Los niveles de mortalidad de la población andaluza vuelven a la normalidad tres años después de la pandemia

Consuelo Durán

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Hay un fenómeno sobre el que los expertos no terminan de ponerse de acuerdo en las causas y es que, pasado lo peor de la pandemia, las tasas de mortalidad, y en este caso no vinculadas a la covid, continuaron creciendo, rompiendo con ello una tendencia a la baja que se registraba en años previos a la irrupción del coronavirus. No ha sido hasta este pasado año 2023 cuando se ha corregido esta tendencia y se ha vuelto a la situación previa a la crisis sanitaria, es decir, 2019. Pero con matices.

En opinión del catedrático Francisco Guillén-Grima, director de Medicina Preventiva de la Clínica Universidad de Navarra, “aunque la dotación de recursos sanitarios es importante, existen otros factores con mayor influencia en el nivel de salud de la comunidad, como el estilo de vida, la dieta, la actividad física y el medio ambiente”. Para el geógrafo José Antonio Nieto Calmaestra, “indudablemente hay otras coyunturas ligadas a la covid, como la desatención a otras enfermedades o el retraso de diagnósticos que han tenido y tendrán su incidencia en la mortalidad presente y futura, pero será difícil de calibrar, a menos que se tengan los datos pertinentes para ello, y se haga un análisis minucioso patología a patología”.

Veamos primero qué dicen los datos, en este caso del Instituto Nacional de Estadística (INE). Mientras que entre 2018 y el año prepandémico (2019) se había registrado un descenso en las defunciones en Andalucía, en 2020 se incrementaron -ocurrió en toda España- coincidiendo con lo peor del coronavirus. Ese incremento siguió en 2021, cuando fueron 79.339 fallecimientos en la comunidad autónoma, medio punto más que en 2020 (78.461).

Esa tendencia de 2021 contrasta con la media nacional, dado que en el conjunto de España se registraron menos de muertes entre 2020 y 2021 (de 493.776 a 450.744), y en la mayoría de las comunidades autónomas hubo menos que el año más duro de la pandemia, a excepción, junto a Andalucía, de Islas Baleares, Canarias, Comunidad Valenciana, Murcia, Ceuta y, en mucha menor medida, Galicia.

Sin embargo, en 2022 volvieron a incrementarse las defunciones a nivel nacional, con 462.824 (más incluso que en plena pandemia) creciendo en todos los territorios a excepción de Ceuta y Melilla, donde bajaron. En Andalucía fueron 79.407. Se observa también, en las estadísticas del INE, que la distribución por edades de las tasas de mortalidad no han variado apenas en una década.

Cuántas por Covid

Se da la circunstancia de que el incremento de los decesos en todas las comunidades autónomas en 2020 se atribuye directamente a la covid. De hecho, España registró de media un 8,3% más de muertes, destacando los casos de la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Aragón, Cataluña y Melilla, con subidas de más de 10 puntos.

En Andalucía, se atribuyeron a esta causa 5.742 muertes en 2020 y 6.173 en 2021, según los resúmenes publicados por la Consejería de Salud y Consumo. En 2022, se sumaron otros 3.752, con lo que la cifra de muertos por covid cada año empezaba a bajar por primera vez, según la de la Consejería de Salud y Consumo. De hecho, hasta noviembre de 2023 se ha sumado apenas otro millar, es decir, tres veces menos que el año anterior, de fallecidos por covid.

Sin embargo, hasta la semana 39, que son los datos disponibles en el INE de 2023, ha habido en Andalucía 56.379 fallecimientos. Son menos que en el mismo periodo en los tres años anteriores. Pero decíamos que con matices porque, de hecho, en 2019, hasta la semana 39 habían muerto en Andalucía 52.825 personas. En el conjunto de España, los muertos hasta la semana 39 de 2023 (324.446) siguen siendo todavía más que en el mismo periodo de 2019 (312.724), pero en ambos casos se atribuye a la pirámide poblacional que hace que cada vez haya más gente de edad avanzada.

Vistos los datos, volvemos a los expertos. Francisco Guillén-Grima sostiene que “para realizar una valoración adecuada, se necesitaría una serie temporal de tres años antes y tres años después de la pandemia, como mínimo”, por lo que “es pronto para conocer si se han producido cambios en la población”. De todas formas, esto le parece “improbable”. Indica también que “el aumento de mortalidad no covid se ha detectado en otros lugares, como Hong Kong, Estados Unidos, Francia e Italia”.

En el caso de Hong Kong, se comprobó que hubo una disminución en el número de ingresos hospitalarios, lo que a su vez se asoció a un aumento de la mortalidad. “Es decir, que se produjo un descenso en la mortalidad hospitalaria y un aumento en la mortalidad extrahospitalaria. Una posible explicación es que los pacientes hubieran retrasado el buscar atención sanitaria por el miedo a contraer la covid. Lo que cambió en este caso fue la conducta en la búsqueda de atención médica, sobre todo entre los jóvenes y mayores. Las personas que fallecieron tenían antecedentes de enfermedades cardiovasculares”, apostilla.

Parecido es lo ocurrido en Perú, “en donde el número de pacientes ingresados en los hospitales con problemas cardiacos descendió después de la cuarentena, produciéndose un aumento de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares”. Se han detectado también aumentos de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y diabetes en Francia, Estados Unidos e Italia. “En Estados Unidos, además, se ha detectado un aumento de mortalidad no covid por homicidios, diabetes, sobredosis de drogas, accidentes de tráfico y caídas, que podría ser una consecuencia indirecta de la covid”.

Cuánto impacta el olvido de otras enfermedades

Estados Unidos es el país número uno en inversión en servicios sanitarios, a los cuales destina un 16% de su PIB. “Sin embargo, sus indicadores no son buenos: es el país número 33 en esperanza de vida y el 37 en mortalidad infantil”, expresa Francisco Guillén-Grima. Esto lo lleva a concluir: “No se puede deducir que una mayor inversión en servicios sanitarios se traduzca directamente en una mejora de salud de la comunidad. Es necesario realizar más inversiones en promoción de salud y fomentar estilos de vida saludables en la población”.

Precisamente, esta última tarea, de la que se encarga sobre todo la medicina de familia y comunitaria, está relegada por la deficitaria dotación de la atención primaria, tal y como han advertido en más de una ocasión estos profesionales, que lamentan no poder dedicarse a la promoción de la salud.

Y cuánto el envejecimiento de la población

Por su parte, José Antonio Nieto Calmaestra apunta: “Parece claro que la tendencia alcista de la mortalidad es un hecho motivado, principalmente, por el progresivo envejecimiento de la población que determinará una acentuación del fenómeno en el futuro, toda vez que están empezando a llegar a edades críticas las generaciones más numerosas del baby boom. Esta se podría decir que es la tendencia estructural para cuyo análisis es necesario remontarse un poco más que a los últimos tres años, aunque al hacerlo se ponen de manifiesto la incidencia coyuntural de múltiples aspectos”.

En este caso, “es evidente la incidencia, por ejemplo, de la masiva entrada de inmigración que se produce a partir de 2000 y que contribuye a trastocar la tendencia alcista que apuntaba la mortalidad, por eso parece que baja”. Es más, sugiere que “seguro que la tendencia sería muy distinta si pudiésemos analizar por separado a españoles de extranjeros”.

Otra coyuntura, “en este caso, en sentido contrario, el de subir los valores, ha sido la covid, que ha contribuido notablemente a incrementar el número de muertes, pero se ha alejado el pico de incidencia”. De todas maneras, precisa: “Me parece un poco arriesgada, aunque las cifras así lo apunten, la afirmación de que entre el 2018 y 2019 estaba bajando la mortalidad. Puede ser un efecto colateral a la previa llegada de inmigrantes, que apenas llegó a frenar la crisis”, concluye.

Datos

Enfermedades cardiovasculares y temperaturas

De las 79.339 defunciones registradas en Andalucía en 2021 (un 1,1% más que en 2020) destaca que las principales causas de muerte entre personas de 65 y más años fueron las enfermedades del sistema circulatorio (30,2%), los tumores (21,2%) y ciertas enfermedades infecciosas y parasitarias (9,9%) que incluyen las defunciones por Covid. Hay que tener en cuenta que, por grandes grupos de edad, la mayor parte de las defunciones (83,8%), correspondió a las personas de 65 y más años.

Mientras, el 15,8% de las defunciones fueron de personas de 15 a 64 años. En este grupo, fueron los tumores (39,2%) el motivo de la muerte, seguidos por las enfermedades del sistema circulatorio (18,6%) y las causas externas de mortalidad (11,1%). Son datos del Instituto Andaluz de Estadística y Cartografía (IECA), que publicaba recientemente las estadísticas de defunciones por causas de Andalucía correspondientes a 2021.

Buscamos otra fuente: el Momo. Se trata del sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas del Instituto Carlos III y coordinado por el Ministerio de Sanidad. Recoge que desde el 1 de enero de 2020 ha habido en Andalucía un exceso de 18.574 fallecimientos por todas las causas. De estas, 1.678 son atribuibles a temperatura. Supone, cada uno de esos dos años, cerca del 15% del total y a la cabeza de España en números absolutos. Pero sobre todo, hay un incremento contante de esta última causa. La mayoría se concentran entre junio y agosto, y sobre todo, julio. Si en 2020 se contabilizaron 316 fallecimientos atribuibles a las temperaturas en Andalucía, en 2021 fueron 846. En lo que va de 2022 han sido 516, por lo que se prevé una reducción con respecto a 2021. En cambio, en el conjunto de España, se atribuyen a las temperaturas 1.883 decesos en 2020; 3.576 en 2021; y 5.828 hasta noviembre de 2022, un crecimiento por encima del 60%.