El 'Granca' y el síndrome del Día de la Marmota
Año 2000. La cita, en Vitoria. En los cuartos de final de la Copa del Rey de baloncesto. El rival, el Caja San Fernando. El resultado, una derrota (71-60). Año 2003. La cita, en Valencia. En los cuartos de final de la Copa del Rey de baloncesto. El rival, el Pamesa. El resultado, una derrota (81-70). Año 2005. La cita, en Zaragoza. En los cuartos de final de la Copa del Rey de baloncesto. El rival, el Tau Cerámica. El resultado, una derrota (77-75). Año 2006. La cita, en Madrid. En los cuartos de final de la Copa del Rey de baloncesto. El rival, el Unicaja Málaga. El resultado, una derrota (74-64). Año 2007. La cita, en Málaga. En los cuartos de final de la Copa del Rey de baloncesto. El rival, el Real Madrid. El resultado una derrota (85-82).
La experiencia del CB Gran Canaria en una fase final de la Copa del Rey, desde su primera clasificación hasta su última presencia en el torneo [Málaga, 2007], se ha convertido en una secuencia de pequeñas frustraciones que, una y otra vez, se ha repetido con una regularidad tan puntual y tan precisa que, ligeramente, abruma. Tanto que ya recuerda un poco a la pesadilla que le tocaba vivir, un día sí y otro también, a Bill Murray, metido en el papel de Día de la MarmotaAtrapado en el tiempoGroundhog Day
Aquel personaje, atrapado en el tiempo, condenado a despertarse a la misma hora, al ritmo de la misma canción [I Got You Babe, de Cher acompañada por su ex marido Sonny], sentenciado a desayunar en el mismo comedor y con la misma compañía, y penalizado a celebrar, cada jornada, el Día de la Marmota hasta la eternidad, por lo menos fue capaz, antes rozar la demencia y estar al borde de la rendición, de no resignarse a su suerte y de romper aquella maldición.
Al utilizar el ejemplo del Día de la Marmota, metáfora ligera sobre la superación, no pretendo exigir al Kalise Gran Canaria, para romper con su maldición en la competición, que se proclame campeón en su próxima participación en la fase final de la Copa del Rey, torneo que se disputará en Madrid del 19 al 22 de febrero y para el que este domingo el equipo claretiano logró su clasificación tras derrotar al CB Murcia (87-64). Ni, mucho menos, deseo restar valor a las participaciones del Granca en las ediciones de 2000, 2003, 2005, 2006 y 2007, en las que a muchos nos hizo disfrutar, soñar y estar orgullosos por la notable [y aún mejorable] evolución del club.
Pero sí espero, desde la humildad, percibir un mensaje y unas sensaciones más ambiciosas desde todas las categorías que forman la entidad. Ni olvido ni dejo atrás la condición de cada cual. No oculto que el presupuesto del CB Gran Canaria, para esta temporada, alcanza los 5,8 millones de euros ni me reservo información al indicar que, por ejemplo, las cuentas de la sección de baloncesto del Barça rondan los 20 millones de euros. Tampoco voy a comparar a Carl English con Juan Carlos Navarro ni a Sitapha Savané con Tiago Splitter. Pero admito que el año pasado sentí envidia al ver como el iurbentia Bilbao, en su primera participación en una fase final de la Copa del Rey, eliminaba en cuartos al Barça y se quedaba a un suspiro de alcanzar la final con un leitmotiv manifiesto desde su llegada a Vitoria: estaban allí para ganar y no se resignaban a aceptar su presencia como un éxito.
El CB Gran Canaria lleva algo más de un lustro instalado en el mismo escalón. Un peldaño situado, eso sí, entre los mejores de la Liga ACB. Toca, desde el propietario de la Sociedad Anónima Deportiva [el Cabildo de Gran Canaria] hasta la plantilla, pasando por consejeros, y técnicos, romper el tope que frena la progresión natural de la entidad y pasar al siguiente estadio. Y ese paso, incluso, se puede dar hasta con una derrota inicial. Pero jamás con una homilía cargada de victimismo como bandera.
Ahora, mientras, disfrutemos y confíemos en Salva Maldonado y sus jugadores. Hasta el momento han demostrado su capacidad para llegar a la fase final de Madrid.