sus necesidades completamente cubiertas, también en el ámbito educativo. Esto no es así en otros países de la zona. En Austria, por ejemplo, los niños escolarizados en su hogar deben presentarse a cuatro exámenes anuales para certificar que cumplen con el nivel. En Finlandia, es el municipio en el que viva la familia el que debe velar por que se esté ofreciendo una educación adecuada. Y la lista prosigue con casi todos los estados europeos, los cuales regulan de una u otra forma esta realidad.

Julio Sánchez es el presidente de la Asociación para la Libre Educación. En su caso, decidió apostar por esta modalidad porque su hija, que padecía de problemas locomotores, no podía adaptarse a los ritmos que le marcaban desde la escuela. Lleva cuatro años educando en casa y en este tiempo ha comprobado cómo tiene más tiempo para todo. “Antes acabábamos los deberes a la una de la madrugada, lo que originó una tensión muy grande en nuestro hogar. Y encima nos llamaban del colegio para echarnos la bronca porque ni aún acostándonos a esa hora era suficiente para llegar al nivel que pedían”, explica Julio.

Pero los motivos que pueden llevar a una familia a elegir el homeschooling (como también se conoce a esta modalidad educativa) son muy variados y van desde el simple deseo de reforzar unos valores que no se trabajan en las escuelas públicas hasta llevar una vida itinerante que impida que los chiquillos acudan a clase.

Independientemente de las razones, y a falta de datos estadísticos oficiales, se calcula que en España hay entre 2.000 y 3.000 niños en esta situación, aunque tal y como apunta Julio la tendencia es al alza. “Vemos que cada día más gente se interesa por este tipo de educación, más gente está descontenta con los centros oficiales. En España hay un problema con respecto a la educación que en otros países no existe. Las pedagogías que se sigue en las escuelas son muy antiguas. Hay proyectos innovadores, aunque muy pocos, y las que son distintas son particulares o muy caras. En países más ricos, como Suecia o Finlandia, estas pedagogías están incorporadas en la educación oficial, hay más capacidad de elección entre los padres. Puedes elegir un colegio Montessori, por ejemplo, sin pagar ni un duro, mientras que aquí es una educación privada”.

Una de las críticas más comunes que se hacen en relación al homeschooling es que limita enormemente la socialización de los pequeños. Sin embargo, tal y como reconoce Julio, la realidad es bien distinta. “Invitamos a la gente a que lea un poquito, que se acerquen a los estudios que se han hecho sobre este tema. Si encierras a un niño en una habitación y no habla con nadie puedes convertirlo en una bestia antisocial. Pero en el caso de los padres que educamos en casa, si realmente estamos tan preocupados por la educación de nuestros hijos que no los dejamos en manos de terceros, ¿cómo vamos a hacerlos antisociales? Hacemos un esfuerzo especial y acudimos a bibliotecas, a parques, a judo, natación… lo que sea”. Además, también explica que gracias a esto los niños pueden interactuar con personas de todas las edades y no sólo con las que tienen sus mismos años, algo que tacha como “forzado”. “La socialización idónea para un niño es la multidireccional, así ellos aprenden a manejarse mejor en cualquier terreno, con personas jóvenes y mayores”, asegura.

Referente a la Asociación para la Libre Educación que preside Julio, es la que tiene una mayor experiencia acumulada en España y es una herramienta fundamental para aquellos padres que deseen educar en casa. Aquí las familias se brindan apoyo mutuo y se puede contar con la experiencia de personas que llevan muchos años investigando y aprendiendo sobre esta modalidad.

Una educación hecha a medida

Montessori, Waldorf, homeschooling, educación libre… las opciones que existen hoy en día, las diferentes pedagogías que han conseguido abrirse un hueco en nuestra sociedad, son muy variadas. Por eso es importante tomarse un tiempo para leer y analizar qué ofrece cada una y cuál se adapta mejor a la realidad de cada hogar. Cada niño es único y merece tener la oportunidad de desarrollar sus aptitudes con un programa y un plan en el que, además de los conceptos y conocimientos básicos, también se potencien la creatividad, las emociones, la autodisciplina… Porque, tal y como dijo el escritor y sociólogo británico John Ruskin, “educar a un joven no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía”.

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