La flora y la fauna también sufren las olas de calor: Doñana atisba un futuro a 50 grados

José Ascanio

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Un perro puede jadear por varias razones. Una de ellas, las altas temperaturas: ves cómo tu mascota se tumba en el suelo buscando refrescar su cuerpo. Esto se puede extrapolar a los animales que forman parte de la fauna andaluza. La diferencia es que estos últimos cada vez tienen menos posibilidades de encontrar un lugar para resguardarse del calor. Eloy Revilla, Director de la Estación Biológica de Doñana, explica que con las altas temperaturas no hay sitios frescos donde resguardarse y puede aumentar la mortalidad de las especies más jóvenes. Y augura que “las temperaturas de 40 grados van a ser lo común” y que ya no hay cuatro estaciones, “ya solo hay dos estaciones, una seca y otra más húmeda”.

Juan Clavero, miembro de Ecologistas en Acción, afirma que “Andalucía, en general, es resiliente al calor y a la sequía” porque la fauna y la flora están acostumbradas a épocas de sequía, pero “la persistencia en las olas de calor y la expansión de las mismas fuera del verano” hace que “se perjudiquen los ecosistemas que están al límite”. “Ya veremos cómo afecta el calor persistente” a las especies. Mientras tanto, desde las asociaciones hay una “incertidumbre extrema” porque “jamás ha habido estas temperaturas y estos niveles de CO2”.

Misma opinión tiene la Consejería de Agricultura, que explica que “la fauna andaluza está adaptada a la climatología mediterránea, si bien los repuntes de máximas temperaturas pueden tener consecuencias puntuales en los animales”. “Más del 50% de los ingresos anuales se producen entre los meses de junio y julio”, según datos de Centros de Recuperación de Especies Amenazadas (CREA).

El miembro de Seo/Birdlife, José Zarapico, en conversación telefónica con elDiario.es Andalucía ha añadido el ejemplo de las aves rapaces porque sus nidos se sitúan en la parte más alta de los árboles, imposibilitando que las crías sobrevivan si se mantienen las altas temperaturas en el tiempo porque, como ocurre con especies como los vencejos, las crías mueren por asfixia o saltando del nido. La Junta corrobora esta información aportando que “de todas las aves, las más susceptibles son aquellas que ubican sus nidos en zonas de mayor insolación. Por ejemplo, durante las olas de calor se produce a veces un incremento en el número de pollos de águila imperial ibérica rescatados en sus primeros vuelos respecto a otros años sin los mismos picos de temperatura”.

Agua es vida y el calor la limita

Zarapico señala que todas las especies que dependen del agua tienen problemas para sobrevivir porque el calor “favorece la evaporación”. Si los mamíferos tienen agua pueden sobrevivir, pero “si, de repente, un embalse se queda sin abastecimiento puede acortar la vida de los animales”. Estas altas temperaturas y la escasez de agua puede dificultar la vida de aves en peligro de extinción como el chorlitejo patinegro (un tipo de ave) o el pato malvasía de cabeza blanca, apunta Zarapico. 

La Consejería de Agricultura explica que “es frecuente que durante el verano se registren en Andalucía muertes de aves acuáticas y peces. Esto se debe a que la subida de las temperaturas, sumada a la disminución de la lámina de agua, especialmente en humedales donde ésta no circula, y la falta de oxigenación favorecen el incremento de algas cianofíceas tóxicas. Aunque esos son eventos naturales en la región mediterránea, durante los periodos de ola de calor se intensifican y es necesario tomar medidas encaminadas a oxigenar el agua haciéndola circular o a desecar”.

Elena Moreno, bióloga de Ecourbe (asociación de Sevilla para la conservación del medio ambiente urbano), ha apuntado que todos los anfibios que viven en Andalucía están muy amenazados porque es una comunidad que “se ve más afectada por el cambio climático que el resto de la península y aumenta su temperatura un 20% más rápido que el resto del mundo”. “Los anfibios son un grupo de animales extremadamente sensibles al cambio climático y que dependen del agua para la reproducción. Un 30% de los anfibios mundiales tienen una clasificación de riesgo según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza)”, ha dicho.

La bióloga ha puesto más ejemplos como el caso del fartet andaluz (pez conocido como “salinete”) que está localizado en solo 10 ubicaciones en la Andalucía occidental: “Habita en ambientes acuáticos dulces y salobres. El cambio climático provoca cambios en los regímenes hídricos que habita y la ausencia de lluvias, sumada a los largos períodos de sequía, provoca la desecación de charcas o arroyos a un ritmo más extremo que antes”.

La sequía de la flora

Además de los animales, no se debe olvidar a los árboles y plantas andaluzas que también sufren con las altas temperaturas y las continuas olas de calor. Clavero centra la atención en especies como los acebuchales, los alcornoques y el matorral mediterráneo en zonas más bajas y los pinsapos en sierras porque “son especies que pueden sufrir la sequía y las altas temperaturas, si estas continúan en el tiempo”.

En el caso de las especies que viven en las sierras por la búsqueda de zonas más frías, según ha expuesto Clavero, “no tienen donde ir porque no pueden subir más”. Es el caso de los insectos que viven en Sierra Nevada: la mariposa Apolo es un ejemplo del cambio climático, pero que siempre podrá desplazarse con mayor facilidad que la flora, recuerda el miembro de la asociación.

Elena Moreno ha querido insistir en los pinsapos, “un fósil viviente” que reside en la Sierra de las Nieves, Grazalema o Sierra Bermeja. Después de la última glaciación, “las temperaturas cambiaron y a este abeto acostumbrado a la nieve solo le quedó vivir recluido en zonas de montaña”. “Siendo Andalucía la región más azotada por el cambio climático, el aumento paulatino de temperatura le pisa los talones a esta especie que sufre negativamente sus consecuencias”, añade la bióloga. 

Que desaparezcan determinadas plantas genera una cadena. Es el caso de la araña de los alcornocales, “una de las arañas más grandes de Europa, que puede alcanzar los siete centímetros de longitud”. Aunque no existen muchos datos de esta especie, Moreno ha declarado que “parece ser un endemismo ibérico con poblaciones en el sur de España, principalmente Andalucía” pero que “por las condiciones climáticas actuales y la imposibilidad de adaptación de este arácnido, no puede ampliar su rango de distribución. El calentamiento global puede provocar que su distribución se vea aún más reducida”.

El director de la Estación Biológica de Doñana ha pedido que “haya una estructura del paisaje porque no está adecuada al medio”; “falta naturalizar muchas zonas donde se cultivaron pinos”, es decir, buscar especies más aclimatadas a las temperaturas de la zona y sus características. “En Doñana, faltan especies que dependen del agua” y esto, ha apuntado Revilla, se debe a la “sobreexplotación de los acuíferos”. Desde Seo/Birdlife señalan a especies como la cigüeña, que debería de migrar hacia África, pero que ya se queda en España porque “piensan” que está en el continente africano.