Sánchez Garnica, nuevo presidente del Partido Aragonés casi por casualidad

ElDiarioAragón

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Clemente Sánchez Garnica toma el relevo de Arturo Aliaga en el momento más convulso de la historia del Partido Aragonés. Como le ha sucedido siempre que ha estado en la primera línea política, asume la Presidencia de la formación aragonesista casi por casualidad y en situaciones críticas. Ya le sucedió en una breve etapa en el Ayuntamiento de Zaragoza, donde entró a mitad de un mandato para dimitir a mitad del siguiente, o en el Senado, donde ostenta el récord del ser el senador más breve de la Historia: hace ahora tres años sustituyó a Rosa Santos, que había dimitido, y a los pocos días Pedro Sánchez anunció el adelanto de las elecciones, por lo que apenas ostentó ese puesto durante un mes. Tras esas elecciones, Sánchez Garnica volvió a la Cámara Alta como senador autonómico, en virtud de los pactos en Aragón entre el PSOE y el PAR. Fue precisamente Arturo Aliaga quien apostó por él para que ocupara ese puesto. Ahora, le sustituye tras una moción de censura que él mismo ha abanderado junto a otros 15 miembros de la ejecutiva del partido, muy preocupados por el futuro del partido y la decisión enrocada de Arturo Aliaga de no mover ficha tras el varapalo que supuso que un juez declarara que el congreso en el que él salió elegido estuvo plagado de irregularidades y era nulo. Antes de ocupar la presidencia del PAR a través de la moción de censura, Sánchez Garnica era el responsable de Acción Política en la ejecutiva del PAR.

Sánchez Garnica, nacido en 1958 y licenciado en Derecho, está especializado en la rama administrativa. Ejerce como abogado y siempre ha sido una pieza fundamental del PAR de Arturo Aliaga y antes lo fue de José Ángel Biel (que no ha andado muy lejos de la operación de esta moción de censura), pero siempre con un perfil discreto y en la sombra, sin gran relevancia pública, pero con una importante influencia interna. Su talante conciliador y dialogante ha hecho que siempre haya gozado de la confianza de los distintos presidentes del partido, aunque en el último año su relación con Aliaga haya sido prácticamente inexistente. El deterioro de esa relación, esa pérdida de confianza mutua, ha derivado finalmente en una moción de censura que deja muy tocado al PAR a tres meses de las elecciones y siembra de incertidumbres tanto su posición ante la inminente campaña como la estabilidad del Gobierno cuatripartito en la recta final de legislatura. 

El ya expresidente del PAR Arturo Aliaga es en estos momentos un cadáver político que ya ha anunciado él mismo que de prosperar la moción de censura renunciaría a presentarse a primarias por su partido, pero que mantendría su posición en el Gobierno como vicepresidente y consejero de Industria. Aliaga, que es el político en activo que más años lleva en distintos ejecutivos autonómicos, tiene ahora un único aliado, que es además quien puede mantenerlo en el puesto o no. Este es el presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán, que ha defendido a capa y a espada a Aliaga cuando este apenas tenía ya apoyos en su propio partido. Pero la decisión de Lambán, que además ahora mismo está ingresado en un centro hospitalario, es compleja: ¿cómo mantiene en el puesto al miembro de un partido que ahora mismo no goza la confianza del mismo? Tiene la potestad de mantenerlo, pero la posición es compleja cuando Aliaga ahora mismo ya no tiene ningún apoyo en su propio partido.

Se da una circunstancia curiosa: el presidente de la Diputación de Teruel, el socialista Manuel Rando, hace dos semanas cesó a petición de Aliaga como vicepresidente de la institución provincial a Alberto Izquierdo, responsable del PAR en la provincia. Y Sánchez Garnica es senador autonómico por una decisión de Aliaga. El cuatripartito ha sorteado sin ningún sobresalto una legislatura que a priori parecía compleja por la disparidad de ideologías de las formaciones que lo componían. Sin problemas externos que le hayan generado crisis, un problema orgánico de una de sus formaciones altera su estabilidad en la parte final. A tres meses de las elecciones, y a mes y medio de que se disuelvan las Cortes, todo parece que se moverá en plena interinidad. Como interino es el papel de Sánchez Garnica, que está por ver que sea él quien asuma un difícil reto y al que nunca se ha dedicado: optar a candidato por el PAR y coordinar la confección de candidaturas a las Cortes  y a los municipios. En este momento, la fractura es tan grande que la dificultad de encontrar personas para hacer listas es mayúsculo. Y un partido que ha sido clave en el territorio y que ha ejercido siempre un papel de árbitro en las instituciones aragonesas, está a punto de la desaparición. La duda es saber si el nuevo rumbo que le ha intentado dar un sector del PAR que no ha entendido el enrocamiento de Aliaga llega tarde. Hace tan solo una semana, una parte importante del sector aragonesista que inició la oposición a Aliaga y recurrió el congreso en el que este venció con supuestas irregularidades, abandonó la formación y creó otra plataforma que concurrirá a las elecciones. Ese bloque, liderado por Elena Allué pero en el que también hay destacados exdirigentes del PAR como Marina Sevilla, Julio Esteban, Lucía Guillén o Berta Zapater abrió una espita con la denuncia de aquel convulso concreto. Hoy el PAR está más dividido que nunca y en una situación muy compleja para encarar las elecciones más trascendentes de sus 45 años de historia.