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Una fruta fea a precios bajos: lo que provoca la ceniza del volcán de La Palma

Julio lava mangas en el almacén de Palmafrut.

Iván Alejandro Hernández

Los Llanos de Aridane (La Palma) —
8 de noviembre de 2021 21:57 h

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En el almacén de Palmafrut, en Los Llanos de Aridane, Julio, Yeray y Carlos introducen uno a uno los mangos en cubos con agua, los lavan, los analizan y los seleccionan. Los que están aptos van a las cajas para ser comercializados y los que tienen un aspecto más feo, con una fisonomía más blanda, son desechados. Además de ordenar o clasificar, a su jornada laboral, que empieza a las 6 de la mañana, se ha sumado la limpieza de la fruta que ha recibido ceniza volcánica. La lava ha afectado a más de 90 hectáreas de cultivos, sobre todo de plátanos, aguacates y viñedos, y ha dificultado el riego en la zona del suroeste de la Isla. Son cosechas perdidas. Pero los agricultores que pueden dar salida a su producción se encuentran que parte de sus frutas, hortalizas o verduras son desechadas porque el material volcánico ha mermado su calidad y, con la que consiguen vender, apenas les alcanza para cubrir sus costes. 

El gerente de Palmafrut, Ángel Rodríguez, explica que el precio que se paga al agricultor se establece en función de la calidad del alimento. Como ejemplo, expone que un determinado producto “si es extra, puede pagarse a 80 céntimos; si es de primera calidad, a 50-60 céntimos y si es de segunda, a 15 céntimos”. El problema, es que están llegando “más kilos malos que buenos”, sobre todo en plátanos, mangos o naranjas, frutas con una “piel sensible” a las que les afecta más la ceniza. Aunque en general todas las plantas impregnadas de material volcánico, si además esta caliente, añade Rodríguez, sufren daños. “Los agricultores cortan mucho, pero cuesta mucho vender”, señala.

En concreto el mango, cuyo cultivo ha aumentado en La Palma en los últimos años (aunque muy alejado de las plataneras, que impregnan toda la isla, o de los aguacates), “ha bajado de precio”, dice Rodríguez, porque “se ha pasado de obtener un 90% de un producto de alta calidad a un 20%”. Mientras lo cuenta, señala las numerosas cajas amontonadas de la fruta con rasguños y, al lado, los escasos mangos sin daños.

“Si un agricultor cobra 1,50 euros con producción de mango, ahora pasa a percibir 0,70 céntimos. Y se vende en los lineales a 2,99 o 3,50 euros”, añade Rodríguez. En este sentido, defiende que esa diferencia entre lo que recibe el agricultor y el precio final se debe a “todos los gastos que hay en medio”, incrementados en los últimos meses por el aumento del precio del gasóleo o de la luz. El transporte, la manipulación, el empaquetado o la distribución son “costes fijos”. Matiza este punto porque “parece que el intermediario siempre es el malo”; aunque reconoce que “hay grandes superficies que se pasan”.

Para el plátano, que supone hasta el 30% de la producción total en Canarias, el Ministerio de Agricultura anunció que flexibilizaría la norma de comercialización para permitir dar salida a los frutos dañados pero aptos para consumo. El agricultor de plataneras Alexis Fuentes explica que la categoría extra la está cobrando a 85 céntimos el kilo, una cantidad que considera que “está bien” y le da para cubrir sus costes de producción, que rondan los 50 céntimos. Pero mientras antes podía cortar hasta un 80% de piñas con alta calidad, ahora no suponen “ni el 20%”; la mayoría son de primera o segunda categoría, lo que provoca que baje mucho el precio que cobra y le dificulte cubrir lo que le cuesta producir.

“Está subiendo el precio del plátano, que es bueno, porque es escaso. Pero el agricultor no cobra más, porque tiene menor cantidad de fruta con alta calidad. Recibe más dinero por la que es extra, pero si no tiene ni un 10% de este producto, no vale mucho”, subraya Rodríguez.

Daños económicos y personales

Rodríguez recuerda que Palmafrut, que cuenta con 60 trabajadores, también ha sufrido la pérdida de un tercio de su cartera de clientes. De momento, lo mitiga con las ventas en su frutería o la exportación a otras islas, pues la entidad también tiene fincas propias, un camión y puestos en Tenerife y Gran Canaria. “El producto palmero tiene buena aceptación en Canarias y siguen comprando, quieren destacar su procedencia”, añade.

Los daños del volcán no han afectado solamente a las ventas de la empresa, también a parte de sus trabajadores, a los que solo les queda el trabajo. Mientras limpia los mangos, Julio recuerda que fue evacuado de su vivienda en Todoque Bajo el segundo día de la erupción; aún sigue en pie, aunque rodeada de la colada. Reside junto a su pareja, que se dedica al empaquetado de plátanos, en Los Llanos de Aridane, pagando un alquiler de unos 400 euros.

A unos 20 metros del almacén de la empresa, una valla corta el acceso hacia el bario de La Laguna, en la carretera que discurre por los Llanos de Aridane en dirección a Puerto Naos. Allí tiene su casa Yeray, con la lava a las puertas. Lleva dos semanas evacuado, viviendo en Los Llanos de Aridane junto a su abuela, su mujer y sus dos hijos. Dice que no le fue fácil encontrar un alquiler asequible por la especulación inmobiliaria en la zona, pero finalmente encontró una arrendadora que le cobra 450 euros. “Tiene la casa en venta, así que si encuentra comprador, nos tenemos que marchar”, añade. 

“Por lo menos nos queda el trabajo”; añade Carlos, mientras amontona las cajas de mangos previamente seleccionados. Perdió su casa, la de su padre y la de su abuelo, en el barrio de La Laguna. Vive con sus dos hijos en Los Llanos de Aridane en la casa de su suegro. La posibilidad de irse al hotel de Fuencaliente, habilitado para personas desalojadas de sus casas por el volcán, es inviable, ya que la distancia que debería recorrer se alarga más de una hora y su jornada de trabajo comienza a las 6 de la mañana. Dice que ya ha acudido a la oficina de atención para afectados. “Me preguntaron si prefería vivienda o indemnización”. Y opta por la segunda opción.

El mercado de Los Llanos de Aridane

“Vamos tirando”. Es la respuesta unánime de los vendedores que quedan en el mercado de Los Llanos de Aridane. Hay más de una decena de puestos, pero solo hay cinco abiertos: dos tiendas de frutas y verduras; una panificadora; una pescadería y un bar, el que concentra más clientes, sobre todo por su bocadillo full, de carne con vegetales. 

La razón es que tiene concesiones administrativas caducadas desde hace años, tal y como explicó en agosto de este año la alcaldesa de Los Llanos de Aridane, Noelia García, cuando presentó el proyecto de reforma de la instalación. En concreto, el Ayuntamiento anunció una remodelación del mercado para convertirlo en “en un punto estratégico”, integrando el edificio en su entorno y, a su vez, se trabajaría en convocatorias para nuevas adjudicaciones de los puestos.

A Ana le queda un año para jubilarse en una de las tiendas de frutas y verduras que tiene arrendadas al Ayuntamiento. Adquiere sus productos de empresas como Palmafrut y muestra algunos marcados por la ceniza, sobre todo naranjas. Casi todo lo que ofrece es de origen palmero, desde plátanos o boniatos a pitahaya o ají. Dice que no ha percibido un aumento de compra de producto local y echa en falta a clientes asiduos que ya no están en la zona, tras haber sido desalojados por el volcán.

Para fomentar el consumo de producto palmero, el Gobierno de Canarias pone en marcha del 8 al 12 de noviembre el proyecto Menú solidario, ayudamos a la Isla de La Palma. En un total de diez centros que imparten formación profesional en la especialidad Hostelería y Turismo, en la provincia de Las Palmas, se ofrecen platos elaborados con alimentos de la Isla Bonita y la recaudación irá destinada a los afectados por la erupción. 

Además de las acciones solidarias, el Ministerio de Agricultura anunció unas primeras ayudas valoradas en 20,8 millones de euros para paliar los daños generados por la lava y las cenizas en explotaciones agrícolas, ganaderas y de pesca. Sin embargo, la consejera del ramo en el Gobierno regional cifró en 100 millones de euros las pérdidas tan solo en plataneras; en este sentido, anunció que se anticiparían indemnizaciones con cargo a fondos estatales y se modificará el Posei para que se mantengan los mismos niveles de ayudas pese a que baje la producción.

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