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El calor pone en riesgo las cosechas en el campo canario: “Ahora como no riegue todos los días, al día siguiente se seca”

Finca de Nieves Suárez, en Lomo Magullo a casi 40 grados de temperatura.

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —
12 de octubre de 2023 22:02 h

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En el campo canario esperan que ocurra el milagro: que vuelva el otoño y que, si no llueve, al menos refresque. Las altas temperaturas que afectan a las Islas desde hace más de diez días no dan tregua a un sector que viene agonizando y que se ve más vulnerable a las consecuencias del cambio climático. Primero, se echó a perder la cosecha de la papa canaria y a ello le ha seguido la sobreproducción de frutas subtropicales como el plátano, el mango o el papayo. Alicia González, gerente de la cooperativa agrícola del norte de Gran Canaria, remarca que “las olas de calor están llevando a unos cambios en los ciclos productivos y unas necesidades de riego mayores”. Por ello, incide en que estos días en el campo se está realizando un esfuerzo de trabajo inmenso, se están adelantando las jornadas para evitar la exposición a las horas más calurosas del día, para intentar recoger toda la fruta que se adelanta. 

El calor ha supuesto que se adelanten las producciones y que se genere mayor oferta de la que el mercado puede absorber. Es el caso del plátano, que ha tenido una sobreproducción este verano, época en la que la demanda baja. Alicia González remarca que “los precios para los agricultores han sido muy malos porque la producción está muy alterada y las previsiones que una tiene y que trabaja con su departamento técnico dista mucho de la realidad este año”. La gerente de esta cooperativa (de más de 300 asociados y que se dedica sobre todo a la fruta subtropical como el plátano, el mango y el papayo) remarca que “hay cultivos que se pueden perder”, de ahí el gran esfuerzo que están realizando los trabajadores y las trabajadoras del campo. 

Durante todo el verano y en lo que va de octubre han recogido gran cantidad de plátano, pero también de mango, fruta cuya producción normalmente va de junio a noviembre, pero “este año vino toda junta en junio, julio y agosto”. Señala que estos cambios de temperaturas en Canarias modifica por completo los ritmos y hay cultivos que son más vendibles, pero que se pierden por el calor. “No está siendo un año fácil y trabajar en estas condiciones es muy complicado”, apunta. 

El gerente de la cooperativa agrícola Coagrisan, Marcelo Rodríguez, aporta su valoración desde el municipio que ha registrado varios días esta semana la temperatura más alta de España: La Aldea. “Se está viendo temperaturas de entre 45 y 50 grados en los invernaderos”, remarca. “Incluso por la noche, en la orilla de la playa hay aire caliente, siendo una zona fresca”, cuenta. El extremo calor no es bueno para las tomateras. “Nosotros empezamos este año a trasplantar más tarde para quitarnos también el calor de agosto, que siempre nos hacía bastante daño y al final nos cogió el de octubre”, lamenta. Esta situación se traduce en un mayor gasto de agua pero trae consigo otro problema: están apareciendo hongos en algunos ramilletes de la planta. No obstante, insiste en que es pronto para valorar la magnitud de los daños. 

Las Islas continúan en alerta por calor y se prevé que no amaine hasta la próxima semana. Este episodio, calificado como “excepcional” por la AEMET trae consigo también episodios de calima. Las temperaturas han rozado los cuarenta grados a lo largo de esta semana y han provocado reactivaciones en el incendio de Tenerife, que aún no se ha controlado, y ha puesto en alerta por riesgo de incendios a otras islas como Gran Canaria. 

La agricultura no es la única afectada, también la ganadería, puesto que los animales necesitan de mayor cantidad de agua en estos días. Brenda Rodríguez es ganadera, pastora, quesera y presidenta de la Asociación de Criadores de cabras de Raza Palmera y señala que en los animales se notan estas temperaturas ya que no comen igual que en otras épocas del año y aquellos que tienen enfermedades respiratorias pueden correr mayor riesgo. Las cabras que destina al pastoreo, no pueden realizar esta actividad y se encuentran en la sombra. Además, la calima puede generar que tengan problemas digestivos al ingerir este polvo en suspensión. 

El agua, un bien que escasea en las Islas

Brenda tiene sus cabras en Garafía, que es una zona más fresca, pero también se dedica a la agricultura, en el municipio de Barlovento. Afirma que en esta zona sí que se enfrenta a problemas de regadío y sufre cortes de agua constantemente. Los árboles que cuentan con más tiempo aguantan más tiempo sin regar, pero indica que en su caso tiene muchas plantaciones nuevas que requieren de ser regadas con más frecuencia. “Si no hay agua de lluvia, debería utilizarse el agua del mar con las desalinizadoras para poder regar”. 

Es una reflexión que comparte Nieves Suárez, que tiene una pequeña finca para consumo propio y de sus familiares y allegados en Lomo Magullo. Es una de las zonas más afectadas por calor y coincide en que hace unos años lo que requería de ser regado dos veces a la semana, ahora tiene que regarlo todos los días porque la tierra se seca mucho más debido al intenso calor y a la falta de humedad. “Como no riegue todos los días, al día siguiente se seca”, señala. 

Suárez, que ha sido maestra de profesión pero siempre ha estado en contacto con la tierra, destaca que hay días en los que en su finca ha soportado hasta 40 grados de temperatura. Explica que en esta zona, el agua que llega de las medianías es de muy buena calidad y que esto supone una garantía, pero añade que llegará un momento en que la falta de lluvia y la sequedad de las presas por el cambio climático lleven a Gran Canaria a que se planteen otras soluciones. Insiste en que ya la pandemia demostró la importancia de cuidar del sector primario, de no poner todos los huevos en la misma cesta (en referencia al sector turístico) y que cuidar el campo es fundamental para prevenir que los terrenos estén abandonados y es clave ante los incendios, como inciden los expertos y expertas. 

“Los agricultores somos los jardineros del campo de Canarias”, reflexiona también Alicia González, que insiste en que hay que valorar a la agricultura y el producto local y de proximidad. También remarca la importancia de atraer la I+D+i al sector y que incluso es un valor añadido de cara a un turismo de más calidad y sostenible. 

Por su parte, el agricultor Juan Hernández insiste en que cada día los agricultores están “mirando al cielo”, pues esta ola de calor la traduce en daños en los cultivos y en escasez de agua, ya que hay zonas de Gran Canaria donde se están produciendo restricciones. “La bajada del rendimiento es del 30%, las papas que tenemos plantadas ahora pueden tener un grave peligro, con una caída bastante notoria del 40 o 50% de la producción”. “Contábamos con el otoño, pues el año pasado no fue un año bueno de agua pero hubo otoño, este año no tenemos ni temperaturas bajas ni agua”, remarca el trabajador agrícola, que cree que habría que trabajar más las políticas de agua y de la protección de las producciones locales. 

Alicia González sostiene que en Gran Canaria hay problemas de agua, pero que el Consejo Insular de Aguas está “haciendo una buena labor”, aunque ahora mismo hay momentos puntuales que puede haber falta de agua, pero cree que las “cosas han ido funcionando”. No obstante, añade que sí que hace falta que llueva y que se llenen las presas y que todo vuelva a funcionar ya que sí que se está consumiendo demasiada agua. La gerente de la cooperativa del norte de la isla apunta que habría que repensar que si estos episodios van a repetirse hay que cambiar el planteamiento. Así mismo, insiste en el “enorme esfuerzo” que están realizando los trabajadores de la agricultura estos días y que en Canarias se sienta orgullo de cómo pese a las dificultades se están sacando las producciones adelante. “En la agricultura hay futuro, pero tenemos que cuidarla entre todos”. 

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