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Rueda debuta con una mayoría holgada: “Galicia también manda un mensaje a España: no queremos chantajes”

El candidato Popular a la Xunta, Alfonso Rueda (i), junto a la secretaria general del partido en Galicia, Paula Prado, saluda tras resultar ganador de las elecciones este domingo

Luís Pardo

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“¿Se oye? ¿No se oye? ¿Se oye, seguro? Vale, pues empiezo: ¡Grazas a todo o mundo!”. Alfonso Rueda tardó una eternidad en atravesar la fiesta del PP hasta llegar al micrófono y cuando lo hizo, la euforia le hizo olvidar que lo que tocaba, como ganador de las elecciones autonómicas, era utilizar el gallego. Recuperó pronto el hilo y se volcó en dar gracias: a los que quisieron participar, a la “enorme confianza” que muestran los resultados y gracias por la “inmensa honra” de ser presidente, antes de afirmar que hará lo posible “para estar a la altura de Galicia” y que trabajará “para los que me votaron y para los que no”.

En su breve discurso, acompañado en el estrado por la número dos del partido y responsable de la campaña, Paula Prado, no evitó la clave estatal que ha estado tan presente en la estrategia popular: “Hoy la Galicia de la que todo el mundo estaba pendiente le mandó también sin duda un mensaje a España. El mensaje es que aquí no queremos chantajes, no queremos privilegios de ningún tipo; queremos igualdad entre todos los ciudadanos, queremos entendimientos”, es decir, todas esas cosas que los acuerdos entre Pedro Sánchez y los independentistas ponen en peligro. Los que hacen que el resto de España esté invadida por un “barullo” del que el PP mantiene libre a esa illa de igualdade que es Galicia. Todos los lemas de la campaña traslucían en su discurso de agradecimiento.

“Creo sinceramente que Galicia votó por el sentidiño”, una decisión “correcta para Galicia y para España”, aseguró antes de volver con los agradecimientos. Además de a su familia y el recuerdo a su padre -el que le había dicho que no se metiese en política-, Rueda tenía tres reconocimientos más: a los cuatro presidentes provinciales -en representación de los miles de afiliados del partido-, a Mariano Rajoy y al “primer militante” del PPdeG: Alberto Núñez Feijóo, que tras la victoria lo felicitó por videoconferencia y que este lunes estará en Galicia para celebrarlo con él.

“Galicia no les va a decepcionar en ningún caso. Que les quede claro que nos sentimos orgullosos de ser gallegos y españoles, lo dijimos toda la campaña y no lo entendían”. Más que a sus electores, los mensajes de Rueda parecían ir destinados más allá de las fronteras de la comunidad. “Hoy ganó la Galicia abierta, la Galicia que quiere avanzar, que no quiere mirar a los lados, que no tiene ningún tipo de envidia a nadie. Ganó la Galicia que no va a levantar ningún muro, no va contra nadie, que resuelve y se siente hoy más potente que nunca”. Y para cerrar, el lema de su campaña. “Hoy ganó la Galicia que va a funcionar los cuatro años”.

De sucesor designado a ganador de las elecciones

Al final, no hubo partido. Las “elecciones más abiertas” de los últimos 15 años en Galicia no lo fueron y Alfonso Rueda (Pontevedra, 55 años), el sucesor designado por Alberto Núñez Feijóo para ponerse al frente de la Xunta mientras él se lanzaba a su aventura madrileña, ha pasado con comodidad la reválida de las urnas. En sus primeras elecciones como candidato, el eterno número dos se ha dejado un par de escaños por el camino, pero hasta eso tiene una segunda lectura. No sólo porque los de 2020 fuesen los comicios en los que su predecesor obtuvo su mayoría más amplia -42 diputados, una cifra hasta entonces sólo al alcance de Fraga- sino porque ha conseguido esas 40 actas con apenas medio punto menos que entonces, un 47'5% de los votos. Y todavía falta el recuento de la emigración, que fue el que le dio la última acta a Feijóo.

Pese al triunfalismo de la oposición, especialmente de un BNG que sentía que tocaba la Xunta con la punta de los dedos, Rueda siempre se mostró convencido de que contaba con una mayoría suficiente para continuar al frente del ejecutivo gallego, un suelo firme que confirmaba la absoluta. Así lo hizo, en público y en privado, aunque no se prodigó ni en debates ni en entrevistas fuera de su zona de confort. Quizá porque sabía que no lo necesitaba y que sólo le podía restar. Por eso, después de salir malparado del debate de la TVG, decidió no acudir al de TVE, ni siquiera enviar un sustituto -como había hecho a la Cadena SER-. Tampoco aceptó el cara a cara con Ana Pontón que propuso esa emisora. Sin embargo, nada de eso le ha pasado factura. Su resultado no sólo legitima su presidencia y refuerza su figura: también la de Feijóo, tan ganador de estas elecciones como él.

Los perfiles de ambos no pueden ser más diferentes y eso hizo que la estrategia también cambiase. El “Galicia, Galicia, Galicia” con el rostro del hoy líder del PP mientras se escondían las siglas del partido, se quedó en el cajón. Rueda tenía que labrarse una imagen -la líder de la oposición era, en casi todas las encuestas, la candidata más valorada- al mismo tiempo que procuraba mantener tranquilas las aguas. La primera parte la trabajó a fondo multiplicando su presencia en los medios públicos, donde se mostraba en todos los registros posibles alejado de su labor como político. La segunda, no sólo contó con el respaldo de la CRTVG, para mantener el perfil bajo; también con las fechas: unas elecciones convocadas justo antes de Navidad -la víspera del sorteo de lotería- y con la campaña en pleno entroido, una fiesta que ha echado el cierre el propio día de las elecciones. La estrategia dio sus frutos. Sin hacer apenas ruido, el PP gallego volvió a engrasar el mecanismo y demostrar que es una perfecta máquina de ganar elecciones. Mientras la oposición casi repartía ya consellerías, ellos se ocuparon, en silencio, de llenar las urnas de votos conservadores.

Rueda dispondrá ahora de cuatro años para gobernar su isla de estabilidad, esa Galicia que quería mantener a salvo del barullo que se extiende más allá del Telón de Grelos. Primero, por culpa de Pedro Sánchez. Después, sobre todo tras el volantazo de Feijóo sobre Catalunya -que coincidió con el alza de Pontón- frente a los nacionalistas y su supuesta imposición lingüística. “Empiezan diciéndote en qué tienes que hablar y acaban diciéndote qué tienes que pensar”. Tiene por delante un año con los presupuestos aprobados y una sucesión de bonos, ayudas y descuentos que activó justo a tiempo para la campaña. Para lo que tiene aún unos meses es para preparar la entrada en vigor de su medida estrella: la gratuidad de las matrículas universitarias, la única que los gallegos sabían que se pondría en marcha ganase quien ganase, porque los populares eran -curiosamente- los únicos que hasta ahora se habían opuesto a ella.

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