Espacio de opinión de Canarias Ahora
8 de abril 2003: José Couso periodista, ¿crimen de guerra?
Hay fechas que no se olvidan: uas son fechas alegres y gloriosas de victorias. Otras son tristes y decepcionantes de derrotas.
Este 8 de abril es de triste memoria para el periodismo español, derrotado por la cobardía de los gobiernos españoles desde Aznar hasta nuestros días.
“Hoy vamos a empezar recordando a un compañero olvidado por la justicia española y olvidado, en mayor o menor medida por todos los gobiernos españoles que han habido en estos últimos 20 años desde su muerte en Irak”, ha dicho este 8 de febrero desde el plató televisivo de Cuatro al día el presentador Roberto Arce, antes de dar paso a las declaraciones de David, hermano de José Couso, y de Carlos Hernández, periodista que se encontraba en el Hotel Palestina aquella trágica mañana, recordando lo ocurrido dese la muerte del cámara español.
Fue hace unos 20 años. En las calles de Bagdad. El Ejercito de Estados Unidos tenía y tiene derecho (no aceptado internacionalmente, pero impuesto por los EE.UU) a matar civiles y militares sin rendir cuentas a nadie y menos a Organismos internacionales. Y mataron a José Couso, periodista y español, sin que el entonces (2003) Presidente Aznar del Partido Popular pidiera explicaciones a sus aliados americanos con los que intervino en Irak. Fueron soldados americanos quienes le mataron. Aznar no quería manchar la imagen de la foto suya con Tony Blair y George W. Bush.
La Sala Segunda del Tribunal Supremo confirmó el sobreseimiento de la causa en la que se investigaba el asesinato del cámara gallego José Couso en abril de 2003 en Irak y ha rechazado presentar cuestión de inconstitucionalidad contra la última reforma de la justicia universal legislada por Aznar.
Los más triste y penoso es que todo parece indicar que aquel atentado fue consciente y premeditado.
Carme Chaparro, periodista compañera de aquellos días en el Irak invadido, ha escrito sobre aquel día: “De repente se oyen varias explosiones. Es un tanque disparando desde una de las riveras del Tigris. No pasa nada, pensamos, no se ve nada, debe de haber sido disparos de advertencia. Pero al cabo de media hora los monitores empiezan a reflejar algo extraño: ya no estamos en la calle, sino dentro de algún sitio, con gente que parece occidental gritando y corriendo. Hay mucha histeria. Miedo incluso. Algunos compañeros empiezan a arremolinarse junto a las pantallas. ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? No lo sabemos, pero algo ha ocurrido en el Palestina.
¡El Palestina! El hotel de la Prensa. El edificio donde viven todos los periodistas internacionales desplazados a Bagdad, el hotel en el que los juntaron a todos semanas antes de la invasión aliada para que no estuvieran dispersos por la ciudad, y así poder protegerlos mejor. “
Uno, a la vista de los hechos, y de que habían sido los mismísimos militares los que habían acuartelado a los periodistas en el hotel Palestina, uno tiene que preguntarse si las fuerzas militares invasoras, o sea, americanas, querían evitar que se conociesen los verdaderos objetivos y marcha de la invasión. Y deliberadamente bombardearon el Palestina.
La periodista palestina Shireen Abu Akleh
La periodista palestina Shireen Abu Akleh de la cadena Al-Jazeera cayó muerta de un disparo en la cabeza en la ciudad de Yenín, en la Cisjordania ocupada por Israel. La cadena árabe Al-Jazeera acusó a las fuerzas armadas de Israel de matar intencionalmente a su más renombrada periodista. Un disparo en la cabeza durante una redada del Ejército israelí en la ciudad de Yenín, en la Cisjordania ocupada.
El Canal de Al Jazeera de Qatar no ha dudado en calificar el suceso de “asesinato premeditado a sangre fría”. Otro periodista, Ali Smoudi, que también estaba trabajando en aquella zona, resultó herido también aunque parece estar fuera de peligro. Ambos formaban parte de un grupo de siete reporteros, todos con protección. Atravesaron la zona con tropas israelíes, así que los soldados les pudieron ver, de manera que no iban incontrolados sino acompañados por soldados israelíes. Fueron tiroteados y Shireen Abu Akleh resultó muerta. El gobierno de Israel tampoco persiguió a sus asesinos.
¿Periodistas o espías?: Julian Assange, Pablo González y Evan Gershkovich
En estos días el aparato judicial ruso de Putin ha acusado de espionaje a un periodista americano, Evan Gershkovich, destacado reportero del Wall Street Journal.Fue acusado formalmente por el Servicio Federal de Seguridad de Rusia. Acusación idéntica a la levantada contra Julian Assange por los Estados Unidos. Pero mientras que en torno al reportero americano se subleva toda la Prensa (tanto la oligarquica como la democrática) poco o nada se dice del periodista Pablo González, detenido, encarcelado e incomunicado por el gobierno otánico ultraconservador de Polonia. Eso desde Febrero del 2022 sin que tengamos noticia de una protesta enérgica del gobierno español. González fue detenido en Przemysl, a 13 kilómetros de la frontera entre Polonia y Ucrania, dos días después de comenzar la invasión rusa. Fue arrestado cuando cubría la llegada de refugiados ucranianos como periodista independiente, y colaboraba con el diario Público, entre otros.
Irak, agredido e invadido con falsas acusaciones
Sadam Hussein gobernó el país dictatorialmente y posteriormente fue capturado y ejecutado, después de ser torturado. Había sido estimulado y ayudado por los EE.UU. en su enfrentamiento bélico con el Irán antiamericano y más tarde abandonado y traicionado por los mismos EE.UU.
La invasión de Irak en 2003[ fue la primera fase de la Guerra de Irak. La fase de invasión comenzó el 19 de marzo de 2003 (por aire) y el 20 de marzo de 2003 (por tierra) y duró algo más de un mes, incluidos 26 días de operaciones de combate importantes, en las que una fuerza combinada de tropas de Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Polonia invadió Irak. Esta primera fase de la guerra terminó formalmente el 1 de mayo de 2003, cuando el presidente estadounidense George W. Bush declaró el “fin de las operaciones de combate importantes”, tras lo cual se estableció la Autoridad Provisional de la Coalición (APC) como el primero de varios gobiernos de transición impuestos sucesivamente hasta el montaje de las primeras elecciones parlamentarias iraquíes en enero de 2005. Posteriormente, las fuerzas militares estadounidenses permanecieron en Irak hasta su retirada en 2011, aunque las tropas mercenarias contratadas por la Compañías petroleras americanas que se apropiaron de los yacimiento de petroleo permanecieron.
La coalición organizada y liderada por Estados Unidos envió 177.194 soldados a Irak durante la fase inicial de la invasión, que duró del 19 de marzo al 1 de mayo de 2003. Sólo de Estados Unidos llegaron unos 130.000, a los que se sumaron unos 45.000 soldados británicos, 2.000 australianos y 194 polacos. Otros 36 países (entre ellos España, lo que ocasionaría en Madrid un atentado terrorista) participaron en sus secuelas. Como preparación para la invasión, 100.000 soldados estadounidenses se reunieron en Kuwait antes del 18 de febrero. Las fuerzas de la imperial coalición también recibieron el apoyo de los Peshmerga del Kurdistán iraquí.
Según el presidente estadounidense, George W. Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, el objetivo de la agresiva Coalición era “desarmar a Irak de armas de destrucción masiva, acabar con el apoyo de Sadam Husein al terrorismo y liberar al pueblo iraquí”. Según Blair, el detonante fue el hecho de que Irak no aprovechara la “última oportunidad” para desarmarse de las supuestas armas nucleares, químicas y biológicas que los funcionarios estadounidenses y británicos falsariamente daban como una amenaza inmediata e intolerable para la paz mundial.En una encuesta de la CBS de enero de 2003, el 64% de los estadounidenses aprobaba la acción militar contra Irak; sin embargo, el 63% quería que Bush encontrara una solución diplomática en lugar de ir a la guerra, y el 62% creía que la amenaza del terrorismo dirigido contra EE.UU. aumentaría debido a la guerra. La invasión de Irak contó con la firme oposición de algunos aliados de EE.UU. desde hacía mucho tiempo, como los gobiernos de Francia, Canadá, Alemania y Nueva Zelanda. Sus dirigentes sabían que no había pruebas de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak y que la invasión de ese país no estaba justificada en el contexto del informe de la UNMOVIC del 12 de febrero de 2003.
Protestas contra la agresiva invasión americana
El 15 de febrero de 2003, un mes antes de la invasión, hubo protestas en todo el mundo contra la guerra de Irak, incluida una concentración de tres millones de personas en Roma, que el Libro Guinness de los Récords catalogó como la mayor concentración contra la guerra. Según el académico francés Dominique Reynié, entre el 3 de enero y el 12 de abril de 2003, cerca de 36 millones de personas de todo el mundo participaron en casi 3.000 protestas contra la guerra de Irak.
La invasión fue precedida por un ataque aéreo contra el Palacio Presidencial de Bagdad el 20 de marzo de 2003. Al día siguiente, las fuerzas aliadas de agresión se lanzaron en la provincia de Basora desde su punto de concentración cerca de la frontera entre Irak y Kuwait. Mientras las fuerzas especiales lanzaban un asalto anfibio desde el Golfo Pérsico para asegurar Basora y los campos petrolíferos circundantes, el ejército principal de invasión se adentró en el sur de Irak, ocupando la región y participando en la Batalla de Nasiriyah el 23 de marzo. Los ataques aéreos masivos en todo el país y contra el mando y control iraquíes sumieron al ejército Defensor de Irak en el caos e impidieron una resistencia eficaz.
Acabar con periodistas es acabar con la libertad de prensa
La libertad de prensa es fundamental para las libertades democráticas, pero su fortaleza depende de los periodistas, es decir, de unas personas concretas que arriesgan su vida y su honor y no de abstractas ideas. Si los que tienen el “carnet profesional de periodista” se venden y traicionan los principios, la verdad informativa se resquebraja, y con ella las libertades democráticas que dependen de que la información sea la Verdad y no la manipulación forzada por intereses económicos y politicos. La intentona de entregar a Julian Assange a los EE.UU que le acusan de “espía”, unos Estados Unidos que mantienen centros de tortura en Guantánamo, Rumanía y otros países, está ya en la historia de la persecución del periodismo libre. Los líderes americanos, desde Obama, Trump o Biden han burlado la esencia de lo que tanto presumen, de la Libertad de Prensa, así la actividad periodística de informar y vigilar los movimientos del Gobierno ha pasado a ser culpable de manifiesto espionaje y pseudoterrorismo. El periodismo independiente fue lo que hicieron Julian Assange y WikiLeaks, recibir y transmitir información veraz, así la información acreditada de crímenes de guerra estadounidenses en Irak y Afganistán. Pero eso pasó de ser información a ser colaboración con el terrorismo. Y ahora le ha tocado al periodista americano de la mano autoritaria de Putin y sus jueces.
Y al recordar hoy el impune asesinato de nuestro compatriota José Couso recordamos a todos los periodistas que han sufrido, sufren y valientemente enfrentan futuros desmanes e injusticias. No importa su color ni su nacionalidad. Su arriesgada labor es la defensa de nuestras libertades.
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