LOS 32 FUTBOLISTAS CANARIOS DE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA

Pedro Rodríguez: El ‘crack’ inesperado (2010)

Formación que presentó el FC Barcelona en el partido de cuartos de final de la Liga de Campeones ante el Arsenal en un Camp Nou abarrotado. De arriba abajo y de izquierda a derecha forman: Abidal, Milito, Keita, Márquez, Busquets, Valdés (de pie); Messi, Alves, Bojan, Pedro y Xavi.

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Santa Cruz de Tenerife —

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Biografía

BiografíaPedro Rodríguez Ledesma (1987) nació en Santa Cruz de Tenerife pero se crió en Abades (Arico). Formado en la cantera del San Isidro, en 2004 ficha por el FC Barcelona y con su equipo juvenil gana un triplete (Liga, Copa de Campeones y Copa de España) en su primer año. Tras pasar por el Barcelona C y el Barcelona B, debuta con el primer equipo en la campaña 07/08 y adquiere protagonismo al curso siguiente, en el que el Barça logra un triplete (Liga, Copa y Champions). Explota en la temporada 09/10 al marcar en las seis competiciones que disputa su equipo y cierra el curso como factor vital en los cuatro títulos del Barcelona y con la llamada para acudir al Mundial.

El ‘crack’ inesperado

El ‘crack’ inesperadoSi es extremo, quiero verlo“. Esas cinco palabras cambiaron el destino de Pedro Rodríguez Ledesma. Las pronunció en el verano de 2007 Pep Guardiola, un mito del barcelonismo que ya ejercía de entrenador cuando aún estaba sobre el césped con el dream team de Johan Cruyff. Acababa Guardiola de hacerse cargo del filial azulgrana, hundido en el grupo catalán de la Tercera División tras un descenso traumático y tenía sobre su mesa decenas de informes de futbolistas de las categorías inferiores del Barça. Aquel era uno más. O quizás uno menos, destinado como estaba al montón de jugadores prescindibles.

Se refería a un tal Pedrito, futbolista más atolondrado que veloz, discontinuo, voluntarioso y disciplinado, sí, pero que tras un buen curso inicial como juvenil no había explotado. Sumaba un par de años discretos con el Barcelona C en Tercera División y un único partido en Segunda División B con el filial azulgrana. Era, en definitiva, carne de traspaso. El destino que estaba escrito en aquella carpeta no iba más allá del Villajoyosa o del Ontinyent (donde ahora juega la estrella de la cantera azulgrana, Paco Montañés). Como mucho el Portuense, que tenía apalabrada su cesión. Pero Guardiola insistió: “Si es extremo, quiero verlo”.

Nacido el 28 de julio de 1987 y criado en el polideportivo de Abades, donde se forjó su personalidad como jugador, empezó a jugar al fútbol de forma seria (aunque no hay nada más serio que un pique entre amigos en el polideportivo) en el CD San Isidro. 24 goles en el equipo juvenil, pese a no ser ariete puro, le hicieron debutar con sólo 16 años en el primer equipo, en Tercera División. Y un Torneo Juvenil Villa de Adeje, en el que destacó como componente de la Selección Sur de Tenerife, bastó para que el Barcelona llamara a su puerta. El CD Tenerife, dirigido por Pérez Ascanio y compañía, ni se interesó por sus servicios.

El 1 de agosto de 2004, con 18 años recién cumplidos, se incorporó a la disciplina del FC Barcelona. Y se fue a un equipo juvenil roto tras perder a las tres máximas estrellas de la generación del 87: Cesc Fábregas, Gerard Piqué y Leo Messi, que se habían marchado al Arsenal, al Manchester United y al primer equipo, respectivamente. Eso sí, Juan Carlos Pérez Rojo pudo contar en ese curso 04/05 con jugadores como Paco Montañés, Marc Valiente, Víctor Vázquez o Songo’o. La competencia era dura, pero Pedrito (entonces aún era Pedrito) se hizo con un hueco en un conjunto que cerraba la temporada ¡con un triplete!

El equipo juvenil del Barça se impuso primero en su grupo de División de Honor, tras la habitual pugna con el Espanyol. Y en la Liga de Campeones, disputada en Madrid, venció (3-1) en la final a un Sporting en el que brillaba Luis Morán. Antes, en la fase previa superó a Atlético de Madrid (4-2) y Osasuna (1-0), en choque decidido con un gol de Pedro (76’), que siempre entraba desde el banquillo. En esa fase final jugó los tres encuentros, pero en ninguno fue titular. Y nada cambió en la Copa del Rey, en la que el Barça eliminó primero al Betis (tras remontar un 2-0) y luego al Mallorca. Y que en semifinales se midió al Sevilla de Alejandro Alfaro.

En la ida, los andaluces dominaron a placer (3-1). Y el choque de vuelta avanzaba por la segunda parte sin que el marcador se moviera. Hasta que Rojo, que fue extremo, no hay que olvidarlo, tiró de Pedrito. Y el de Abades, saliendo otra vez del banquillo, marcó el primer gol, regaló el segundo y llevó al Barça a la final. “Este chico tiene magia”, dijo entonces el técnico. En la finalísima, otra vez ante el Sporting de Gijón y otra vez saliendo desde el banquillo, Pedro selló el partido en el último minuto con otro gol, en un mano a mano con el portero rival tras recibir un pase al hueco de Víctor Vázquez.

 Su destino y de muchos de sus compañeros fue el Barcelona C, al que también se incorporaba Pérez Rojo, desbigotado ese mismo día por sus futbolistas. El curso no fue malo, pero tampoco espectacular. Y en la temporada 06/07 llegó el desastre, aunque no por culpa de Pedro y los suyos. El Barça B de Bojan o Giovanni descendió a Tercera División y, arrastrado por este descenso, el segundo filial quedó condenado a jugar la Preferente catalana. La entidad apostó por la desaparición y por encargar a Guardiola la confección del Barcelona B. Fue entonces, en ese verano de 2007, cuando Pep se encontró con multitud de informes.

Y con uno lleno de prejuicio sobre Pedrito, olvidadas ya sus exhibiciones como juvenil: “entrena mejor que juega”, “tiene tendencia a la confusión”, “con 20 años, ya no va a mejorar mucho”… Su condición de extremo puro salvó a Pedro. Y en Tercera División recibió la primera lección de Pep: “No jugáis en Tercera División, jugáis en el Barcelona”. Y ese curso, junto a Busquets, Víctor Vázquez o Jeffren, lideró al filial azulgrana al ascenso a Segunda División B. Por el camino, ya en las eliminatorias decisivas, superaron al Castillo (Gran Canaria).

Además, debutó con el primer equipo en un partido de Liga (antes lo hizo en la final de la Copa Catalunya). Fue un 12 de enero de 2008 en el Camp Nou, con el 33 a la espalda y sustituyendo a Eto’o en un partido ante el Murcia y a tres minutos del final. La camiseta era mayor que él y su aspecto rozaba lo cómico. El aficionado culé lo acogió con un aplauso entre cariñoso y condescendiente, dada la fragilidad del muchacho. Y hasta un sector coreo su nombre. Pero el “Pedrito, Pedrito, Pedrito” sonaba más a chanza que a fervor. Dos meses después también jugaría unos minutos ante el Valladolid.

Su carrera profesional se pudo quedar en eso, que no es poco. Pero en el verano de 2008 el FC Barcelona dio un giro radical y colocó a Guardiola como primer entrenador. Y en el estreno oficial, una eliminatoria vital ante el Wisla Cracovia para ganarse el derecho a disputar la Liga de Campeones, Pep puso a Pedro de titular en la goleada (4-0) que cerró cualquier atisbo a la sorpresa. Y también jugó de inicio en el debut liguero en el Camp Nou ante el Racing, en un partido colosal de un Barça que pudo golear y sólo firmó un empate (1-1). Pedro deslumbraba por su concreción en un equipo propenso al adorno.

Una lesión cortó su trayectoria. Y la buena marcha del Barça, embalado tras las dudas iniciales, devolvió a Pedro al filial. El de Abades no bajó los brazos, rindió como el mejor y marcó diez goles en el grupo que ahora dirigía Luis Enrique. Y en la recta final de una campaña saldada con un histórico triplete (Liga, Copa del Rey y Champions), Guardiola le premió con unos minutos tanto en la final de la Copa del Rey como en la final de la Liga de Campeones, lo que permitió a Pedro ser el primer canario en jugar y ganar una final de la Copa de Europa.

Pero lo mejor estaba por llegar. Ya se hartó de hacer goles en la pretemporada 09/10. Y se estrenó como realizador en partido oficial en San Mamés, aún con el 27 como dorsal, en la Supercopa de España. Y también marcó en la final de la Supercopa de Europa ante el Shakhtar Donetsk, resolviendo el partido (1-0) cuando la prórroga ya agonizaba y la tanda de penaltis era más que una amenaza. Y volvió a ver puerta en la semifinal y en la final del Mundial de Clubes ante Estudiantes de La Plata (Argentina), en este caso en el minuto 89 y para forzar la prórroga cuando parecía escaparse el único título que faltaba en el palmarés azulgrana.

Como ya había marcado en la liga española, en la Copa del Rey y en la Champions League, Pedro entró en la historia del fútbol mundial por ser el primer jugador en marcar en seis competiciones oficiales diferentes en una misma temporada. Y convertido ya en Pedro, don Pedro, san Pedro o PR17 (nada de Pedrito), el de Abades terminó por ganarse un puesto como titular en el Barcelona, con un papel estelar en la conquista de la Liga 09/10, la llamada liga de los récords, la de los 99 puntos. “Es el jugador que más ha crecido esta temporada”, sintetizó Johan Cruyff.

Tito Vilanova, la voz de Guardiola, es más concreto: “Pedro es insustituible porque defiende perfecto, técnicamente es buenísimo, define con los dos pies como pocos en el uno contra uno, tiene remate desde media distancia…”.  Y aunque la importancia de Pedro “va más allá de los números”, sus cifras en la Liga lo colocan como el noveno jugador de la plantilla en minutos jugados, con 12 goles en sus 34 apariciones, 22 como titular. Además, añadió otros 11 goles oficiales, cuatro de ellos en la Liga de Campeones. Y cuando todos llegaron a la recta final del curso con la gasolina justa, él vio puerta en las tres jornadas finales.

Con el título en el bolsillo, Guardiola le sustituyó a cinco minutos del cierre liguero para que el Camp Nou volviera a corear su nombre. Pero esta vez el “Peeeeedro, Peeeeedro, Peeeeedro” no sonó a chanza. Era admiración pura. Sin ser nueve, ha marcado goles de todo tipo. Y a todos los porteros. A Casillas, en un mano a mano en carrera resuelto con solvencia. A Diego Alves, con un trallazo desde fuera del área. Y a Aranzubía, con una vaselina desde cuarenta metros. Con la pierna izquierda, con la que ha hecho la mitad de sus tantos… aunque nadie sepa si es diestro o zurdo. Pero es el gol que le hizo al Tenerife en el Camp Nou es el que le define.

Fue mediada la segunda parte, cuando el Barça sólo ganaba por 2-1 y tapó un disparo visitante que podría significar el empate. Quince segundos después y setenta metros más adelante superaba a Aragoneses y cerraba el partido. Pero más allá del gol, Pedro es un futbolista singular, un extremo veloz y concreto de los que ya no quedan… pero que cubre todo el campo por su capacidad para asociarse con sus compañeros. Tasado en 75 millones de euros, Del Bosque lo lleva al Mundial de Sudáfrica pese a que la lista de 23 parecía cerrada. “Es una gran noticia que llega gracias al apoyo de mis compañeros y al respaldo del entrenador”, dijo desde su modesta casa de Abades.

Allí lo celebró con su familia. Luego cogió un avión y dedicó el último día de sus vacaciones a animar a sus compañeros del Barça B eliminar al Poli Ejido en su pelea por ascender a Segunda División. Debutó como internacional en Innsbruck ante Arabia Saudí y lo hizo con desparpajo. Pese a ello, en Sudáfrica está destinado a ser suplente y a tener un papel marginal. Pero Pedro jamás se ha detenido ante un muro.

 

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