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Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

Comer anguila hasta que no quede ni una

Miguel Clavero

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Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

Los humanos hemos hecho desaparecer del planeta una enorme cantidad de especies, tantas que es difícil llevar la cuenta. Unas 1500 sólo de aves, según un estudio reciente. Buena parte de estas extinciones se deben a nuestra dieta. Nos comimos esas especies hasta que no quedó un solo individuo. Nos comimos los mamuts, nos comimos la megafauna americana tan pronto pusimos el pie allá, nos comimos las aves elefante de Madagascar y los moas de Nueva Zelanda, los dodos de Reunión y las enormes vacas marinas de Steller.

Habrá quien piense que esas son cosas de pasados remotos. Que hoy podemos evaluar nuestro impacto sobre el medio y regular nuestra actividad en base a ese conocimiento, en pro de la sostenibilidad, ese palabro. Pero no.

Seguimos comiendo especies a sabiendas de que hacerlo llevará a su desaparición. A menudo se trata de organismos cuya rareza sobrevenida (la sobreexplotación es lo que tiene) ha hecho que se hagan extraordinariamente caros, por ese impulso que tenemos los humanos de sentirnos especiales al poseer, o comer, lo que la mayoría no puede. Se forma así una espiral de rareza, deseo y precio que acaba en la extinción. En ese camino se encuentra, ya en descenso vertiginoso, la anguila europea (Anguilla anguilla).