Solo el 7,7% del consumo de electricidad en toda Canarias provino de energías renovables en 2017

Parque de aerogeneradores en el municipio tinerfeño de Arico (ITER)

Román Delgado

Santa Cruz de Tenerife —

Canarias no ha sido capaz de avanzar a buen ritmo en la implantación de energías renovables en su territorio. El retraso acumulado es manifiesto; los motivos de tal apagón, variados, y las consecuencias, nefastas para la conservación del medio ambiente y para la ciudadanía.

En algunos casos, el origen de tanto y tan prolongado subdesarrollo energético es hasta complejo (motivos judiciales, reguladores, de ordenación...), aunque la realidad, pese a lo mucho que se habla desde las administraciones públicas sobre que esa es la apuesta “clara y decidida”, aparece a la vista de todos: el archipiélago posee un acreditado potencial natural para generar energías limpias a partir del viento y del sol, al menos por estos medios, pero, por ahora, eso no se aprovecha lo suficiente.

En efecto, la realidad está a la vista de todos; es visible en el territorio isleño y es visible en las estadísticas, y hasta en las facturas de la luz. La Comunidad Autónoma de Canarias, según los datos ya avanzados del año 2017 por la empresa pública Red Eléctrica de España (REE), los más recientes disponibles en todo el país, solo consiguió cubrir el 7,7% de la demanda total de electricidad del año pasado con energías renovables, a través de la generación con fuentes eólica y fotovoltaica y muy poquito con la hidroeólica (solo el proyecto de Gorona del Viento, en El Hierro).

Y nada más... El resto del consumo realizado en 2017 en Canarias provino de la generación con sistemas contaminantes (unos más que otros, pero todos contribuidores a la polución), el 92,3% del total, nada más y nada menos. En efecto, poco se ha avanzado en los últimos años, aunque mucho muchísimo se haya hablado de la necesidad de cambiar las cosas. El resultado no puede ser más negativo, y la evolución de un año a otro es nula o irrelevante para el archipiélago.

El origen de ese pírrico consumo de energía verde en el archipiélago está en que Canarias solo tiene una potencia instalada para producir electricidad con renovables de 319,5 megavatios, el 11,6% del total existente en las islas (en 2.754 megavatios, el 100%). Ese valor relativo se reparte de la siguiente manera: el 5% de eólica (en Península, el 23%), el 6,1% de fotovoltaica (en Península, el 4,5%, el único registro que superan las islas), el 0,4% de hidroeólica y el 0,1% de otras renovables.

Para poder apreciar mucho mejor lo malo que son los datos de las islas, conviene ver lo que ocurrió en la Península el mismo año, en 2017, y siempre teniendo en cuenta, como es obvio, los mismos parámetros de análisis.

En el llamado sistema eléctrico peninsular, los clientes recibieron el triple de energía renovable que en Canarias, con una cobertura por esta vía de casi el 25% del total (en Canarias solo se alcanzó el 7,7%), y ello sin contar la aportación de la procedencia hidráulica, que no se incorpora en la comparativa por la inexistencia de esta en el archipiélago. Si se mete, la demanda atendida con renovables llega prácticamente al 32%; en las islas, solo el 7,7%.

Esa cobertura con energías verdes en la Península fue posible debido a que la potencia instalada para producirlas, también sin hidráulica, volvió a estar cerca del triple de la canaria, con el 31% general en este caso. Si se añade la aportación de la hidráulica, la potencia instalada de limpias dentro del global alcanza el 51%.

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