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Sanidad pública
La sanidad andaluza pierde “una oportunidad para reforzarse” en el primer año tras la pandemia

La nueva consejera de Salud, Catalina García, sigue una línea continuista a la de su antecesor, Jesús Aguirre

Álvaro López

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2022 será recordado como el primer año de normalidad tras la pandemia de la Covid-19. Doce meses en los que la incidencia del coronavirus ha descendido hasta niveles inapreciables para la mayoría de la población y que han desatascado de esta patología a la sanidad pública. Para el presidente de la Junta será un año donde la atención sanitaria mejoró respecto a 2019 aunque “arrastre” problemas anteriores, como dijo en su discurso de fin de año. Sin embargo, también será recordado, al menos para profesionales y sindicatos, como el año en el que se perdió “una oportunidad” para reforzar definitivamente el sistema sanitario de Andalucía. Tras la pandemia, las carencias asistenciales, lejos de remitir, han continuado siendo la tónica dominante.

Los dos principales problemas que no han remitido y que se han vuelto a poner de manifiesto en tierras andaluzas son dos análogos al resto del país: la falta de plantilla y el taponamiento de la atención primaria. Con una población que supera los 8,4 millones de habitantes, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) apenas cuenta con algo más de 105.000 profesionales para dar cobertura sanitaria a toda la ciudadanía. Una cifra que está mostrándose insuficiente para corregir los problemas asistenciales que afectan sobre todo a los centros de salud.

Porque uno de los grandes asuntos que ha copado la actualidad de 2022 con respecto al personal es la estabilización del mismo. Tras un 2021 convulso con el despido de 8.000 sanitarios de refuerzo Covid-19 en otoño, la Consejería de Salud se vio obligada a idear fórmulas imaginativas para dotar de plantilla a los diferentes ambulatorios y hospitales, especialmente durante el periodo de alta frecuentación que tiene lugar cada invierno y ofrecer trabajo a médicos jubilados o crear las consultas de acogida que consisten en que un enfermero criba si un paciente está lo suficientemente grave como para necesitar ser atendido sin cita en su centro de salud.

Con estas premisas, 2022 arrancó con la mitad de los ambulatorios andaluces cerrados por las tardes durante la Navidad por falta de plantilla y con la Junta de Andalucía rescatando al 75% de los 8.000 despedidos en otoño de 2021 a través de contratos temporales. Además, durante los primeros meses del año se produjo la última gran ola de contagios por Covid-19 que afectó a los sanitarios y que mermó aún más a unas plantillas que ya estaban en una situación precaria. Tales eran las carencias de los hospitales y centros de salud, que el SAS tuvo que ofrecer contratos por semanas para cubrir bajas.

Contratos inestables

Con el paso del año, la estabilización de la plantilla no se ha resuelto, sino que ha generado nuevos conflictos. Aún quedaban 12.000 profesionales refuerzos Covid-19 cuyos contratos expiraban en diferentes momentos de este 2022. En todos los casos, la Junta de Andalucía optó por prolongarlos hasta este 31 de diciembre, fecha en la que expiraban y que había generado un clima de tensión entre Salud y los sindicatos. En verano, tras el cambio de consejero del ramo de Jesús Aguirre a Catalina García, también se nombró a un nuevo gerente del SAS, Diego Vargas. Este se comprometió con la mesa sectorial a prolongar las vinculaciones de los refuerzos más allá de diciembre, pero supeditó la decisión a que la Consejería de Hacienda diese el visto bueno.

Finalmente, tras varias semanas de dudas, la Consejería de Salud ha decidido prolongar los contratos de estos trabajadores, pero sin que esté del todo claro cuánto tiempo más. Sí se sabe que al menos un millar de médicos podrán renovar un año más, pero el resto de categorías son un misterio incluso para los afectados. Los sindicatos denuncian que va a haber renovaciones incluso por tres meses y ponen el grito en el cielo porque Salud no ha negociado con ellos esta circunstancia ni ha optado por convertirlos en personal fijo, a pesar de las necesidades del sistema sanitario. El Gobierno de Moreno defiende su decisión argumentando que otras comunidades autónomas no han mantenido los refuerzos y que el presupuesto recién aprobado es el que tiene mayor dotación para la sanidad.

Sin embargo, los sindicatos crtitican que el final de la pandemia de la Covid-19 no ha servido para retener el talento que se había incorporado para reforzar la atención hospitalaria y de los centros de salud. De hecho, los profesionales advierten de que se sigue produciendo una fuga de trabajadores a otras comunidades autónomas y otros países, algo preocupante si se tiene en cuenta, por ejemplo, que en los próximos diez años se jubilarán prácticamente la mitad de los médicos de cabecera que hay en la actualidad en Andalucía.

Cambio de consejero

A nivel político, el año sanitario también ha sido importante. Con las elecciones de junio en el horizonte, los sindicatos presionaron en varios frentes para obtener acuerdos que llevaban años encallados. El más importante de ellos y con el que se estrechó fugazmente la relación con la Consejería de Salud fue el del desarrollo de la carrera profesional. Dicho hito ha supuesto que todos los sanitarios puedan cobrar un complemento salarial en función de su trayectoria y formación. Hasta este año, dicho extra solo lo percibían los médicos y las enfermeras, pero no el resto de categorías.

Si bien el primer acuerdo para desarrollar la carrera profesional se había sellado en julio de 2021, la Junta de Andalucía no cumplió con su palabra de ponerlo en marcha desde enero, alargando el tiempo de espera y tensando la situación con los sindicatos. Problemas de tesorería generados porque no se habían aprobado los presupuestos, llevaron a la mesa sectorial a amenazar con manifestaciones en pleno ambiente preelectoral. Sin embargo, en abril finalmente hubo luz verde y el complemento, que llevaban 15 años esperando muchos sanitarios, empezó a aplicarse. Fue el último servicio de Jesús Aguirre como consejero de Salud.

Tras los comicios de Andalucía de junio, Aguirre dio paso a Catalina García, hasta entonces su viceconsejera, generando un clima de incertidumbre y de cierta esperanza entre profesionales y mesa sectorial. A pesar de que algunos representantes de los colegios médicos criticaron la elección de una enfermera como consejera, el ambiente fue cordial entre las partes y se establecieron puentes de diálogo que con el paso de las semanas se han ido resquebrajando. La línea continuista de García al frente de Salud no ha conseguido resolver el retraso asistencial que se aprecia sobre todo en la atención primaria.

El colapso de la atención primaria

Porque ese es el otro gran conflicto que ha deparado este 2022. La dificultad para acudir a un médico de familia en Andalucía sigue siendo la tónica dominante en la mayor parte de los centros de salud. Todo a pesar de que Jesús Aguirre presentó a comienzos de año un plan integral para reformar la atención de los ambulatorios. Sin embargo, lejos de resultar eficaz, el mismo se encontró con la respuesta negativa de la mesa sectorial al ver en él una recopilación de medidas ya puestas en marcha y que no habían conseguido disminuir el tiempo de espera para obtener una cita.

Aunque en los últimos meses las cifras oficiales han mejorado y según el último dato la demora se sitúa en 3,72 días para obtener una visita médica, lo cierto es que el reparto sigue siendo muy desigual. Los ciudadanos siguen reportando que pueden esperar hasta 15 días en algunos centros de salud para ver a su médico de cabecera y que las citas por teléfono no corren una suerte mejor. Para los sindicatos y los sanitarios, esta realidad responde al hecho de que no hay personal suficiente y que los galenos tienen agendas interminables cada día.

Desde la Consejería de Salud aseguran que ahora hay 410 médicos de cabecera más de los que había en 2019 y que se ha hecho una inversión de 14,7 millones de euros para reforzar la atención ambulatoria, pero el colapso asistencial se sigue percibiendo sobre todo en aquellas zonas en las que hay más población. No obstante, estos problemas para recibir atención médica también se han reflejado en las visitas a los especialistas y en que Andalucía ha vuelto a registrar un récord de derivaciones a la sanidad privada. Dos aspectos que para la mesa sectorial indican que la Junta está “deteriorando” el sistema público.

En un año como 2022, en el que también se han integrado las agencias sanitarias en el SAS y en el que se han renovado los conciertos con Clínicas Pascual, a pesar de la controversia que genera este asunto desde hace años, el cierre tampoco ha sido el ideal. Salud ha dejado sin abonar parte del salario complementario a un número indeterminado de sanitarios porque ha tenido que realizar una “reclasificación presupuestaria”, que no ha hecho más que enfadar a los afectados, tan solo unas semanas después de que Andalucía y Sevilla en particular protagonizasen la primera gran movilización por la sanidad pública desde que Juan Manuel Moreno Bonilla es presidente regional. Por el ambiente actual entre los sindicatos y la Junta de Andalucía, está claro que no será la última.

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