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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

¿Todos los mosquitos transmiten la malaria?

Muchas enfermedades importantes, como la malaria, están causadas por patógenos transmitidos por mosquitos. Estas enfermedades suponen un relevante problema de salud pública y animal, causando numerosas perdidas humanas y animales en todo el mundo, ocasionando un gran impacto en la economía local.

El estudio de estas enfermedades requiere de aproximaciones multidisciplinares, con herramientas y aproximaciones propias de diferentes disciplinas, desde la entomología, la veterinaria o la epidemiología, entre otras muchas que permitan estudiar cuestiones tan elementales, como los factores que determinan el riesgo de transmisión. En este sentido, para que se de la transmisión activa de estos patógenos es necesario que coincidan en el tiempo y espacio los tres “actores principales”, un huésped vertebrado (animal o persona que sufre la infección), un insecto vector tal como el mosquito, con la capacidad de transmitir el patógeno, y por supuesto, el patógeno o parásito, que va a ser el agente que causa la enfermedad. Sin embargo, no siempre se dan estas circunstancias, pudiendo encontrarnos diferentes posibles escenarios que permiten o impiden el ciclo de transmisión. Aquí presento tres ejemplos comunes que encontramos en nuestro área:

1) Que exista el vector, pero no el parásito Este sería el caso de la malaria humana o paludismo en España. Y es que hay que recordar que hasta hace poco las fiebres palúdicas eran frecuentes en España, siendo esta erradicada en 1964. A día de hoy, el escenario que nos encontramos en España con respecto a la malaria humana es que existen especies de mosquitos como Anopheles atroparvus, capaz de transmitir parásitos de la malaria humana como Plasmodium vivax o en menor medida Plasmodium falciparum. Sin embargo, debido a que estos parásitos no se encuentran presentes en España, no existe transmisión activa de la enfermedad a pesar de la presencia del mosquito vector.

2) Que coincidan vector y parásitos. Un ejemplo de esto sería el de la malaria aviar. Esta enfermedad causada por parásitos del género Plasmodium, similares a los que causan la malaria humana, únicamente afecta a las aves y no a las personas. En España, numerosas especies de aves se encuentran infectadas por diferentes especies de parásitos de la malaria aviar. Además, el estudio genético del origen de la sangre encontrada en el abdomen de mosquitos, ha permitido identificar que estas aves son comúnmente picadas por estos insectos. Sin embargo, solamente algunas de las especies de mosquitos que se alimentan de estas aves infectadas van a tener la capacidad de transmitir estos parásitos, es decir, de ser “vectores competentes”.

En este sentido, un estudio reciente observó que existían diferencias en la capacidad de transmitir diferentes especies de parásitos de la malaria aviar entre las dos especies más comunes de mosquitos en el suroeste de Andalucía, el mosquito común Culex pipiens y el mosquito de las marismas Aedes caspius. Mientras que el mosquito de las marismas era incapaz de transmitir las diferentes especies de parásitos de la malaria aviar, el mosquito común si que es capaz de transmitir las especies de malaria aviar estudiadas, aunque con importantes diferencias en la transmisión de las distintas especies del patógeno estudiadas. Estas diferencias encontradas entre las especies de mosquitos, en la que unas especies son capaces de transmitir y otras no, pueden ser el resultado de complejos procesos de coevolución entre insectos y patógenos.

3) No existe (a priori) ni vector, ni patógenoa priori. Pero, ¿cómo pueden entonces transmitirse estas enfermedades en lugares donde no existen ni vector competente ni los patógenos? En un contexto de cambio global como en el que nos encontramos, la introducción de especies es uno de los principales problemas ecológicos que nos encontramos, donde los mosquitos y patógenos no permanecen ajenos a esta realidad.

Un ejemplo de ello son los arbovirus (virus transmitidos por artrópodos), como el virus del dengue, el virus del Chikungunya, o el virus Zika, que pueden ser transmitidos por el mosquito invasor Aedes albopictus, popularmente conocido como mosquito tigre. Estos organismos, virus y mosquitos, son a día de hoy un problema de salud a nivel mundial, afectando especialmente también a países de la cuenca Mediterránea. Aunque en España existen especies de mosquitos emparentadas (del mismo género) al mosquito tigre, como por ejemplo el mosquito de las marismas, esta especie, al igual que pasaba con los parásitos de la malaria aviar, es también incapaz de transmitir el virus del Zika.

Sin embargo, la introducción del mosquito tigre en España en 2004, y el aumento de turistas procedentes de áreas donde esta enfermedad es endémica, propician la creación de nuevos escenarios epidemiológicos, con grandes implicaciones en la salud de la población humana. Así, a día de hoy encontramos una situación donde un virus introducido y un vector introducido coinciden en el mismo lugar y tiempo, pudiéndose producir casos autóctonos de transmisión de enfermedades en lugares donde no existían previamente. Este es el caso que encontramos con la ocurrencia de transmisión autóctona de los virus del dengue y Chikungunya en países como España, Italia o Francia.

Con estos escenarios expuestos previamente, observamos que las diferentes especies de mosquitos varían en su capacidad de transmisión de patógenos, pudiéndonos encontrar diferentes circunstancias en función de que patógenos y mosquitos vectores coincidan en el territorio. Así, retomando la cuestión inicial que da título a esta entrada, la respuesta es ¡no!, y esta circunstancia tiene claras implicaciones en la transmisión de patógenos que afectan a las personas y los animales. Estudios futuros permitirán ahondar en el conocimiento de los factores que determinan el riesgo de transmisión de los patógenos por vectores, tales como aquellos que determinan la considerable especificidad en la relación mosquito-patógeno en los ecosistemas naturales.

Muchas enfermedades importantes, como la malaria, están causadas por patógenos transmitidos por mosquitos. Estas enfermedades suponen un relevante problema de salud pública y animal, causando numerosas perdidas humanas y animales en todo el mundo, ocasionando un gran impacto en la economía local.

El estudio de estas enfermedades requiere de aproximaciones multidisciplinares, con herramientas y aproximaciones propias de diferentes disciplinas, desde la entomología, la veterinaria o la epidemiología, entre otras muchas que permitan estudiar cuestiones tan elementales, como los factores que determinan el riesgo de transmisión. En este sentido, para que se de la transmisión activa de estos patógenos es necesario que coincidan en el tiempo y espacio los tres “actores principales”, un huésped vertebrado (animal o persona que sufre la infección), un insecto vector tal como el mosquito, con la capacidad de transmitir el patógeno, y por supuesto, el patógeno o parásito, que va a ser el agente que causa la enfermedad. Sin embargo, no siempre se dan estas circunstancias, pudiendo encontrarnos diferentes posibles escenarios que permiten o impiden el ciclo de transmisión. Aquí presento tres ejemplos comunes que encontramos en nuestro área: