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“Si el nacionalismo canario llega a tener un gran peso político en el futuro, será un nacionalismo de corte muy federal”

Domingo Garí Hayek.

Enrique Bethencourt

Las Palmas de Gran Canaria —

Domingo Garí H

ayek, doctor en Historia Contemporánea, es profesor titular de la Universidad de La Laguna. Garí es de los pocos estudiosos del nacionalismo canario, desde su vertiente americanista (finales del S. XIX) a la africanista (segunda mitad del XX), ambas con escasa relevancia en la población de las Islas, así como su versión izquierdista que tanto éxito tuvo en los años setenta del pasado siglo, aunque limitado a las ciudades más pobladas de algunos territorios insulares. Considera que CC, a quien le cuesta definir como nacionalista, representa un regionalismo descentralizador de carácter conservador; y entiende que el futuro del nacionalismo canario puede estar en un proyecto político de carácter federalista.

A la hora de plantearme a quién entrevistar en el plano académico sobre la situación del nacionalismo, reconozco que me costó decidir. Pero no por contar con demasiadas opciones, sino porque parece que no es un ámbito en el que estén trabajando muchas personas en nuestras dos universidades

Efectivamente. Es un terreno en el que en el ámbito de la historia tiene alguna importancia para los americanistas (por la relevancia de la figura de Secundino Delgado), pero en la etapa más reciente que arranca en los años sesenta del pasado siglo es un campo de la investigación que es nuevo en España, es lo que se llama ahora Historia actual, Historia del presente. Y en Canarias el único que se dedica al mismo soy yo…

Sin quitarle mérito a su tarea, eso parece un síntoma de un grave problema, de una importante carencia…

Es probable que sea así. Otras personas que se han dedicado a analizar la etapa reciente son Juan Hernández Bravo de Laguna, especialmente en temas electorales, desde el campo de la Ciencia Política, y Francisco Déniz, desde el campo de la Sociología.

Por lo que usted señala, tres personas en la Universidad de La Laguna y ninguna en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). ¿Tienen el mismo problema de escasez de investigadores otros nacionalismos, como el vasco o el catalán?

No. Son mundos que no tienen nada que ver entre sí. Se puede afirmar que ellos están disputando la Champions en este terreno; ellos tienen mucha gente, cada uno con una dimensión académica distinta. En el País Vasco tienen mucha relevancia los departamentos de Antropología o Etnografía, mientras que en Cataluña el peso lo tienen los historiadores.

Existen elementos comunes entre los nacionalismos de las denominadas nacionalidades históricas (Euskadi, Cataluña y Galicia) y el canario

Creo que hay muchas diferencias. Cuando empecé a estudiarlo abordaba la cuestión desde un enfoque más étnico-cultural que político. En Canarias hay un factor que hace 30-40 años parecía que iba a evolucionar: la existencia de un componente muy grande de identidad insular canaria pero que eso no se traducía políticamente, se quedaba en el mundo de lo prepolítico.

Respecto a eso que usted señala, el sentimiento identitario ha pasado en los estudios sociológicos de casi el 50% a comienzos de este siglo a un 34% en investigaciones recientes… ¿Qué ha influido más en ello: movimientos demográficos, cambios culturales, la propia globalización…?

Seguramente un poco de todo lo que usted nombra. Pero creo que el factor político es clave. No se ha producido una progresión política del nacionalismo; y quien lo ha representado, fundamentalmente Coalición Canaria, ha mostrado una actitud muy ambigua que casi cuesta definir como nacionalista. En realidad se trata de un regionalismo -que solo busca descentralizar administrativamente un Estado, mientras que el nacionalismo tiene la vocación de acaparar poder político- que en el plano cultural reproduce elementos tradicionales.

En el nacionalismo de los años sesenta había dos corrientes de partida muy definidas. El americanismo, inspirado en las independencias de los países latinoamericanos, especialmente Cuba, y el africanismo que encarnaba Antonio Cubillo y el MPAIAC. Dos modelos que, en mi opinión, tenían poco que ver con la realidad de la Canarias que empieza a transformarse con el turismo y el paso del mundo rural al urbano…

Considero que por eso tuvieron un recorrido muy corto. Pero la experiencia de los setenta tiene múltiples dimensiones: fin de ciclo de la dictadura franquista, apertura de unos espacios políticos nuevos que configuran el nacionalismo y otras corrientes sociopolíticas. Partiendo de la realidad de una sociedad, la canaria, en la que la contestación al franquismo había sido muy débil, limitada a sectores minoritarios en la Universidad o en el movimiento obrero.

Pero con años muy convulsos a la salida del franquismo…

Entre el 75 y el 77 la aceleración del proceso político y de la toma de conciencia se establece a través de la reivindicación de mejoras laborales en distintos sectores productivos. Este es el caso del SOC, la FCSU, la CCT, la CANC o el STEC, sindicatos que junto a sus planteamientos laborales también contenían otros de carácter claramente nacionalista.

Y eso se traduce, asimismo, en fenómenos políticos, como el PCU del 77 o la UPC que consigue importantes éxitos electorales en las municipales y generales del 79

Sí, pero con una explosión que luego dura muy poco en el tiempo. Además de ser unos fenómenos de carácter urbano y que no se dieron por igual en todos los territorios insulares. Su mayor peso quedó concentrado en Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz-Laguna y Arrecife. Y luego algunos focos como en la zona de La Orotava o las características específicas de la isla de Fuerteventura. Los estudios que hizo a principios de los 80 la Capitanía General de Canarias (los Seminarios Cívico-Militares) en colaboración con la Universidad de La Laguna alertaban sobre los riesgos que suponía la juventud urbana de los barrios periféricos, donde había un caldo de cultivo que favorecía el crecimiento de los movimientos contestatarios y, sobre todo, nacionalistas.

Pero el nacionalismo de entonces, muy pancanarista tiene dificultades para entender el hecho insular…

Canarias tiene esa complejidad. No se puede entender la dinámica política sin las dinámicas insulares. Si nos miran desde fuera los canarios parecemos muy iguales, pero si analizas con mayor detenimiento las realidades insulares podemos detectar diferencias importantes que tienen que ver con la emergencia o no de proyectos nacionalistas. En el caso del crecimiento urbano, Las Palmas es una ciudad mucho antes que Santa Cruz de Tenerife. Eso hace que en la capital grancanaria se concentren desde los sesenta una serie de contradicciones propias del mundo urbano periférico: fuerza de trabajo no cualificado, gente que procede del interior o de otras islas y del mundo rural. En Santa Cruz eso empieza a ocurrir a mitad de los setenta, lo que lleva a distintos ritmos en la toma de conciencia política y en la construcción de un imaginario nacionalista.

¿Y en La Palma o La Gomera?

En las islas occidentales menos pobladas nunca llegó a cuajar ese cambio y allí están más presentes el tradicionalismo y el ruralismo, políticamente con un alto componente conservador.

Ese mundo urbano proporcionó una significativa representación institucional al nacionalismo en los comienzos del período democrático tras el fin de la dictadura franquista

A finales de los setenta, en el máximo desarrollo del nacionalismo de entonces, que representaba sobre todo la UPC, consiguen unos porcentajes electorales muy altos en las grandes ciudades, sobre todo en Las Palmas de Gran Canaria (donde rozó el 30% de los sufragios), pero también, aunque menos espectaculares, en Santa Cruz o en La Laguna. Y eso con formaciones que concentraban a grupos y personas situados claramente a la izquierda del PSOE y del PCE. Unos datos solo comparables al País Vasco.

Pero la realidad era bien distinta fuera de las grandes concentraciones urbanas…

Cierto, paralelamente a ese nacionalismo urbano, la mayoría del voto extra urbano iba a parar, en tasas extremadamente altas, para las fuerzas de la derecha, primero con UCD, superando a su media en el conjunto del Estado. Conviven, por tanto, un voto urbano muy de izquierdas y un voto rural muy conservador.

El nacionalismo gobernante en Canarias da la impresión de que lo que proyecta en el ámbito cultural es una reivindicación exclusiva de las tradiciones, del ruralismo, a veces incluso de la caricatura de lo canario. Eso les facilita enganchar a un sector de la población, pero probablemente les aleja de la gente joven que se mueve en otras dinámicas…

El nacionalismo de CC no se ha preocupado por entender los cambios que se han producido en Canarias y cómo debería ser un nacionalismo adaptado a este tiempo. Se ha refugiado en la búsqueda del tradicionalismo

¿Tiene, entonces, un componente muy conservador?

Yo diría que es, en el fondo, puro conservadurismo. Franz Fanon, teórico de la descolonización, decía que las burguesías intermediarias en los territorios periféricos siempre utilizaban el tradicionalismo como forma de defender su intermediación entre el poder central y las masas populares. Salvando las distancias, esa reflexión puede aplicarse al caso canario. Han hecho un uso inteligente desde el punto de vista del mantenimiento del poder político y económico durante más de dos décadas. Aunque para no cargar la tinta exclusivamente sobre las elites, en Canarias hay una responsabilidad compartida de una parte significativa del pueblo que, en cierta manera, se siente cómodo en ese escenario. Con menores niveles de apoyo en las urnas, pero se les sigue votando.

La bajada electoral es evidente: CC tiene hoy la mitad de apoyos que hace quince años. ¿Influye también en su relativo languidecimiento que tras tantos años de gobierno sigamos manteniendo una elevada pobreza, gran desigualdad y parámetros negativos de empleo, formación, etcétera?

Sin duda, las situaciones sociales influyen en esos cambios que señala. También las crisis internas que han padecido, especialmente con la ruptura en la isla de Gran Canaria y la creación de Nueva Canarias. Los resultados de esta última formación han sido muy buenos en Gran Canaria, donde CC prácticamente no existe; y eso ha debilitado mucho a Coalición.

Volviendo a los datos sociológicos, si bien disminuye el sentimiento identitario entre 2001 y los más recientes estudios, al tiempo se incrementa sustancialmente la reclamación de mayor autogobierno…

Lo que esos datos reflejan, en mi opinión, es que la gente reivindica la dimensión política. Opta porque el poder esté más cercano al ciudadano y que este tenga una mayor capacidad de interacción con el poder político. Responde, como digo, en clave política y no cultural. Ahora se oye más hablar de soberanía alimentaria o de soberanía energética que de soberanía política. En el mundo globalizado actual, como decía la profesora Adela Cortina, uno va eligiendo identidades y culturas.

En ese sentido, en el Sociobarómetro de 2001, los canarios muestran una elevada compatibilidad de identidades, un 80% considera compatible ser canario y español…

Canarias tiene el hándicap de que esto ocurre en un espacio en el que políticamente el nacionalismo se encuentra huérfano. Lo que ha representado el nacionalismo no es el papel que le corresponde a una organización de este ámbito. Por ejemplo, tras tantos años dirigiendo la Consejería de Educación, ¿se han incrementado los contenidos canarios en nuestro sistema educativo? ¿Se promueve la investigación o la creación de libros de texto que faciliten la labor de los docentes de Secundaria en este ámbito?

¿Cómo se explica que Canarias, junto a las comunidades históricas, diera un No a la OTAN en el referéndum convocado por Felipe González?

Por múltiples factores, que van desde el rechazo al militarismo creciente (y a los proyectos que entonces se cernían sobre islas como El Hierro), la pésima descolonización del Sahara y sus consecuencias, especialmente en Fuerteventura, así como una enorme movilización social sostenida y organizada desde la base, con importante presencia de un nacionalismo desarticulado en lo político partidario y de otros sectores.

Aterrizando en el presente político, llama la atención que de las dos formaciones canaristas de carácter progresista, Nueva Canarias y Sí Se Puede, una vaya en coalición a las generales con una fuerza estatal, el PSOE, y la otra se haya integrado en otra organización estatal, Podemos…

En efecto. El momento de ruptura del Estado nacido de la transición democrática está cogiendo a todos sin capacidad de dar una respuesta propia desde Canarias. Si se abre un nuevo marco constituyente en las autonomías, ¿quién va a plantear desde Canarias una posición que no nos relegue otra vez al vagón de cola como ocurrió en los años ochenta?

Por último, ¿cómo prevé que se configure el nacionalismo en los próximos años? ¿Tiene futuro en Canarias?

Tengo la impresión de que si en algún momento llega a expresarse una forma muy avanzada de nacionalismo en las Islas, con gran peso social, político, electoral e institucional, algo que no descarto en modo alguno, será un nacionalismo de corte muy federal y europeísta. Con mucha relevancia de los valores democráticos y de participación activa y efectiva de la ciudadanía.

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