30 años del milagro de Auxerre

Imagen del choque de ida jugado en el Heliodoro.

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —
29 de septiembre de 2023 18:53 h

0

 Heroica, legendaria, inolvidable, épica, colosal, imborrable, gloriosa, mítica, inmortal, histórica, apoteósica… Se podría agotar el diccionario y ninguna palabra haría justicia a la victoria (0-1) obtenida por el CD Tenerife el 29 de septiembre de 1993 en el Abbe Deschamps de Auxerre. Aquella interminable noche, en el día de su 'bautismo' continental, el grupo dirigido por Jorge Valdano no sólo superó la primera ronda eliminatoria de la Copa de la UEFA, sino que entró para siempre en la historia de las competiciones europeas.

Lo hizo porque supo jugar en contra de las sensaciones y del marcador (2-2) del partido de ida jugado en el Heliodoro, porque ganó en un escenario donde sólo lo había hecho el mejor Ajax de Ámsterdam y porque durante doce interminables minutos –expulsado César Gómez, lesionado Agustín y con la anuencia de un árbitro desvergonzado llamado David Elleray– resistió un asedio brutal con ocho jugadores de campo y Pier Cherubino de portero. Lo dicho, fue una noche mágica, irrepetible, maravillosa, alucinante, prodigiosa...

Las hemerotecas recuerdan que aquel miércoles jugaron: Agustín; Aguilera, César Gómez, Antonio Mata, Llorente; Chano, Redondo, Castillo, Felipe; Latorre (Conte, 68’) y Dertycia (Pier, 76’). Pero la realidad dice que en los últimos minutos también jugó Toño, que se marchó al lateral opuesto al que estaban los banquillos para 'marcar' a la defensa y al juez de línea; o que también jugaron Ochotorena y Manolo (que ni siquiera estaba convocado), quienes desde detrás de la portería se dejaron la garganta dando indicaciones a Pier.

Aquella memorable noche también 'jugó' Ángel Cappa, que se mantuvo toda la prolongación dentro del terreno de juego para reclamar al británico Elleray que pusiera final a aquel suplicio. Con educación al principio (“Eehhhhhh, pitáááááááá ya, pitáááááá el final”) y sin tanta corrección cuando se llegaba al minuto cien (“Eehhhhh, la reconcha de tu madre, pitáááááááááá ya”). Y también jugaron los más de doscientos blanquiazules que perdidos en la grada no perdieron la fe. Y que con lágrimas en los ojos celebraron un triunfo fantástico, soberbio...

Todos merecen gloria y honor. Pero hubo tres héroes. Uno fue Agustín, que durante noventa minutos detuvo lo parable y lo imparable. Y que cuando el partido agonizada chocó con Laslandes en un balón dividido. Evitó el empate, pero perdió el hombro. Y nunca más volvió a jugar al fútbol. Los tinerfeños no deberían olvidar cuál fue su última parada. Otro héroe fue Pier, porque se comió un marrón sin rechistar. Pudo quedar ridiculizado, pero en un agobio infinito sacó tres balones de puños, resolvió dos melés y detuvo un disparo colocado. Salió a hombros y entre lágrimas.

El tercer héroe fue Felipe Miñambres Fernández, quien merece que la historia le recuerde con nombres y apellidos. Porque hizo un partido inmenso, porque marcó el gol del triunfo a veinte minutos del final y porque ya en la prolongación, en medio del asedio rival, se recorrió el campo en un uno contra once y forzó un penalti que sólo Elleray no quiso ver. Y porque durante cien interminables minutos hizo un despliegue conmovedor, vibrante, arrebatador, monumental… Se podría agotar el diccionario y ninguna palabra haría justicia.  

Etiquetas
stats