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Política de SalvaPatrias

Luis Navarro Ardoy

Departamento de Sociología, Universidad Pablo de Olavide. —

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En España, en pocos años y después de un periodo de amplio silencio, hablar de patria y de patriotismo español ha pasado de la marginalidad a la centralidad política. Hoy, ambos son términos muy disputados por las distintas fuerzas políticas. Estas y otras conclusiones pueden consultarse en el Grupo de Investigación DEMOSPAIN de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

Más de cuarenta años después de la muerte del general Franco, la novedad ahora es que nos encontramos en una situación insólita: los partidos de izquierda también hablan de nación española, de patria y de patriotismo. Donde antes existía una autocontención nacionalista o una resistencia a hablar de España en el ámbito de la izquierda política, hoy el discurso se ha normalizado y está menos monopolizado por la derecha política contemporánea. Lo que antes era visto como un tema tabú o algo minoritario, se ha convertido en cuestión de poco tiempo en el eje central del discurso de muchos políticos, con independencia de si ideológicamente se identifican con la etiqueta de “liberal”, “progresista” o “conservador”.

La idea de patria y populismo en Podemos, de construcción nacional-popular, situó a esta organización en el pódium frente a los partidos de izquierda tradicionales. La estrategia fue tan exitosa que Marine Le Pen ha hecho suyo uno de sus eslóganes: el Frente Nacional no es de izquierdas ni de derechas, sino de los verdaderos patriotas (Bascuñán, 2016). Poco después, los gabinetes de las otras izquierdas engrasaron las máquinas con el objetivo de ofrecer nuevos argumentos sobre el significado de pertenecer a España. Pedro Sánchez lo zanjó con aquella bandera nacional al fondo en su presentación como candidato a la presidencia en junio de 2015.

Desde entonces, aunque de manera y posiciones ideológicas dispares, el patriotismo en el discurso político no ha dejado de estar presente, tanto entre la izquierda como entre la derecha, sobre todo por parte de Ciudadanos y recientemente de Vox. Por utilizar alguna similitud con la lógica de la moda, se diría que hacerlo es de lo más cool y de lo más hipster si además se hace de una manera ingeniosa y a través de una nueva imagen.

El resultado es que la plena politización e ideologización de dicho concepto está transformándolo en un “significante vacío” puesto que muchas formaciones políticas sucumben a sus demandas y le dotan su propio significado (Laclau y Mouffe, 1987: 12-13).

Hoy, para atraer a la ciudadanía a identificarse con las ideas de un partido político, funciona muy bien tocarles el lado sensible, hablarles de sentimientos y emociones, jugar, en definitiva, con sus pasiones.

Los políticos, y también quienes elaboran sus intervenciones, los albañiles de discursos como diría Barbería (2017), incluyen cada vez más ideas-fuerza sobre la dimensión afectiva de la comunidad política, que es la que tiene que ver con una idea de patriotismo asociada a emociones y sentimientos, que se expresa a través de creencias que connotan pertenencia, afecto, lealtad, orgullo y preocupación por el grupo y el territorio (Bar-Tal, 1997).

El problema, una vez más, es que nuestros políticos juegan a la disputa en lugar de esforzarse por construir una idea de patria común para toda la ciudadanía. Convierten en confrontación el significado de pertenecer a España en lugar de buscar espacios comunicantes (Navarro, 2016). Da igual si la disputa es entre bandos opuestos o entre bandos de un mismo partido. En lugar de intentar encontrar discursos con algún nexo de unión, aumenta la polarización en los extremos, en dos bloques claramente diferenciados. Todas las encuestas publicadas en los últimos meses dejan clara la percepción entre la ciudadanía de ese clima de polarización y crispación política que se vive en España.

El tono de los debates en la actualidad no está favoreciendo la construcción de una identidad española común para toda la ciudadanía (inclusiva), que posibilite la coexistencia de los diversos sentimientos de pertenencia. Por el contrario, está propiciando la extensión de identidades exclusivas en un proceso de polarización identitaria en España como el que está configurándose en torno a la cuestión territorial.

Hoy, en sentido figurado, el patriotismo en el lenguaje político, cuando se habla de España, es como un camaleón que evoluciona y se adapta según la ocasión: el camaleón, el camaleón, cambia de colores según la ocasión.

¿Y ustedes? ¿Se sienten patriotas? ¿Cambian de color?

 

Referencias

Barbería, J.L. 2017. “¿Quiénes escriben los discursos de los políticos?”. El País Semanal (https://elpais.com/elpais/2017/02/26/eps/1488063927_148806.html).

Bar-Tal, D. 1997. “Monopolization of Patriotism”. En: Bar-Tal, Daniel y Staub, Ervin (eds.). Patriotism in the lives of individuals and groups. Chicago: Nelson-Hall Publishers.

Bascuñán, M. 2016. “Lo que Marine Le Pen busca en Podemos”. Ahora (https://www.ahorasemanal.es/lo-que-marine-le-pen-busca-en-podemos).

Laclau, E. y Ch. Mouffe. 1987. Hegemonía y estrategia socialista. Madrid: Siglo XXI.

Navarro, L. (2016). La nación evitada. Identidad nacional en España y discursos de élites de izquierda. Tesis doctoral. Sevilla: Universidad Pablo de Olavide (https://rio.upo.es/xmlui/bitstream/handle/10433/2861/navarro-ardoy-tesis16.pdf?sequence=1&isAllowed=y).

En España, en pocos años y después de un periodo de amplio silencio, hablar de patria y de patriotismo español ha pasado de la marginalidad a la centralidad política. Hoy, ambos son términos muy disputados por las distintas fuerzas políticas. Estas y otras conclusiones pueden consultarse en el Grupo de Investigación DEMOSPAIN de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

Más de cuarenta años después de la muerte del general Franco, la novedad ahora es que nos encontramos en una situación insólita: los partidos de izquierda también hablan de nación española, de patria y de patriotismo. Donde antes existía una autocontención nacionalista o una resistencia a hablar de España en el ámbito de la izquierda política, hoy el discurso se ha normalizado y está menos monopolizado por la derecha política contemporánea. Lo que antes era visto como un tema tabú o algo minoritario, se ha convertido en cuestión de poco tiempo en el eje central del discurso de muchos políticos, con independencia de si ideológicamente se identifican con la etiqueta de “liberal”, “progresista” o “conservador”.