El club ‘recupera’ el Stadium
Acabada la Guerra Civil, el fútbol tardó poco tiempo en volver a organizarse en Tenerife. El secretario de la Federación Española de Fútbol, Juan Antonio Sánchez Ocaña, le encargó la tarea a José Díaz Prieto, el eterno secretario general del Tenerife, que durante seis meses dejó su cargo para poner en marcha el Campeonato Insular 39-40, un torneo disputado con aparente normalidad y que ganaría precisamente el equipo blanquiazul. Mientras, un ex jugador del club, Pedro Rodríguez Bello, se convirtió en delegado del Colegio de Árbitros de Tenerife.
La entidad blanquiazul tampoco se detuvo en los primeros meses de la posguerra: contrató jugadores, fichó a Andrés Llombet como entrenador, recuperó a figuras como Domingo 'el Palmero'… y, tras el regreso de Díaz Prieto a la secretaría general, retomó una de las viejas costumbres más apreciadas por el aficionado local: traer al Stadium a los mejores equipos del país o del continente. Esta vez el invitado fue un lujo: un Atlético Aviación plagado de canarios y liderado por el ídolo local, Francisco Arencibia, con el título de campeón de Liga recién estrenado.
Y mientras la atención se centraba en la llegada de los rojiblancos al muelle de Santa Cruz, en los dos amistosos ante el Atlético Aviación [actual Atlético de Madrid] que colapsan el Stadium, en el juego desplegado por Arencibia o en los tres goles que les hizo Chicote a los campeones de Liga… don Heliodoro Rodríguez da un golpe de mano al recuperar la propiedad del Stadium para el Tenerife. En su día, la construcción de esta instalación, que se inauguró en 1925, se había sufragado con la compra de acciones por parte de algunos empresarios y muchísimos aficionados.
No obstante, la necesidad de pedir un empréstito a la Caja de Ahorros para realizar algunas obras de desmonte y la imposibilidad de pagarlo en tiempo y forma hizo que la entidad de ahorro se convirtiera en el principal acreedor del Tenerife. Y luego, que pasara a ser la propietaria del Stadium. Tras la guerra civil, Rodríguez López lanzó una propuesta para que los poseedores de las acciones cedieran sus derechos al Tenerife. La idea tuvo éxito y permitió al Tenerife poder recuperar la propiedad del Stadium, tras una intensa negociación con la Caja de Ahorros.
El acto final del traspaso del Stadium se materializó el 5 de julio de 1940 con la firma de las escrituras correspondientes en presencia del notario Lorenzo Martínez Fuset. Ese día, al ser dueño de su terreno de juego, el Tenerife pasó también a ser dueño de su destino. Y empezó a edificar su supremacía en el fútbol insular, que se materializó una década más tarde, cuando se apostó como representante tinerfeño en las categorías nacionales por quien tuviera estadio propio. Lo tenía gracias a don Heliodoro Rodríguez López. Es justo que el viejo Stadium lleve ahora su nombre.
P.D. Treinta años después, con el equipo en Tercera División y ahogado por las deudas, el Tenerife se vio obligado a vender la propiedad del Stadium al Cabildo Insular, que desde entonces es su propietario, obligando a pagar mayores o menores cantidades de dinero a la entidad blanquiazul por su uso. Eso sí, el Heliodoro nunca ha dejo de ser la 'casa' del Tenerife.
(*) Capítulo del libro “El CD Tenerife en 366 historias” de Juan Galarza y Luis Padilla.
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