“El tabaco que le regalé a Churchill era el mejor”

“Era de hoja de Breña y Caldera y de la marca La Troya, el mejor tabaco del mundo”. Roque Concepción, un reconocido y apreciado purero de Santa Cruz de La Palma, a sus 82 años, recuerda con nitidez el momento en que, el 24 de febrero de 1959, entregó a Winston Churchill un mazo de puros de manufactura propia. “Lo estuve esperando en el muelle una hora por lo menos, porque se había ido en un taxi a hacer un recorrido por Fuencaliente, y cuando llegó, lo saludé, le di los puros y le dije que los había hecho yo”. La conversación entre el chinchalero palmero, que estaba a punto de cumplir 29 años, y el que fuera primer ministro británico, que tenía 85, se llevó a cabo en “un inglés chapurriado”. “Yo le expliqué que había estudiado cuatro años ese idioma en el Bachiller, pero que el profesor era americano y por eso mi inglés era malo”, rememora Roque Concepción en una conversación con LA PALMA AHORA.

El 24 de febrero de 1959 fue un día histórico para La Palma. El estadista británico y Premio Nobel de Literatura Winston Churchill, su esposa Lady Clementine y el multimillonario Onasis llegaron al puerto de Santa Cruz de La Palma a bordo del yate 'Christina', propiedad del magnate griego. “Yo venía de la playa, porque iba en invierno y en verano, y me encontré en la calle con el consignatario Miguel Cabrera, que me dijo que llegaba el yate de Onasis con Winston Churchill”, comenta Roque. La noticia corrió por la ciudad. “Yo lo que hice, en vez de irme para casa, fue virar para detrás y decírselo a todo el que veía”, añade.

Y la embarcación con los ilustres visitantes entró en la bocana. “Yo me puse en el muro y empezó a venir gente; del yate bajaron un barquito más pequeño en el que llegó al puerto Churchill, que bajó a tierra por la segunda meseta; era mayor, venía fumando un puro gordo y con un bastón”, relata Roque. “Nosotros le aplaudimos, pero me llamó la atención que al muelle no fuera ni el alcalde ni ninguna autoridad, yo creo que lo ignoraron por la cosa de la guerra”, supone el chinchalero, que regentó un famoso estanco en la Calle Pérez Volcán en cuyas paredes exhibía fotografías de aquella visita.

Churchill y sus acompañantes se subieron a un taxi, conducido por Nelson Pestano, y se dirigieron al municipio de Fuencaliente, donde visitaron una bodega. Mientras el estadista británico realizaba la excursión, Roque preparó con esmero el regalo. “Yo me fui a casa y de los cien puros por encargo que había hecho para el director de Prisiones, que era un sibarita y fumaba puros gordos como Churchill, cogí 25, hice un mazo con la etiqueta La Troya y fui al muelle a esperar que viniera”, recuerda. “Cuando llegó, me dirigí a él y le entregué los puros; me los aceptó, se echó a reír y me dio las gracias”.

Pasados algunos meses de la ilustre visita, el progenitor de Roque recibió una carta cuyo remitente era el mismísimo primer ministro británico. “Venía a nombre de Tabacos La Troya, la marca de mi padre, Manuel Concepción Pérez; nos daba las gracias y nos decía que los puros eran excelentes”, señala con orgullo. “Pues claro que eran excelentes, eran los mejores del mundo, buenísimos, tenían una mezcla de hoja de Breña y Caldera cultivada en La Palma”, resalta el octogenario purero quien, a pesar de la edad y de los achaques de salud, se declara incapaz de dejar de fumar. “Pues sí, la verdad es que me hizo ilusión regalarle unos puros de los míos a Winston Churchill”, concluye Roque mientras apura un jugo de melocotón y consume un cigarro.

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