Otro 'Granca' es posible

El 29 de mayo de 2009 el Cabildo aprobó una partida extra, de 1,5 millones de euros (250 millones de pesetas), para cubrir un desfase presupuestario del CB Gran Canaria correspondiente al curso 08/09. Se me ocurren, para esa cantidad (más allá de todas las inyecciones económicas que la corporación insular aporta anualmente en concepto de subvenciones y patrocinios), un buen número de planes de actuación donde, en la situación de crisis que asola a la isla, se podría invertir ese dinero con cierta urgencia.

Con 1,5 millones de euros, por ejemplo, la consejería de Deportes podría invertir en la base o en mejorar las infraestructuras que utilizan los grancanarios para la actividad física. Con 1,5 millones de euros, la consejería de Empleo, Desarrollo Local e Igualdad podría -seguro- poner en marcha un plan para formar a un puñado de desempleados. Con 1,5 millones de euros, la consejería de Industria, Comercio y Artesanía podría prestar ayudas a pequeñas y medianas empresas. Con 1,5 millones de euros, la consejería de Turismo, Innovación Tecnológica y Comercio Exterior podría apostar aún más por el desarrollo de la zona sur de Gran Canaria. Y con 1,5 millones, la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico podría aumentar sus ayudas a artistas de la isla.

La ayuda extra de 2009, para colmo, no fue un caso aislado. Desde 1992 (cuando el club se convirtió en Sociedad Anónima Deportiva) hasta hoy, todos los grupos de gobierno del Cabildo han tenido que salir al rescate del consejo de administración que presidía Lisandro Hernández una y otra vez. Con partidas extras para equilibrar cuentas, con negociaciones para encontrar patrocinadores (Grupo Dunas o Kalise) o con la concesión del usufructo (por un periodo de 50 años) del Pabellón de la Vega de San José (y evitar que se ejecutara la causa de disolución que, en 2002, amenazaba a la entidad claretiana).

Decisión lógica

Con este expediente, funesto en el plano financiero, no debería extrañar tanto que el Cabildo (propietario de una Sociedad Anónima Deportiva que presenta pérdidas todos los años) busque fórmulas para resolver una situación de ruina constante. Y es que, tras 20 años de cesarismo, ha llegado el momento de poner en marcha otro modelo de gestión, otro proyecto de club. Porque aunque a una de las partes protagonistas de esta historia (al núcleo duro de la directiva) le ha interesado elevar la decisión de la corporación insular a un simple asunto personal, aquí, lo que realemente importa, es que la entidad amarilla mejore, crezca y progrese.

Y aunque algunos, los acólitos del antiguo régimen (que deja un legado notable en la parcela deportiva tras delegar en Berdi Pérez o Himar Ojeda), han reaccionado impulsados por instintos talibán (han salido en defensa del ex presidente; no del club), es el momento de pasar página y examinar un nuevo modelo. Un nuevo propósito que ventile la entidad, tras 20 años trazados bajo la misma línea (¿recuerdan en qué niveles se movían, en 1990, los proyectos baloncestísticos de Málaga o Valencia?), y que empiece a anotar las bases para otro plan: ambicioso, moderno, autosuficiente.

Porque el Granca está por encima de Lisandro Hernández y de sus compañeros de directiva. Porque el Granca está por encima de lo que escriban unos y otros periodistas. Porque el Granca está por encima de movimientos políticos. Porque otro Granca es posible.

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