Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Sánchez impulsa una regeneración que incluye una reforma del Poder Judicial
La fumata blanca de Sánchez: cinco días de aislamiento, pánico y disculpas al PSOE
Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

¿Qué nombre pongo en Facebook? Los bebés robados del franquismo

Ignacio Jovtis

Investigador en Amnistía Internacional España —

Puede (y debe) sonar frívolo, pero cuando contacté por primera vez con Lily, un bebé robado en Madrid en el 68 que creció en México, recuerdo que lo primero que me impresionó fue que confesó que no sabía qué nombre poner en Facebook: si Lily, como es conocida en México; o si María Diana, su verdadero nombre dado en España.

Y es que en general, la historia de Lily me impresionó mucho desde el principio. Ella se enteró a los 33 años de que en realidad no se llamaba Lily, que no era mexicana, y que ni siquiera era hija biológica de sus padres. Su vida dio un vuelco absoluto. Sus padres de crianza le confesaron que la habían ido a buscar a Madrid, tras unas gestiones de los Arzobispos de Yucatán y Madrid; que se quemaron sus papeles de identidad al llegar a México vía Miami, y que crearon otros distintos, bajo el nombre de Lily.

Desde que tuvo los primeros indicios de su verdadera historia, ella misma emprendió una intensa búsqueda en México y en España para conocer su verdadera identidad; para conocer quiénes eran Rafael y Marta, quienes figuraban como padres biológicos en su verdadera partida de nacimiento.

Por eso, cuando desde Amnistía Internacional decidimos apoyar su causa y emprender una acción judicial en México (que presentamos esta semana ante la fiscalía mexicana y los medios de comunicación) ya teníamos gran parte del trabajo hecho. Lily lo había hecho. Y lo que ella pretende con esta causa es saber su verdadera identidad y sobre todo –porque así lo señala ella cada vez que puede- pretende ayudar a abrir otras puertas para miles de víctimas de graves violaciones de derechos humanos cometidas durante el franquismo.

Por ejemplo, mientras preparábamos una entrevista a Lily para colgar en nuestra web, fue emocionarte escucharla enviar un mensaje a Flor Díaz, hermana de un bebé robado durante el franquismo, que presentó su caso en Argentina y ha logrado que la justicia de ese país solicite la extradición de un ginecólogo español, por la presunta implicación en el robo de su hermano. Lily, mirando a la cámara, le dijo a Flor: “estamos muy lejos pero te mando mucha fuerza”.

Si algo aprendí en estos dos años que llevamos trabajando en esta nueva querella es el tremendo efecto multiplicador de entusiasmo y determinación que puede tener en personas luchadoras como Lily o Flor saber que no están solas, que hay gente muy lejos de aquí y de allá que conoce sus caso; y lucha por ellos. Porque si empujamos, quién te dice, quizá en un tiempo cuando Lily se pregunte “qué nombre pongo en Facebook (o en la red social de moda del momento)” tardé, como tú, solo unos segundos en responder.

Puede (y debe) sonar frívolo, pero cuando contacté por primera vez con Lily, un bebé robado en Madrid en el 68 que creció en México, recuerdo que lo primero que me impresionó fue que confesó que no sabía qué nombre poner en Facebook: si Lily, como es conocida en México; o si María Diana, su verdadero nombre dado en España.

Y es que en general, la historia de Lily me impresionó mucho desde el principio. Ella se enteró a los 33 años de que en realidad no se llamaba Lily, que no era mexicana, y que ni siquiera era hija biológica de sus padres. Su vida dio un vuelco absoluto. Sus padres de crianza le confesaron que la habían ido a buscar a Madrid, tras unas gestiones de los Arzobispos de Yucatán y Madrid; que se quemaron sus papeles de identidad al llegar a México vía Miami, y que crearon otros distintos, bajo el nombre de Lily.