Anomalía en la galaxia
“El equipo es de los jugadores, no del entrenador ni del presidente”.
La anterior declaración fue publicada, el pasado 8 de noviembre, en el Diario As. Su autor fue Ettore Messina, entrenador de la sección de baloncesto del Real Madrid, en una entrevista realizada por Tomás Guasch. La afirmación, habitual entre los lugares comunes que abundan en el deporte, adquiere una dimensión destacada porque en el manual de trabajo del técnico italiano, tras el paso del equipo blanco por el Centro Insular para medirse con el Gran Canaria 2014, semejante enunciación no es un embuste.
Este Real Madrid, invicto en la Liga ACB tras siete jornadas disputadas, es una anomalía en la galaxia que domina Florentino Pérez. Formado el grupo por la suma de espléndidos jugadores (a falta de la incorporación de Felipe Reyes y Van den Spiegel), el Real Madrid es un equipo sólido que no depende de ninguna vedette, rebosa talento (Prigioni, Hansen, Bullock, Garbajosa, Llull, Lavrinovic, Velickovic, Kaukenas, Hervelle o Vidal), es generoso en el esfuerzo, resulta bravo, se muestra pendenciero a las malas, luce exquisito a las buenas y es exigente.
Resulta indiscutible que en los éxitos que presenta la hoja de servicios de Ettore Messina (Catania, 30 de septiembre de 1959) cuenta mucho la nómina de grandes jugadores que ha entrenado: Zoran Savic, Pedrag Danilovic, Raso Nesterovic, Antoine Rigaudeau, Alessandro Abbio, Manu Ginobii, David Andersen, Marco Jaric, Tyus Edney, Jorge Garbajosa, Theo Papaloukas, Trajan Langdon, JR Holden o Ramunas Siskaukas han colaborado en convertir al siciliano ?junto a Zeljko Obradovic? en el mejor técnico de Europa.
Ganador de cuatro Euroligas (dos, en 1998 y 2001, con la Virtus de Bolonia y otras dos, en 2006 y 2008, con el CSKA Moscú), una Copa Saporta (1990, con la Virtus), cuatro Legas (tres con la Virtus y una con la Benetton de Treviso), siete Copas de Italia (cuatro con la Virtus y tres con la Benetton), cuatro Superligas rusas y dos Copas de Rusia, Messina fue elegido este verano por Florentino Pérez para devolver al Real Madrid a la elite del baloncesto europeo.
Sencillez del discurso
Pero por encima de los nombres y del palmarés, con Mesina sobresalen la sencillez, la humildad, la normalidad. En su catálogo no hay lugar para las extravagancias ni para vicios galácticos. Hay trabajo y sensatez. Se encuentran dosis de disciplina y humildad. Hay hueco para la elegancia y, sobre todo, para la inteligencia. En concreto, para la de baloncestistas instruidos en el juego y que interpretan de maravilla el baloncesto.
El último cuarto de hora que firmó el Real Madrid en el Centro Insular se convirtió en un sumario de lujo para salir victorioso de situaciones complicadas: calma, buenas transiciones, circulación perfecta del balón, apertura al máximo de la cancha, un Velickovic tremendo, series casi interminables de pases en busca de la mejor opción de tiro y acierto. Mucho acierto y mucho Madrid para un Granca fuerte y generoso, pero impotente ante la capacidad del rival.
A Messina le queda mucho trabajo para lanzar al Real Madrid a la gloria. Le resta, de entrada, superar malos momentos para madurar y crecer. Al final, incluso, podría ser que ni siquiera gane títulos, pero a este equipo ?que sale a jugar tras una última charla entre jugadores y que abandona la cancha tras otro corro entre baloncestistas? nadie le podrá discutir el esfuerzo y el compromiso.
Tiene un patrón y cree en ese plan. Y por mucho que es empeñe el técnico en eludir los focos (es parte de su acierto), este Real Madrid es el Real Madrid de Messina. Él impone el estilo, él elige a los jugadores y él decide a qué se juega.
PD- Los que faltaron al Centro Insular de Deportes se perdieron un intenso (y noble) partido de baloncesto.